El carisma de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados es el "Evangelio de la misericordia en acto". Algo que dan cuenta de ello los miles de ancianos atendidos, en las 204 comunidades y 19 países donde están presentes, durante los 150 años que acaba de cumplir esta congregación tan apreciada por todos.
Fundada por el venerable español Saturnino López Novoa y Santa Teresa Jornet, la congregación nació el 27 de enero de 1873 cuando diez jóvenes tomaron el hábito en la capilla del Seminario de Barbastro (España). Teresa Jornet fue nombrada superiora general y ocupó el cargo hasta su muerte en 1897.
Siempre fieles
"Fieles al ejercicio constante de la virtud de la caridad cristiana en los ancianos más vulnerables, acogiéndolos en un ambiente de familia y atendiendo todas sus necesidades: materiales, de afecto y espirituales", dicen sus estatutos, y así lo han cumplido hasta hoy, incluso en momentos tan difíciles como la pandemia del Covid 19, cuando permanecieron junto a sus ancianos y varias hermanitas fallecieron al haber sido contagiadas.
La misión de las hermanitas se lleva a cabo en casas llamadas "Hogares" donde se fomenta la familiaridad en un servicio humilde, paciente, caritativo, amable y bondadoso; desinteresado, sacrificado y abnegado –que comporta una espiritualidad oblativa al servicio de los ancianos–, sin discriminaciones de ninguna clase porque la caridad, decía el padre Fundador, es el medio más eficaz para convertir los corazones.
Las religiosas tienen un especial cuidado con los ancianos enfermos de gravedad, para alentar su esperanza, fortalecidos con los santos sacramentos, bendición apostólica, recomendación del alma, absolución sacramental y santo viático. Ellas velan, como madres solícitas, para que el anciano no se encuentre solo en los últimos momentos de su vida, acompañándole con una presencia cercana y afectuosa que le conforte, alivie y ayude a su encuentro definitivo con Dios.
"Es un Instituto religioso caritativo, capaz de socorrerlos y asistirlos en todas sus necesidades corporales y espirituales; consolarlos, instruirlos, catequizarlos y por último prepararlos para una muerte tranquila y cristiana", describe el padre fundador en el opúsculo que escribe en Huesca en 1878 titulado Instituto Religioso Caritativo de las Hermanitas de los pobres Desamparados.
A los 14 años de su fundación, la Iglesia reconoció el Decreto de aprobación de la Congregación: "Estas Hermanas, además de su propia santificación tienen por especial objeto el ejercer las obras de caridad y misericordia para con los ancianos desamparados, y prestarles refugio, alimento y cuidado, recogiéndolos en sus casas con el fin principal de prepararlos para una buena, tranquila y santa muerte".
Fieles a su carisma, 150 años después las hermanitas transmiten el amor de Jesús hacia los ancianos, cumpliendo su principal misión: "Cuidar los cuerpos para salvar las almas" (Santa Teresa Jornet, fundadora).