Más de cuatro mil firmas, en el momento de escribirse estas líneas, respaldan en Change.org la petición al ayuntamiento de Segovia, gobernado por la socialista Clara Luquero, de que no se instale en la ciudad una imagen del diablo.
La alcaldesa anunció el pasado 24 de octubre que una figura del demonio fundida en bronce, obra del escultor José Antonio Abella, se colocará en la cuesta de San Juan, en el punto donde termina el pretil del lado derecho de la calle.
Se trataría de evocar la leyenda según la cual el Acueducto de la ciudad, una de las obras arquitectónicas romanas más importantes del mundo, fue edificado por el diablo. De hecho, el nombre de la imagen será Segodevs, Aquadvcti Artifex, y pretende constituir, según el ayuntamiento, un atractivo turístico al que acudan los visitantes a hacerse fotos, en una ruta de la ciudad menos transitada que se quiere potenciar.
De llevarse a cabo los planes municipales, la estatua quedaría situada cerca de la hornacina del muro de la casa del Marqués de Lozoya, que contiene la imagen de la Virgen.
La petición en Change.org pide "que no pongan la estatua del diablo en Segovia" para no exaltar "el mal y la mentira" y "absurdas leyendas".
Por su parte, el obispado de Segovia ha emitido este jueves una Nota ante la polémica sobre la estatua del diablo donde recuerda que "el diablo existe y es a la vez signo y expresión del mal", recuerda a las autoridades municipales que deben "respetar las creencias religiosas de los ciudadanos" y deben "saber modelar la tensión existente entre un signo religioso y un valor cultural".
A continuación reproducimos el comunicado en su integridad.
Nota ante la polémica sobre la estatua del diablo
Durante las últimas semanas se ha suscitado un encuentro dialéctico, acompañado de una protesta, ante la noticia de la colocación por parte del Ayuntamiento de Segovia de la figura del diablo en un lugar público de la ciudad. Ante las invitaciones directas e indirectas que algunos ciudadanos y cristianos han dirigido a los representantes de la Diócesis pidiendo la toma de posición de ésta sobre el tema en debate, este obispado tiene a bien manifestar:
La creencia en el diablo —bajo diversos nombres que muestran la complejidad de los estudios bíblico-teológicos y de otras ciencias sobre la demonología (satán, lucifer, diablo, demonio, príncipe de las tinieblas, acusador)— forma parte de la enseñanza dogmática católica y está presente dentro de la religiosidad popular cristiana.
El diablo existe y es a la vez signo y expresión del mal. Se manifiesta de diversas formas aunque, como describe Santo Tomás de Aquino, su apariencia es espiritual e incorpórea. Forma parte, por tanto, del acerbo religioso tanto del cristianismo como de otras confesiones.
Sobre la polémica suscitada por el tema en cuestión, consideramos que las autoridades del gobierno de la ciudad son libres y tienen potestad para reorganizar y regir la vida pública. Pero su tarea, además de ser coherente, ha de respetar las creencias religiosas de los ciudadanos. La religión es una creencia y praxis de los ciudadanos que pertenecen tanto al campo privado como público. Por esta razón, la autoridad debería saber modelar la tensión existente entre un signo religioso y un valor cultural.
Las autoridades de la ciudad tienen todo el apoyo de esta institución eclesiástica para la búsqueda del bien común de los ciudadanos entre los que se encuentran los cristianos con sus propias creencias quienes, al igual que otras religiones y grupos, tienen derecho a ser respetados en la manifestación de las mismas.