En una entrevista en ABC, el doctor Jaime Sanz Ortiz, prestigioso oncólogo que creó la primera Unidad de Cuidados Paliativos en España, señala la contradicción de imponer la eutanasia para evitar el dolor, cuando hoy es posible quitar ese dolor a casi todos los enfermos.
"Nadie quiere morirse. Lo que no quieren es tener dolor", explica: los enfermos quieren poder dormir y no sufrir, "y podemos hacerlo perfectamente". Y confiesa: "Hay algunos pacientes que han sido mis mayores éxitos. Gente que dice «prefiero morirme» y yo le digo: «María, mañana vengo y le voy a poner una inyección cada cuatro horas y me dice si quiere que la mate» -se ríe-. Y al día siguiente viene y me da un beso la vieja. Qué bonito es eso"...
De ahí que señale la gran contradicción que implica la eutanasia: "Si todos los enfermos están sin dolor, ¿quieren matarlos sin dolor? Si usted coge el enfermo y le quita el dolor, lo que no hace entonces es [decirle]: «Le voy a matar para que no le duela». ¡Si no hay nadie que quiera morirse!"
El doctor Sanz fue el promotor en 1982 de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Marqués de Valdecilla, en Santander, y fue el primer presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (Secpal).
La mejora en los tratamientos en los últimos treinta años
En aquella época había muchos enfermos "con dolor intenso", en particular pacientes oncológicos que necesitaban paliarlo para poder dormir. Pero hasta 1988 no se dispuso de medicamentos adecuados para abordar la situación. Hoy es distinto, "hay opioides por vía oral, subcutánea y con todas las cosas necesarias que permiten al paciente descansar, dormir y no tener dolor".
Una entretenida conferencia del doctor Sanz Ortiz en 2011 sobre la posibilidad de un final de la vida confortable incluso en las peores circunstancias.
El tratamiento con morfina, por ejemplo, "ha ido evolucionando en positivo, se han ido subiendo escalones y cada vez que se sube uno de esos escalones se extiende la terapia sin dolor más tiempo. Las cosas han avanzado mucho" desde que empezó a utilizarse como medicamento en 1975, y ha dejado de ser considerada una droga para ser vista como un analgésico.
Por eso, los cuidados paliativos constituyen "una actividad médica basada en el mejor analgésico del mundo que, además, es barato y que permite al paciente hacer vida normal, a pesar de tener un cáncer con metástasis, por ejemplo", aunque "hay que saber cuándo, cómo, cada cuánto y por qué administrarla".
De ahí que no tenga sentido la eutanasia sin haber garantizado un acceso universal a los cuidados paliativos: "¿Usted cree que hay alguien que quiera poner punto a su vida? Nunca. Y si hay alguien al que le pones en esa situación, no hay ningún problema. Tenemos los fármacos adecuados con la terapias adecuadas con un actividad periódica las 24 horas en las que el paciente va a estar sin dolor, sin síntomas".