El secretario general de la Conferencia Episcopal Española, el obispo Luis Argüello, ha hecho un repaso a la actualidad de la Iglesia en España en el inicio de este nuevo curso marcado por el anuncio de la creación de dos nuevos cardenales españoles o los nuevos ataques sobre los supuestos privilegios de la Iglesia.
De este modo, el portavoz episcopal se ha felicitado por la decisión de Francisco de crear cardenales, entre otros a los españoles Miguel Ángel Ayuso Guixot y Cristóbal López Romero. En sus declaraciones a la Cadena Cope, Argüello recalcaba los “frutos” que la Iglesia en España está dando gracias al “impulso misionero que la Iglesia española ha vivido siempre”.
“Estos dos religiosos, comboniano y salesiano, han salido de familias españolas, de parroquias españolas, pero luego han desarrollado su ministerio por diversos lugares del mundo. Así se subraya la particularidad y la universalidad de la Iglesia, lo cual es estupendo”.
"Cansancio" sobre los supuestos privilegios de la Iglesia
Menos contento se mostró Argüello con los ataques a los “privilegios” de la Iglesia, asegurando sentir “cierto cansancio” sobre este asunto. El también obispo auxiliar de Valladolid insistió en que “nosotros invitamos sin más a comprobar los hechos y mirar la realidad”.
“Seguramente en este, como en otros asuntos, el no contar con la realidad y el ofrecer tantas y tantas respuestas virtuales termina confundiéndonos. La Iglesia española respecto a la fiscalidad no es una entidad privilegiada. Está sometida como otras entidades a lo que la legislación española dice”, recalcó.
La Iglesia, integrada en la sociedad
Por otro lado, Luis Argüello afirmó que lo que más preocupa a la Conferencia Episcopal Española “tiene que ver con la propia vida en sociedad, el estado de salud de los vínculos, la capacidad de preocuparse por lo que les ocurre a otros, la capacidad de trabajar juntos… No nos preocupan tanto las cuestiones de las administraciones públicas, lo cual no significa que seamos indiferentes, sino que nos preocupa el estado de nuestra sociedad”.
"La Iglesia propicia un coloquio entre la fraternidad, que se expresa en el Padrenuestro, y la ciudadanía de la que formamos parte. Creemos que podemos aportar precisamente esto, lo que significa desde reconocer un vínculo fundante que es que creemos en Dios que es Padre, y ofrecer esta inquietud: este deseo de colaborar, de preocuparnos, no solo de los propios derechos, sino de experimentar los deberes que nacen de la fraternidad", añadió el portavoz de los obispos.
Ir más allá de la política
Igualmente, Argüello explicó que “una de las características de la vida de la Iglesia es que a nosotros nos gustaría ayudar a tener una perspectiva que no se agote sólo en unos meses o en los 4 años de una legislatura. La problemática que tienen hoy las sociedades de todo el mundo son desafíos tan grandes que no se pueden abordar sólo en perspectivas de 4 años”.
Por ello, el prelado agregó que "lo importante es que verdaderamente haya un pueblo que asuma y que viva la novedad que supone el Evangelio y que lo ofrezca en la incidencia de la vida cotidiana. Es verdad que hace falta que esa incidencia toque el mundo instituciona, pero si no logramos ser un pueblo en el que las relaciones cotidianas expresa una forma nueva de mirar lo real, los acontecimientos, de vivir las relaciones, de plantearse los problemas de los demás, mostrar que no somos indiferentes ni al dolor ni a las alegrías de los otros... si eso no es encarnado en un pueblo, las declaraciones -que son importantes- tienen mucho más riesgo de caer en saco roto".
Las polémicas internas de la Iglesia
Sobre las polémicas en la vida interna de la Iglesia, el secretario general de la Conferencia Episcopal Española indicó que “creo que siempre es un momento para reafirmar aquello en lo que creemos. La confianza que nos da seguir a Jesucristo Resucitado. Saber que formamos parte de un pueblo que peregrina y que somos herederos de una gran historia y que tenemos la perspectiva por delante. Yo creo que desde la realidad de lo que somos, también descubrimos en nosotros, en nuestras familias, en nuestras pequeñas realidades parroquiales, que a veces hay celos, que a veces hay envidia, a veces hay pequeñas luchas de poder".
"Pero todas esas turbulencias no hacen zozobrar la Barca de Pedro. Así que yo llamo a mucha confianza, a mucha esperanza, a que vayamos todos a vivir lo esencial, porque si vivimos lo esencial, y no mirándonos al ombligo, sino con la perspectiva del anuncio del Evangelio a quién todavía no conoce y experimenta la buena noticia; nos irá mejor. Miremos al Señor y miremos al mundo, especialmente a los pobres y muchas de las polémicas intraeclesiales se desinflarán", concluyó.