“Con María en el corazón de la Iglesia” es el lema de la jornada Pro Orantibus que se celebra hoy en España, Domingo de la Santísima Trinidad. Se trata de un día dedicado especialmente a los contemplativos, el corazón orante de la Iglesia, a pedir por ellos y a sostenerlos económicamente. Según datos de la Conferencia Episcopal española, hay 751 monasterio de vida contemplativa, de los cuales 716 son de femeninos y el resto masculinos. En ellos hay 8.273 religiosas y 458 monjes, respectivamente, aunque sin contar con los ermitaños y ermitañas, de los cuales no hay datos oficiales disponibles.

La vida contemplativa escondida pero presente, como María

Los obispos españoles han difundido un mensaje en el que invitan a mirar a María como “ejemplo para la vida contemplativa que está llamada, como Ella, a habitar el cuerpo místico de Cristo, de la Iglesia que acompaña a sus hijos con amor maternal en todo momento, especialmente en los momentos difíciles”. Y señalan que, al igual que la Santísima Virgen en la comunidad, "la vida contemplativa permanece escondida a todo y a todos, pero presente en todo y en todos”.

Los Obispos explican que “la vida contemplativa es el recurso del amor de Jesús en la Iglesia". A lo que agregan: “Una existencia de la contemplación es, al mismo tiempo, una vida oculta y fructífera para el mundo, al que muestra la luz de Dios, especialmente cuando las tinieblas se ciernen sobre la humanidad”.

Imagen del cartel de la Jornada Pro Orantibus 2020

 

Tres características de la vida contemplativa

Los Obispos españoles destacan tres características de la vida contemplativa. La primera es que "custodia con fervor la realidad central de la fe, es decir, el amor de Cristo". Los contemplativos, de hecho, "mantienen viva la confianza en Dios que, por amor a nosotros, en el silencio y el frío de la noche, en el rincón más pobre de este mundo, se encarna para la salvación de todos".

La segunda característica es que una existencia de la contemplación "alienta incansablemente la gran esperanza de la Iglesia, que es la misericordia del Padre", porque gracias a las personas consagradas se despierta "la paciencia y la perseverancia de quien sabe ser acogido por el corazón compasivo de Dios Padre en todas las circunstancias, incluso en medio de grandes sufrimientos como los de hoy", desencadenados por la pandemia de coronavirus.

Finalmente, la vida consagrada contemplativa, como María, "irradia en el mundo la alegría de vivir según el Evangelio y la gracia del Espíritu" y, como la Virgen en las bodas de Caná, ofrece al mundo "el vino de la Buena Nueva, convirtiéndolo cada día en una preciosa anticipación del banquete del Reino de Dios".

Monasterio de la Orden de la Inmaculada Concepción en Hinojosa del Duque, Córdoba

 

La Eucaristía celebrada y adorada, el lugar de misión

Con motivo de la jornada las monjas del Monasterio de la Orden de la Inmaculada Concepción, en Hinojosa del Duque, Córdoba, han querido aportar su testimonio para hacer ver a toda la comunidad cristiana cuál es su misión en la Iglesia.

“Para nosotras, ser invitadas a peregrinar con María hacia el corazón de la Iglesia”, señalan recordando el lema de la jornada Pro Orantibus de este año, “se nos hace entrañable porque, por carisma fundacional, hemos sido llamadas a vivir el seguimiento de Cristo desde Ella y en Ella. La Virgen Inmaculada expresa nuestra forma de vida y marca nuestro cotidiano y peculiar camino hacia el don de la santidad universal”.

“Si la liturgia de las horas marca cada momento del día con la fuerza de su santificación, y todo en el monasterio gira en torno a esta liturgia, ella tiene su culmen en la Eucaristía”. Es más señalan las religiosas cordobesas: “Nuestra comunidad monástica encuentra en la Eucaristía celebrada y adorada su lugar de misión”. Por eso pueden decir que, desde María, ellas son “testigos de la plenitud de la gracia santificadora que se desborda en cada Eucaristía, verdadero corazón y fuente de vida en la Iglesia. Corazón manante siempre del Misterio pascual de Cristo que es misericordia y redención que busca la vida de toda la humanidad”.

Y de esta tierra misión que es la Eucaristía, las religiosas explican que “el Espíritu aviva el deseo y la urgencia en cada una de nosotras para ser guardianas de este derroche de amor, vasos consagrados que procuran que nada de esta gracia se pierda y pueda llegar a cada hijo, porque ciertamente no está destinada a estancarse en nosotras”, porque, como explican a continuación, “Jesucristo pertenece a todo hombre, lo sepa o no, lo quiera o no… Jesucristo ha dado la vida por cada uno. ¡Es Él! ¡Él, el Redentor del hombre!”, exclaman al descubrir también su vocación de entrega y colaboración a la salvación de los hombres y mujeres también de nuestro tiempo.

Desde esa presencia de la Virgen María en su vida contemplativa y que les conduce hacia la Eucaristía “también nosotras podemos decir, o mejor, suplicar como don: que el Corazón maternalmente inagotable de María esté en nosotras, en cada contemplativa (y en cada cristiano) para que ame apasionadamente a Dios y al hombre, humanidad por Él amada y buscada para la Vida”.