El coronavirus ha puesto de manifiesto la muerte, el dolor y también ha evidenciado la necesidad de una buena muerte, justo cuando muchos pacientes han muerto solos sin poder ser acompañados debido al colapso sanitario.
Pese a esta situación con casi 30.000 muertos oficiales, el Gobierno sigue empeñado en sacar adelante su ley de eutanasia, y ni siquiera se ha parado a plantearse aplicar primero unos buenos cuidados paliativos, justo cuando se ha puesto de manifiesto lo importantes que son.
El doctor Adriá Gómez es uno de los miles de médicos españoles que estas semanas se ha entregado en cuerpo y alma a salvar vidas o al menos en que tuvieran una muerte lo más aceptable posible. Es médico internista, tiene un máster de Bioética por la Universidad Católica de Murcia y además tiene experiencia en una unidad de cuidados paliativos.
Cuidados paliativos versus eutanasia
A tenor su experiencia médica, el doctor Gómez indicaba en una entrevista que recoge la diócesis de Córdoba que “las personas quieren vivir, es excepcional una petición en otro sentido y está más bien condicionada por otro tipo de factores: dolor, mal control sintomático, soledad o ausencia de soporte. Verdaderamente la gente quiere vivir, así lo he comprobado en mi tiempo de servicio en una unidad de cuidados paliativos”.
Ante la posibilidad cada vez más real de que se legalice la eutanasia en España, este médico asegura que en la unidad de cuidados paliativos en la que estaba “(la eutanasia) me la pidió en una ocasión un paciente con síndrome refractario del dolor y cuando se controló el dolor, la rechazó y una persona con ELA que todavía no presentaba síntomas de la enfermedad. En ese momento, la ley no lo permitía y éste fue un resguardo para profesionales que no creemos en este tipo de medidas. Después, el paciente lo aceptó, tuvo un buen seguimiento con nosotros y finalmente falleció tranquilamente en su casa”.
En su opinión, en caso de que se aprobara la eutanasia los que la demandarían personas que estén “en posición de debilidad”. Es decir, “la soledad o la precariedad crean un sentimiento de culpa y carga en el enfermo. La eutanasia abre la puerta a pacientes vulnerables que ven en ella una salida para aliviar el sufrimiento a sus familiares”.
La fe en médicos y pacientes
Sin embargo, el doctor Gómez insiste en que “cuando se dan unos cuidados paliativos que llegan a tiempo y dan la posibilidad de acompañar a la familia y facilitar el soporte social, los pacientes no quieren morir, sino vivir; es cuando más valoran su biografía. Trasladar al paciente que merece la pena vivir cada día es el fin último de los cuidados paliativos, esta es la filosofía que subyace: hacerle ver el sentido de su vida, que merece la pena vivir cada día”.
Además, este médico es católico practicante. Y en un testimonio que también publica la diócesis cordobesa habla que ante tantos casos que ha visto de personas afrontando el final de su vida, “la enfermedad como otros acontecimientos de sufrimiento en la vida, ponen de manifiesto la verdadera fe de las personas. Y también en ese sufrimiento ves fe que deslumbra a través de la enfermedad”.
El doctor Gómez afirma que este hecho “es lo que más me ha corregido mi profesión, es decir, ver cómo personas con fe no se escandalizan del sufrimiento, de su enfermedad, de su discapacidad. Estos enfermos no reniegan, y sobre todo siempre hablan del bien que representa Dios en sus vidas. Suelen decir ‘Dios me ayuda...’, ‘no me ha abandonado...’, ‘es para mí salvación...’, ‘puedo estar contento...’,’la vida es un Don...’, ‘doy gracias a Dios por todo lo que me ha dado...’. Es realmente edificante poder escuchar esta vida en medio del sufrimiento. Vida que solo puede dar Cristo en medio de la muerte. Cristo que se encuentra a través de la fe, y que es Don que regala Dios a quien la pide y la busca”.
Este médico recuerda un caso concreto que le impactó. “Como cristiano en mi profesión lo que más me ha marcado es ser instrumento para colaborar con la salvación de las personas. Ese momento de ‘sacar’ del pozo, de la ‘muerte’ a una persona con tu palabra. Recuerdo a un paciente EPOC terminal (enfermedad bronquial secundaria al tabaco excesivo) que estaba en aislamiento en el hospital y que no recibía más visita que el médico y la enfermera cuando pasaba. En una guardia me avisaron por ahogo y tras atenderlo empezó a injuriar por si situación, su angustia, su penuria, su soledad... cuando terminó solo le dije, ‘no estás solo’ y miré al cielo... en ese momento cambió su rostro y su actitud... Por su mujer supe meses más tarde que había fallecido pero algo cambio en él, pidió perdón a los que rodeaba, se acercó a la Iglesia, murió en paz”.
"Todos son hijos de Dios"
Adriá Gómez se lamenta de que por desgracia el “mundo tecnicista” impregna la realidad diaria, también en la medicina. “Es importante estar en la vanguardia, la ciencia y la evidencia pero no nos podemos dejar atrás lo que realmente trasciende al enfermo, su vida, su biografía, sus expectativas y sus creencias. Nunca podremos curar verdaderamente a las personas si no las amamos de corazón. Porque como me dijo no hace mucho la hija de un paciente: ‘trátelo bien que es miembro fundador de un partido político y ha luchado por todos los progresos sociales’. Yo le transmití lo que la Iglesia me ha enseñado: ‘lo trataré bien porque para mí todos son hijos de Dios y se merecen la mayor dignidad’”.
"Dios acontece en momentos concretos de la enfermedad, del sufrimiento, en cada persona lo hacen un momento concreto, de una determinada manera. Es ahí donde la persona se pregunta si está Dios, si será verdad que Dios existe. Y es también ahí donde los cristianos podemos dar testimonio de que la muerte está vencida, que Dios y el cielo existe y que en la cruz no se acaba todo, que la cruz es la herramienta, la llave, el misterio que ha usado Dios para encontrarse con los hombres y salvarlos", concluye.