La Unidad Vecinal de Absorción de Hortaleza, más conocida como la UVA de Hortaleza, es una de las barriadas más pobres y con mayor exclusión social de todo Madrid. Este barrio creado en la década de 1960 como un realojo temporal que se ha alargado décadas ha tenido en este tiempo graves problemas con las drogas, la delincuencia y la pobreza. Ahora la crisis derivada del coronavirus puede suponer la puntilla para los habitantes de esta zona.
Hace unos meses la UVA de Hortaleza aparecía en los medios debido a nula bienvenida que le dieron en ella al político de extrema izquierda y cofundador de Podemos, Iñigo Errejón. Allí, jóvenes de extrema izquierda le acusaban de tener abandonado el barrio. “Os habéis dedicado a vender humo y no ha cambiado nada en todo este tiempo, sois unos traidores", le dijeron.
El papel de la parroquia del barrio
Pero si hay un elemento que está ayudando a vertebrar la UVA e incluso más ahora en plena pandemia y la crisis que asoma es la parroquia de San Martín de Porres que se encuentra en este barrio. En un lugar donde había vecinos que decidían ir a misa a otro barrio por miedo a llegar hasta la Iglesia en unos años ha pasado a llenarse de jóvenes del barrio que están siendo evangelizados y ahora se están convirtiendo en evangelizadores.
El párroco, como padrino de confirmación, en una celebración que contó con la presencia del cardenal Osoro.
Muchos de ellos están siendo rescatados de la exclusión y de sus consecuencias en este barrio, como el consumo o el tráfico de drogas. Y en consecuencia están conociendo a Jesucristo. Son precisamente estos mismos jóvenes los que van atrayendo a la Iglesia a otros.
A ello hay que sumar la enorme labor social que está realizando la parroquia tanto en la ayuda a las familias para poder comer como en haber convertido el templo en una segunda escuela para muchos niños.
Ejemplo de evangelización y pastoral social
San Martín de Porres, parroquia situada en uno de los barrios más complicados de Madrid, es un ejemplo más de cómo compaginar evangelización y pastoral social, yendo ambas de la mano. Son los verdaderos vertebradores del lugar.
Los salones de la parroquia aparecen en este tiempo llenos de bolsas de comida preparados para entregar a las familias
En este tiempo de Pascua, desde la parroquia han repartido 15.000 kilos de alimentos, y la iglesia no ha cerrado para así no dejar en una peor situación a los fieles y vecinos. De hecho, el párroco, Jorge Pablo Langley, contrajo el coronavirus y pese a no ser mayor ha estado un mes hospitalizado.
El Arzobispado de Madrid ha querido resaltar la labor de la parroquia de la UVA. Para ello, han hablado con Juan Alcalde, responsable de Cáritas parroquial y enviado a este barrio hace ocho años en misión junto a toda su comunidad del Camino Neocatecumenal. Junto a ella, otras dos comunidades ya maduras en la fe fueron enviadas como apoyo a este barrio en un carisma propio de los neocatecumenales llamado “comunidades en misión”. Tras haber sido enviados por el obispo se ponen al servicio del párroco para desempeñar las labores que se necesiten.
Alcalde ayuda al párroco Jorge Pablo Langley con Cáritas. “Madrid, ¿tierra de misión?”, afirma este católico madrileño. “¡Ya lo creo! La parroquia ha cambiado mucho estos ocho años. La gente del barrio era muy agnóstica, pero empezamos a organizar todos los años un campamento de verano, nos llevábamos a los chavales diez días fuera, y esto los padres lo agradecían mucho”.
Los jóvenes van a la iglesia
Esta semilla ya ha florecido y los frutos se empiezan a ver ahora. A las tres comunidades neocatecumenales que llegaron en misión hace ocho años ahora se suman otras tres, formadas por los propios vecinos de la UVA, muchos de ellos jóvenes que incluso han sido ellos los que han llevado a la Iglesia a sus familias.
Algunos jóvenes de la parroquia durante la JMJ de Polonia
“En las últimas comunidades son todos jovencísimos; la quinta, por ejemplo, está formada por entre 35 y 40 chavales de 14 a 18 años, adolescentes y jóvenes que se llevan a sus casas lo que viven. Son un regalo para su familia”, cuenta Juan Alcalde.
El párroco, Jorge Pablo Langley explicaba hace unos meses a Alfa y Omega la labor de la Iglesia con los jóvenes, “dando clases de apoyo escolar, ofreciendo la ayuda de Cáritas, organizando campamentos de verano e integrándoles en nuestros grupos de jóvenes”.
“Los chavales se acercan bastante a la parroquia, y muchos entran en nuestros grupos o en comunidades del Camino Neocatecumenal porque eso les ayuda”, explicaba el padre Jorge Pablo.
"Una referencia en sus vidas"
“Los grupos de Confirmación y postconfirmación no ofrecen solo una formación para un sacramento, sino que para ellos son una ayuda moral muy grande, una orientación que les ayuda a no meterse en líos. Nosotros les ofrecemos un acompañamiento que les permite tener un grupo, una referencia en sus vidas”, continúa, al mismo tiempo que desvela que “ahora mismo tenemos viviendo con nosotros a un chaval con problemas de conducta. Le hemos acogido en casa con los brazos abiertos, como a otros chicos que han tenido problemas con las drogas y que se han ido incorporando en alguno de los grupos que tenemos”.
Aspecto de una de las calles de la UVA con la parroquia al fondo
Jóvenes que ahora reparten alimentos
Estos chavales que han encontrado en la Iglesia un refugio ante los peligros de la calle son en este momento una ayuda esencial en la parroquia. “Ahora mismo, con el confinamiento, están sin nada que hacer" y están ayudando a Cáritas para reforzar el servicio de entrega de alimentos, que ha pasado de un viernes al mes a tres, “y estamos pensando ampliar a un cuarto porque nos vemos ya muy forzados”.
Estos jóvenes “lo hacen por los pobres” -relata Alcalde- porque a la parroquia de San Martín de Porres están llegando cada semana caso límite, de familias que no están cobrando los ERTE o que son directamente derivadas por los servicios sociales.
Una urgente labor de ayuda a las familias
En estos momentos están atendiendo a más de 130 familias, cuando antes de la pandemia eran 80. Acuden a por comida, aunque no únicamente pues también desde la parroquia ayudan en situaciones de impagos de recibos o incluso a veces “facilitamos viviendas para personas en situación de calle”.
El grueso de los productos de primera necesidad entregados procede del Banco de Alimentos, que hace tres repartos anuales de 7.000 kilos de comida, y a ellos se incorporan las donaciones de otras entidades y particulares hasta alcanzar los 35.000 kilos anuales.
Los nuevos beneficiarios se han sumado a los de siempre. ”Aquí tenemos gente muy fija, la mayoría sin trabajo a los que les cuesta salir de la situación que tienen”. Muchos de ellos, “gitanos de patada sin gastos de vivienda, que con la renta mínima, la chatarra y los alimentos que les damos, ya no necesitan más”.
Las parroquias de Madrid, volcadas en la crisis que asoma
Pero hay otro perfil que les preocupa especialmente: el de los inmigrantes que llegaron de Latinoamérica (Venezuela, Colombia o Perú) con grandes sueños y «se encontraron con una situación complicada, una España en la que no había trabajo". El responsable de Cáritas asegura que ahora mismo, cuando ya no tienen ni para pagar el alquiler de sus habitaciones, “están muy tocados”. ”En los ocho años que llevo aquí no había visto nada igual”, sentencia.
La labor de ayuda de las parroquias y que se está multiplicando estas semanas es algo generalizado. El Arzobispado de Madrid ha publicado un resumen con las iniciativas que están realizando algunas de las parroquias para asistir a las familias mostrando así la labor que realiza la Iglesia en favor de los más desfavorecidos así como la grave crisis social y económica a la que se enfrenta España.