Debido al coronavirus, no habrá procesiones de Semana Santa en 2021, ha adelantado ya oficialmente la Archidiócesis de Sevilla. Y si no las hay en Sevilla, probablemente no se puedan dar tampoco en el resto de España.
Sevilla, simplemente, marca el camino con coraje (quizá en parte debido a que su arzobispo, Juan José Asenjo, que tiene problemas serios de salud, probablemente ya no esté al frente de la diócesis para entonces).
Serán pues, dos Semanas Santas sin procesiones: la de 2020 y la de 2021, lo que supondrá una desilusión para la fe y la tradición de muchos andaluces y españoles, y también un grave perjuicio económico, pues las procesiones activan un sector productivo importante artesano, artístico, turístico y cultural.
El coronavirus impide la concentración de multitudes
El arzobispo Asenjo firma el decreto que suspende las procesiones ya que "la persistencia de altos niveles de incidencia de la enfermedad, junto con las previsiones anunciadas para la distribución y aplicación de las vacunas contra la misma, sigue desaconsejando para los próximos meses, a juicio de las diversas autoridades civiles y sanitarias consultadas, la concentración de grandes grupos de personas, así como la libre circulación de estas”.
Por ello, se establece en el decreto, “quedan suspendidos todos los actos y celebraciones organizados por parroquias, hermandades y cofradías, asociaciones de fieles y otros grupos eclesiales” que “tengan carácter de culto externo y, en general, todos aquellos en los que se haga uso de la vía pública”.
La Iglesia anima a los creyentes a expresar su fe litúrgicamente dentro de las iglesias respetando las medidas de seguridad, "con hondura e intensidad".
También pide el arzobispo “a las Hermandades y Cofradías que dispongan ejercicios de piedad para sus hermanos en el día en el que les correspondería celebrar sus estaciones de penitencia”, así como para el Triduo Sacro.
El coronavirus logra así frenar las procesiones de la Semana Santa sevillana, que sólo en otro momento de la historia decidieron no procesionar: en 1933, en el marco de peligro de hostilidad y amenaza de violencia anticristiana durante la II República en España.
Lea el decreto completo de la Archidiócesis de Sevilla AQUÍ.