El pasado domingo 5 de noviembre, por la noche, unos desconocidos profanaron la capilla del Hospital Quirón de Torrevieja. El capellán, Javier Vicens, informó del robo del sagrario (que contenía la reserva eucarística -formas consagradas-), una cruz del altar, un cáliz, una casulla, un corporal (paño sobre el que se coloca el cáliz para el ofertorio) y un libro litúrgico.
"La profanación de la Sagrada Eucaristía es un hecho grave", señaló entonces la diócesis de Orihuela-Alicante en un comunicado donde daba cuenta del hecho. También condenaba este "atentado contra lo más sagrado de la fe" y pedía a parroquias, comunidades y fieles que realizasen "actos de desagravio por el sacrilegio acontecido". Además quedó suspendida toda celebración en la capilla del hospital mientras el obispo no procediese a un acto de reparación y desagravio.
Este mismo lunes, una semana después del delito, el propio prelado, José Ignacio Munilla, pudo adelantar la resolución del caso en su programa Sexto Continente de Radio María: “Pedimos el don de la conversión para quienes hubiesen realizado ese sacrilegio y hoy os voy a dar una buena noticia. Las oraciones han sido escuchadas y quienes han perpetrado ese robo sacrílego han tenido su arrepentimiento y se han confesado”, explicó, según recoge Nicolás de Cárdenas en Aciprensa.
Añadió además que los profanadores devolvieron todo lo robado. Y dado que fue en confesión, “la Iglesia obviamente preservará bajo su sigilo sacramental las identidades de quienes pecaron de esta manera”.
“Ahora que el Señor ha tocado los corazones, solamente podemos decir: ¡Gloria a Dios!”, concluyó antes de subrayar que “la verdadera solución es el arrepentimiento, el retorno a la voluntad de Dios”.