Con el inicio de la campaña de la renta en España, Cáritas ha lanzado una campaña para animar a los contribuyentes a marcar las dos casillas en la declaración, tanto la de la Iglesia Católica como la de fines sociales, recalcando que marcando ambas se ayuda a esta organización de la Iglesia y a otras también católicas.
La pasada primavera, el 54% de las personas contribuyentes marcaron la casilla solidaria de la renta, superando los 11 millones y medio de personas. Sin embargo, hay un 46% (10 millones de personas) que no lo hacen, o bien porque marcan solamente la casilla de la Iglesia católica o porque no marcan ninguna (35%).
De este modo, desde Cáritas explican que dejar en blanco estas casillas de la asignación tributaria supone que una parte importante de la recaudación del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) pase cada año directamente a las arcas del Estado, en lugar de destinarse a fines sociales o al sostenimiento de la Iglesia.
“Existen dos perfiles básicos que no marcan ninguna de las dos casillas. Por un lado, está el público joven que está haciendo su primera o primeras declaraciones, y, por otro, un grupo importante de personas que no marcan ninguna o que marcan solo una al pensar que entre ellas se restan o que se pagan más impuestos”, explica Eduardo López, del equipo de Sensibilización y Comunicación en Cáritas Española.
Multiplicar la labor
La solidaridad de los contribuyentes españoles a través de las casillas de la asignación tributaria permite a Cáritas poner en marcha cada año cientos de proyectos sociales, ya que, como entidad del tercer sector de acción social, obtiene fondos a través de la casilla de “otros fines sociales” y también de la casilla destinada a la Iglesia Católica, al ser la confederación oficial de las entidades de acción caritativa y social de la Iglesia en España.
Con motivo del inicio de la campaña de la Renta 2022 y con el objetivo de poder seguir impulsando una sociedad más justa, inclusiva e igualitaria, Cáritas ha lanzado la campaña “No cuesta nada ayudar X dos” para invitar a la sociedad a marcar las dos casillas.
“De esta manera, el contribuyente puede multiplicar su solidaridad al aportar el 1,4% de sus impuestos tanto al sostenimiento de la Iglesia como a los fines sociales. Este sencillo gesto no supone pagar más ni que se le vaya a devolver menos en el resultado de su declaración”, apunta López.
“Marcando ambas casillas -añade- podemos apoyar a cientos de proyectos de atención a personas en situación de pobreza y exclusión, y, al mismo tiempo, la importante labor pastoral y litúrgica que lleva a cabo la Iglesia católica en España”.
Uno de los muchos proyectos que Cáritas lleva adelante gracias a los fondos obtenidos de la asignación tributaria es “Volver a empezar”. Este programa, liderado por Cáritas Burgos y la Pastoral Penitenciaria de dicha diócesis, permite acompañar cada año a 175 personas privadas de libertad. Su objetivo es acompañar a estas personas desde que entran en el centro penitenciario hasta que consiguen su reinserción social. Además de acompañar y elaborar junto a las personas reclusas un itinerario personal que permita a los educadores sociales orientarles en aquellos talleres educativos-formativos y en la formación ocupacional que estén más acorde a sus expectativas, se les ofrece también estancias en albergues o pisos de Cáritas durante los permisos y después de obtenida la libertad, además de apoyo económico o en especie para la cobertura de sus necesidades básicas.
“La financiación de este proyecto nos ha permitido intervenir de una forma determinante con un colectivo que sufre unas elevadísimas tasas de exclusión social. Las actividades que se desarrollan dentro del Centro Penitenciario les preparan para la vida, y para los retos que afrontarán una vez en libertad. Por encima del apoyo económico, sanitario o psicológico, es fundamental que descubran que tienen un proyecto de vida, que no están solos, y que la dura experiencia de la cárcel puede ser también el punto de partida para acceder a una integración plena”, señala David Alonso, educador social y responsable del proyecto.
Para muchos reclusos este programa es su única oportunidad de volver a formar parte de la sociedad. “Entré en contacto con Cáritas Burgos mientras estaba en la cárcel, porque nos ofrecieron unos talleres y, casi por curiosidad o aburrimiento, me apunté. A las pocas semanas, empecé a darme cuenta de que me venían muy bien, de que me planteaban un futuro que no me había imaginado antes. El camino es difícil, porque he cometido errores grandes y he tenido que pagar las consecuencias, pero ahora sé que hay quien se preocupa, quien me apoya y quien me anima. En unas semanas terminaré un curso y es muy posible que empiece a trabajar. Los que hemos pasado por la cárcel parece que quedamos marcados para siempre, pero no tiene por qué ser así”, explica José B, exrecluso.