Fran Aguiloche trabaja en Cáritas y acostumbrado a servir a los más necesitados es ahora él mismo el que está siendo ayudado por otros. Él es uno de los miles de vecinos de La Palma que llevan semanas viviendo una pesadilla que parece no tener fin debido a la erupción volcánica de Cumbre Vieja. Al igual que tantos otros habitantes ha tenido que dejar atrás casi todas sus pertenencias.
Tal y como informa Cáritas Tenerife, Fran es técnico de Empleo y del proyecto de Unidades Móviles de Atención en Calle (UMAC) para personas sin hogar de la organización de la Iglesia en la diócesis de Tenerife.
Aunque nació en Asturias lleva ya 16 años residiendo en La Palma. “Mi vida cambió radicalmente hace tres semanas”, asegura Fran, que fue desalojado de su vivienda el mismo día que se inició el proceso eruptivo.
“Metí prácticamente toda mi vida en dos maletas”, afirma resignado. De este modo, asegura que se vio “reflejado en las imágenes que yo veía por televisión de los refugiados, porque algo parecido me estaba pasando a mí. Y me fui con la incertidumbre de no saber qué pasará con mi casa”.
Junto a otros damnificados por la erupción volcánica, Fran se inscribió en el punto de triaje para afectados ubicado en el campo de fútbol de Los Llanos de Aridane, donde se facilitan productos de primera necesidad e información sobre alternativas de alojamiento y otras cuestiones vinculadas con las ayudas de las administraciones.
Sin embargo, él decidió quedarse primero con algunos compañeros del equipo técnico de Cáritas y posteriormente con Alberto, el párroco de Todoque, que le ofreció quedarse en la casa parroquial de La Laguna.
“Allí estuve tres semanas, hasta que volví a ser desalojado junto al sacerdote, porque la última colada volcánica también está afectando a esta zona”, explica Fran, que de nuevo tuvo que coger sus cosas y se trasladó a la casa parroquial de Tazacorte, con el propio Alberto y Jorge, el párroco y delegado arciprestal de Cáritas Diocesana de Tenerife en Los Llanos.
“Puerto Naos es ahora un barrio fantasma, porque solo podemos entrar 45 minutos algunos días para limpiar la casa y ver cómo está todo. He visto gente que ha perdido la esperanza, pero hay otros como yo que siempre queremos mirar hacia delante. Yo he pasado mi luto particular, de querer ir a mi casa y no poder, pero tuve que adaptarme a mi nueva realidad”, sostiene Fran, quien asegura que en los momentos más difíciles se ha sentido reconfortado por el ‘apoyo’ brindado tanto por la Iglesia como por sus compañeros de Cáritas.
“Siempre digo que Cáritas no está en primera línea, pero sí trabaja desde la trinchera, a medio y largo plazo, porque toda esta situación pasará, y cuando las administraciones y entidades terminen su trabajo, ahí seguirá Cáritas para continuar ayudando a todas esas personas que nunca antes habían necesitado nuestro ayuda y que ahora acabarán llegarán hasta nosotros”, concluye.