El monasterio de la Santa Faz de Alicante custodia una de las grandes reliquias de la cristiandad y por ello cada año decenas de miles de peregrinos llegan a este lugar para venerar un lienzo que según la tradición tiene la sangre de Cristo.
Hasta ahora este monasterio estaba habitado y guardado por las clarisas, pero la crisis generalizada de vocaciones y el envejecimiento de las religiosas había obligado a la comunidad a trasladarse. Sin embargo, el obispado de Orihuela-Alicante ha comunicado con gozo que este monasterio tan importante será custodiado por las Monjas Canónigas Lateranenses de San Agustín, conocidas en Alicante con el cariñoso apelativo de “las Monjas de la Sangre”.
Cambio en el monasterio
En el comunicado, el obispado explica que motivado por la escasez de vocaciones, la avanzada edad de las hermanas y por las nuevas disposiciones de la instrucción “Cor Orans”, que establece un mínimo de miembros en las comunidades de vida contemplativa para poder mantener activa una comunidad, la Federación de las Clarisas, a la que corresponde el Monasterio de la Santa Faz, decidió que no podía continuar con la misión encomendada.
Mientras tanto, y durante el tiempo que fuera necesario para proveer otra comunidad de vida contemplativa, la Comunidad de las Clarisas de Algezares ha prestado un servicio de guardia y custodia de la sagrada reliquia en el Monasterio.
Se inició entonces un periodo de búsqueda que llevó al obispo a visitar comunidades de religiosas contemplativas en territorio nacional, con posibilidades de trasladarse a la Santa Faz. Incluso se abrió la posibilidad de encontrar alguna comunidad de Clarisas en Hispanoamérica y se desarrolló una actividad ante la Santa Sede, visitada en dos ocasiones, que concluyera con el fin deseado: vida contemplativa en el Monasterio de la Santa Faz.
Las "monjas de la Sangre" custodiarán la reliquia
Finalmente, “las Monjas de la Sangre”, que tienen su sede en el Monasterio de la Preciosísima Sangre, se trasladarán al Monasterio de la Santa Faz para tomar el relevo de las Clarisas en la guardia y custodia del Sagrado Lienzo.
Con la marcha de las Clarisas, y con el traslado de las Hermanas de la Sangre, quedan, pues, iniciados dos trámites administrativos que aún tienen un recorrido que debe ser sancionado por Roma.
Por un lado, la aceptación de la supresión de la Comunidad de Clarisas del Monasterio de la Santa Faz, que ellas mismas ya solicitaron. Por otro la autorización del traslado de la Comunidad de las Monjas Canónigas Regulares Lateranenses de San Agustín al Monasterio de la Santa Faz. Aunque ambos procedimientos no han concluido, la autorización es ya efectiva. Por ello se procede, con el acuerdo de Roma, el de las Clarisas y el de las Canonesas, a iniciar el traslado de estas últimas al Monasterio de la Santa Faz.