El extremeño Miguel Márquez Pérez es ya el nuevo superior de los Carmelitas Descalzos, que nacieron tras la reforma de dos de los grandes santos, Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz. Actualmente, esta orden tiene 4.000 frailes, 12.000 monjas y 22.000 laicos en cien países.
Cuando se mueve por su Plasencia local conduce un pequeño Citröen C3 y duerme en casa de su hermano. Antes de seguir la llamada vocacional para ser carmelita jugaba al fútbol, así que nunca se sabrá si La Liga perdió un futbolista. Lo que es cierto es que la Iglesia ha ganado a un superior de una de las grandes órdenes católicas y con más historia.
Tal y como cuenta el periódico Hoy, unas monjas a las que conoció siendo monaguillo fueron claves en esta llamada a la vida religiosa. Miguel Márquez es hijo de un representante de alimentación y de una sirvienta, así como bisnieto de un alcalde comunista que tuvo Casas del Castañar (Valle del Jerte).
Peros si las monjas abrieron camino, fueron unos frailes a los que conoció en la adolescencia en el ahora cerrado monasterio de Las Batuecas (Salamanca) los que transformó su vida.
En este sentido, explica sobre sí mismo: “No soy ninguna lumbrera ni un intelectual, pero sé pedir ayuda, conozco mis limitaciones y me dejo aconsejar por quienes mejor conocen cada materia”.
Y sobre el Papa Francisco asegura que se identifica con él, “con algunos giros muy valientes que le ha dado a la Iglesia, pero yo soy del Papa que esté en cada momento”.
Segundo de cinco hermanos, al nuevo superior de los carmelitas descalzos siempre le gustaron los deportes, la aventura –fue scout– y la naturaleza. Y esto último le animó a tomar la decisión de irse a pasar unos días con los frailes de Las Batuecas, de la misma orden que aquellas monjas de sus días como monaguillo. “Lo de Las Batuecas fue para mí un choque tremendo –recuerda–. Tenía 15 ó 16 años y pensé 'Esto es otro mundo'. Un mundo que me resultó tremendamente atractivo. Me preguntaba cómo era posible que aquellos hombres fueran tan felices y transmitieran tanta paz”, cuenta.
Así pues, a la primera visita le siguieron varias más. Después llegó el conocimiento de la espiritualidad carmelita gracias a los textos de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz. Al final la vocación floreció en él y en 1990 fue ordenado sacerdote, siendo destinado al Seminario Menor de Toledo como formador.
A los seis años le enviaron a Palencia, donde estuvo tres años hasta volver a Salamanca, como maestro de teólogos y superior de esa casa de formación en la que él había estudiado. En 2009 fue nombrado responsable de la provincia de Castilla (demarcación que incluía Castilla-La Mancha, Castilla y León excepto Burgos y León, y parte de Cáceres y Pontevedra). En 2015, todas las provincias españolas de la Orden excepto País Vasco y Navarra se fusionaron y nació la Provincia Ibérica, con Miguel al frente.
Finalmente, el pasado septiembre, 92 superiores repartidos por el mundo votaron para elegir al nuevo superior general y le designaron a él, que ahora estaba en Tenerife.