Como parte de la campaña "Doce semanas" de la Conferencia Episcopal Española, los medios de comunicación de los obispos en España acaban de publicar su quinto vídeo dedicado a mostrar la labor de la Iglesia frente a "uno de los problemas más graves" del presente como es la salud mental.
La campaña de la Conferencia Episcopal alerta de que España encabeza la lista de países que más ansiolíticos consumen, según el Informe Anual del Sistema Nacional de Salud de 2022, del Ministerio de Sanidad.
A esto se añaden los datos de la Confederación Salud Mental España, que recoge que:
- El 6,7% de la población de España está afectada por la ansiedad, exactamente la misma cifra de personas con depresión. En ambas es más del doble en mujeres (9,2%) que en hombres (4%).
- Entre el 2,5% y el 3% de la población adulta tiene un trastorno mental grave. Esto supone más de un millón de personas.
- 7,3 millones -casi la mitad de jóvenes españoles de entre 15 y 29 años (48,9%)- considera que ha tenido algún problema de salud mental, según el II Barómetro Juvenil de Salud y Bienestar de la FAD de 2019.
- El 9% de la población tiene algún tipo de problema de salud mental y el 25% lo tendrá en algún momento a lo largo de su vida, según la OMS.
- El 88% de las labores de atención y apoyo las realizan personas cuidadoras informales (familia, amigos/as, etc.).
- Más de la mitad de las personas con trastorno mental que necesitan tratamiento no lo reciben y un porcentaje significativo no recibe el adecuado.
- Entre el 11% y el 27% de los problemas de salud mental en España se pueden atribuir a las condiciones de trabajo.
"Dar esperanza en la tristeza"
Ante estos datos, la Iglesia española pretende con su campaña "dar esperanza en la tristeza" porque "para la Iglesia, la salud no sólo se refiere al cuerpo, sino sobre todo a la integralidad de la persona con todos sus componentes psicológicos, sociales, culturales, éticos y espirituales".
Especial preocupación muestran los obispos con los índices de personas atendidas en consultas psiquiátricas, los diagnósticos en edades muy tempranas o con los suicidios, primera causa de muerte en jóvenes y adolescentes españoles de entre 12 y 29 años.
Unos elementos que, según los obispos, hacen pensar que "las heridas del tiempo que vivimos hacen mella en nuestra cabeza".
Entre las causas, aluden al "ritmo de vida que se nos exige o que nos hemos autoimpuesto, la pérdida de horizonte de sentido, el empujón de las redes sociales para alcanzar el éxito" o una buena imagen a transmitir que "lleva a muchas personas a una carrera alocada por alcanzar unas metas que no son ni importantes ni imprescindibles y que generan una gran tensión interior".
Son los principales elementos de una tensión que, además, "se afronta en muchas ocasiones en soledad" con motivo de la desestructuración familiar, la pérdida de relaciones y de valores o las amistades líquidas que vienen y van [y] no generan esa red de apoyo, de confianza que permiten afrontar las dificultades con serenidad".
La Iglesia, dique de esperanza
La Iglesia Católica es una de las instituciones que con mayor ahínco aborda la cuestión de la salud mental en España. Lo hace atendiendo a las consecuencias que para la salud mental tienen los aspectos mencionados, pero también desde los centros para la atención a las personas que padecen sufrimiento psicológico y emocional, a quienes acoge y acompaña "con el modelo de entrega y amor de Jesús de Nazaret".
Especialmente reseñable entre todas las iniciativas de la Iglesia es la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, que solo en España cuenta con una red de 80 centros sanitarios, sociales, sociosanitarios, docentes y de investigación, 21 de los cuales actúan en el ámbito de la salud mental y que atienden a más 390.000 personas cada año, ya sea en centros de media y larga estancia, consultas externas, residencial y agudos o desde la rehabilitación y reinserción en la comunidad a través de centros especiales de empleo o pisos tutelados, a través de los que muchas personas pueden iniciar un proyecto de independencia e integración social y laboral.
Junto con las consecuencias directas, la Iglesia también trabaja y aborda las causas de dicha problemática, a través de la creación de comunidades fuertes y la divulgación de una fe para las que "todos tienen nombre, historia y sentido… comunidades acogedoras que ofrezcan un horizonte vital de crecimiento en el que la vida tenga sentido".