El secretario general de la Conferencia Episcopal Española y obispo auxiliar de Valladolid, Luis Argüello, ha publicado un artículo este Primero de Mayo, festividad de San José Obrero y Día Internacional del Trabajador, en el que expresa su preocupación por las consecuencias de la pandemia de coronavirus en la futura organización de la política y la economía, y en la concepción del mundo que ello implica.
"El confinamiento provocado por la CoVid-19 paraliza la vida social y económica y acelera muchos procesos ya en marcha: teletrabajo, control de la población, renta básica, transición hacia el modelo económico, social y cultural propiciado por la revolución tecnológica, con un protagonismo grande de la biopolítica: ecología, hombre exponencial e inteligencia artificial, salud y trashumanismo. La pandemia intensificará las inversiones en salud, referencia central del progreso y sustitutivo de la salvación", advierte monseñor Argüello.
En el aplauso a quienes luchan en primera línea, la pandemia ha suscitado "un extraordinario elogio de la actividad humana en favor del bien común" y como "expresión de la dignidad humana, de la capacidad de servicio, de generación de riqueza -bienes y servicios- y de relación con otros, entretejiendo la vida social", dice el prelado. Al mismo tiempo, "millones de personas pierden el trabajo o ven amenazado su empleo, en una situación en la que ya muchos estaban en paro o habían recuperado un trabajo en condiciones precarias después de la crisis".
Argüello cita la opinión del economista Santiago Niño-Becerra de que "la nueva normalidad será vivir en una sociedad sesgada, con desempleo estructural, un subempleo elevadísimo y una desigualdad enorme. Solo se compensará con el trinomio social: la renta básica, ocio gratuito y marihuana". "Puede parecer una boutade, pero da pistas", agrega el obispo en el artículo publicado en Ecclesia.
El paradigma de la corrección política
A continuación el secretario de la conferencia episcopal sintetiza en una frase el modelo que se intenta imponer en el mundo: "La fase actual del capitalismo financiero y tecnológico, liderado por las grandes corporaciones de la información, une su condición tecnocrática en el control de la economía, a una propuesta compasiva y moralista en la cultura y las formas de vida que tiene como finalidad última el poder; éste anula la libre conciencia con el señuelo de ofrecer más y más libertades que no cuestionen el marco de su paradigma tecnocrático y cultural. Desde ese marco es fácil condicionar la política global y nacional. Es un ámbito donde caben propuestas de capitalismo ortodoxo, populismos, ONGs y todos los altavoces de lo políticamente correcto".
Pero como "la realidad del sufrimiento es tozuda y grita... surge una tentación: anular el sufrimiento, anulando a los que sufren".
La renta básica
En ese marco, Argüello reflexiona sobre el papel que jugará "la llamada renta básica", en cuyos aspectos técnicos y de financiación no entra porque "pertenecen al ámbito de la genuina libertad en la acción política".
Pero sí advierte de que "si las llamadas rentas básicas... no promocionan el trabajo, el riesgo de que el capital que las genera, estatal o privado, explote a muchos y arranque el protagonismo histórico a la mayoría es muy grande. Generar dependencias es un instrumento habitual de dominadores".
Para el Día del Trabajo 2020, Argüello pide la intercesión de San José Obrero para "repensar el valor del trabajo, el sentido del progreso, el papel de la familia y los estilos de vida en un programa de gobierno para el bien común. Pero no será posible liberarse de las ataduras del gnosticismo tecnocrático y del pelagianismo moralista, falsamente compasivo, sin una fuerte espiritualidad".