La revista Vida Nueva ha publicado un reportaje en el que habla del “boom” de cofrades que se ha producido en los últimos 20 años. Los nazarenos han pasado en este tiempo del millón a los tres millones.
En Sevilla, por ejemplo, se ha pasado de los 100.000 cofrades que había en 1998 a los 215.000 que hay en la actualidad. El hermano mayor de la Hermandad de la Macarena, José Antonio Fernández Cabrero, habla del ejemplo que mejor conoce: “Cerramos 2017 con 13.841 hermanos, y en la actualidad, contamos ya con 14.274. Nuestro crecimiento es grande, teniendo en cuenta que a los registrados hay que unir los cientos de miles de devotos”.
Por su parte, Fermín Labarga, delegado de Cofradías y Hermandades de la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, asegura que los cofrades serán “probablemente muchos más de tres millones en todo el país, con un crecimiento significativo en los últimos años en regiones donde se había perdido la tradición, como País Vasco y Cataluña”.
El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, es consciente de la importancia de las cofradías y de la oportunidad de evangelización que se abre por esta vía. “Estamos creando una conciencia de identidad eclesial. La cofradía nace en la Iglesia, no en el Ayuntamiento ni en la Junta. En todos nuestros encuentros, les insisto en tres conceptos: la necesidad de reforzar la identidad cristiana, impulsar la formación catequética y desarrollar la caridad”, afirma el prelado.
De los 800.000 cordobeses, más de 300.000 son cofrades. Monseñor Fernández explica que “el sustrato está todas las casas. En todas las familias hay al menos una persona implicada directamente en la Semana Santa”.
Preguntado sobre este repunte de las cofradías responde el arzobispo emérito de Sevilla, el cardenal Carlos Amigo. En una entrevista también en Vida Nueva considera que no se debe a una sola causa sino a “diferentes elementos que se conjugan”.
En su opinión, el primero es “un ansia soterrada de Dios”. El purpurado agrega que “en muchas de estas personas hay un deseo de encender las luces largas de su vida parea ir más allá de los que se puede ver con los ojos. A partir de ahí, es cierto que es una llamada al asociacionismo, en un momento en el que los jóvenes no se encuentran a gusto con otras instituciones que no les dan voz”.
Sin embargo, en las cofradías, agrega el cardenal Amigo, “se ven acompañados, se sienten acogidos, tienen protagonismo y crean vínculos de amistad y colaboración para hacer una obra determinada. Unos valores que parecían olvidados parecen sentirse en el pueblo, florecen: capacidad de apertura, la acogida al que llega, el sentido de identidad, la liberación de la rutina, la participación en empresas comunes, la cohesión social y con la conciencia de lo solidario”.