El sábado 30 de octubre la catedral de Tortosa acogerá la ceremonia de beatificación de 4 sacerdotes de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos asesinados por odio a la fe durante la Guerra Civil española; tres de ellos fueron asesinados en 1936 y otro en 1938.
La ceremonia empezará a las 11 de la mañana, presidida por el cardenal Marcello Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, quien ya estuvo en España hace una semana, para la beatificación de 127 mártires asesinados en la diócesis de Córdoba en la misma época.
Con el cardenal Semeraro concelebrarán el obispo de Tortosa, Enrique Benavent; el director general de la Hermandad de Sacerdotes Operarios, Florencio Núñez, junto con otros 4 cardenales, 20 obispos y más de 80 sacerdotes.
Beber de la vida que ellos entregaron
A la religiosa cisterciense y reconocida pintora Isabel Guerra se le encargó una imagen oficial sobre estos mártires. Todo un reto.
La religiosa ha escrito sobre lo que le venía a la cabeza al meditar sobre estos mártires.
"La potestad de El Vencedor de la muerte resplandece en la humildad de sus vidas entregadas. Los que creían arrebatarles la existencia, les daban entrada en la vida para siempre. Y el siniestro sonido de las armas hacía resonar un canto de victoria atravesando, hasta la gloria, el universo. Combatieron con la paz de los sencillos el ataque de la violencia injusta. Que nunca es justa la violencia que pretende acabar con la bondad que la supera", escribe.
"Pero yo, pensando estas cosas, ¿qué hago ahora con estas pequeñísimas fotos de minúsculos puntitos que han aparecido en la pantalla de mi ordenador? ¿Qué puedo hacer para decir en imagen que estos rostros, apenas visibles, son ahora luz del mundo? ¡Total temeridad! He dicho que voy a intentar crear esa imagen no sé por qué. Y no sé por qué, pero voy a intentarlo. ¡Hablar de su vida, de su muerte y de su gloria!", escribe, explicando el reto.
"Estos rostros necesitan un cuerpo acorde con su momento, con el talante de tantos que, como ellos, vivieron aquellas circunstancias. Y estaban ahí, preservados del deterioro de los años, digitalizados en sus pobres condiciones, pero a salvo en Internet. ¡Ya tienen entera su figura, he encontrado sus cuerpos! Forman un grupo de fraternidad serenamente invencible", proclama la pintora.
"Y también las armas que acabaron con la vida de tantos como ellos. Las pongo a sus pies, les prendo fuego, un fuego sin luz, unas llamas que sólo destruyen aquello que no cuenta, proyectando oscuridades".
"Y sus casas ardiendo. Las miro y no, no se queman, se elevan y se van haciendo una luz infinita en la infinita luz de la Belleza. Y en el centro de la composición, presidiendo y acogiendo en sí toda la escena, el signo glorioso del poder que vence al mundo: La Cruz. A ella supieron abrazarse estos cuatro testigos de la fe, ese don todopoderoso que tienen los débiles para llegar a ser canto de alabanza eterna. Esa Cruz en la que están integrados todos los colores que forman su blancura de irradiación perfecta. Los colores de cada uno de estos cuatro combatientes, armados todos ellos del perdón y la paz. La Cruz flanqueada de armoniosa tubería que cantará por siempre su Himno de Victoria: A ÉL HONOR Y POTENCIA POR LOS SIGLOS", exulta la artista.
Sangre derramada, fuente de vocaciones
El postulador de la causa de martirio, el sacerdote operario P. Carlos Comendador, aseguró que “estos sacerdotes no buscaron la muerte directamente, pero tampoco huyeron, y ofrecieron su vida permaneciendo fieles a la fe cristiana y a su sacerdocio sin renegar. Son, por ello, testigos de la fe y de su sacerdocio”.
El Director general de la Hermandad, el P. Florencio Núñez, expresó su deseo de "que el testimonio de los beatos Francisco Cástor, Millán, Manuel y Aquilino ilumine nuestras vidas. Que su sangre derramada sea fuente de nuevas vocaciones y ayude a todos los sacerdotes y a todos los creyentes a descubrir en la configuración con Cristo el único verdadero proyecto para sus vidas”, aseguró.
Con posterioridad a la ceremonia, se celebrarán más actividades espirituales y una exposición sobre los mártires de la Hermandad. El domingo 31 de octubre, a las 10:00 a.m, se celebrará la Misa de acción de gracias por la beatificación de los mártires operarios en la Catedral y por la tarde, el Seminario acogerá un encuentro de seminaristas con Jorge Carlos Patrón Wong, Secretario para los Seminarios de la Sagrada Congregación para el Clero. El lunes 1 de noviembre, se celebrará la Eucaristía en la Solemnidad de Todos los Santos, en la iglesia de la Reparación.
La pandemia aplazó la ceremonia
Hace ya más de un año, el 29 de septiembre de 2020, que el Papa Francisco autorizó la promulgación del decreto de martirio de estos cuatro sacerdotes operarios diocesanos. Como en otros casos, la pandemia de coronavirus fue la causa de que se fuera aplazando la ceremonia de beatificación.
De los 4 mártires, 3 eran formadores en distintos seminarios: en Ciudad Real, León y Baeza.
El P. Francisco Cástor Sojo López nació en Madrigalejo (Cáceres), y sufrió el martirio en Ciudad Real el 12 de septiembre de 1936, cuando tenía 55 años.
El P. Millán Garde Serrano era originario de Vara del Rey (Cuenca), y fue asesinado en Cuenca el 7 de julio de 1938, a la edad de 62 años.
El P. Manuel Galcerá Vidallet nació en Caseras (Tarragona), y murió en Ibros (Jaén) el 3 de septiembre de 1936, con 59 años.
El P. Aquilino Pastor Camberos era distinto a los otros. Los anteriores eran sacerdotes veteranos, y maestros de seminaristas. Pero Aquilino Pastor sólo tenia 25 años cuando lo mataron y apenas llevaba un año de sacerdote. Era natural de Zarza de Granadilla (Cáceres) y fue asesinado en Úbeda (Jaén) el 29 de agosto de 1936.
Con ellos, son ya 30 los sacerdotes operarios españoles beatificados por la Iglesia.
Los primeros mártires operarios fueron beatificados por San Juan Pablo II el 1 de octubre de 1995, era el grupo del P. Pedro Ruiz de los Paños y 8 compañeros mártires. El segundo grupo de sacerdotes mártires lo encabezó el P. Joaquín Jovaní Marín y 14 compañeros, la beatificación tuvo lugar en Tarragona el 13 de octubre de 2013. Dos sacerdotes operarios más fueron beatificados el 25 de marzo de 2017, dentro de la causa del P. José Álvarez-Benavides y de la Torre y 114 compañeros, de la diócesis de Almería.
Sobre la Hermandad de Sacerdotes Operarios
La Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos es una asociación de sacerdotes diocesanos (y también diáconos) que, cada uno con permiso de su obispo, se vincula a la Hermandad. Colaborará de forma estrecha con el obispo y otros sacerdotes y tendrá especial disponibilidad y libertad para ir a trabajar a cualquier parte del mundo.
La Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos fue fundada en 1883 por 'mosén Sol', el beato tortosino Manuel Domingo y Sol. Busca el fomento, sostenimiento y cuidado de las vocaciones eclesiásticas, religiosas y apostólicas, la formación cristiana de la juventud y el incremento del espíritu de reparación y de la devoción al Corazón de Jesús, especialmente en la Eucaristía.
En 1898 la Santa Sede reconoció oficialmente la peculiaridad de la Hermandad: sacerdotes seculares con vida común, por eso no fue hasta en 1927 que la Hermandad fue aprobada por la Santa Sede como Sociedad de vida común sin votos; y más tarde, en 1952, como Instituto Secular.
Actualmente la Hermandad es una Asociación Pública Clerical de Derecho Pontificio, aprobada como tal por Benedicto XVI en 2008 y están presentes en Alemania, Angola, Argentina, Brasil, Cuba, España, Estados Unidos, Italia, Perú, Portugal, República Democrática del Congo, Venezuela y Zambia.