La Conferencia Episcopal Española, reunida toda esta semana en su 123ª Asamblea Plenaria, ha lanzado un mensaje "ante la situación social y política de España" donde afirman compartir "la preocupación que suscitan la actual polarización ideológica, la crispación social y los episodios de desencuentro".
La gravedad del momento
Un juicio inevitablemente referido a la reciente formación en España de un Gobierno que, para alcanzar la mayoría parlamentaria, ha pactado con sus socios comunistas y separatistas una serie de medidas que, según un número cada vez mayor de instituciones públicas, organizaciones y asociaciones de la sociedad civil y por supuesto los partidos de la oposición (PP, Vox y UPN), suponen una cancelación de la Constitución y del Estado de Derecho.
Varios obispos españoles se habían mostrado ya contrarios a una de ellas, la amnistía a las personas condenadas, procesadas o prófugas de la Justicia (como el ex presidente de la Generalitat catalana, Carles Puigdemont) por numerosos delitos vinculados a su participación en el golpe de Estado del 1 de octubre de 2017.
Encuentro y concordia
La conferencia episcopal, a través de su portavoz, César García Magán, se dirige ahora a los españoles afirmando que "el encuentro y la concordia siguen siendo posibles".
"Inspirados en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia", afirman, "fieles a nuestra misión que nos invita a ofrecer una orientación moral, iluminar las conciencias e impulsar la búsqueda de soluciones a los desafíos del momento actual", buscan "fomentar la cultura del encuentro, es decir, buscar puntos de contacto, tender puentes, y proyectar algo que incluya a todos".
Significativamente, recuerdan un documento de 2006 en el que reclamaban como "absolutamente necesario" que se respetase "el recto funcionamiento de las diferentes instituciones": "Es especialmente importante que se respete escrupulosamente la autonomía del Poder Judicial y la libertad de los jueces”, dijeron entonces.
La Constitución y el Estado de Derecho
Es otro de los principios ahora en peligro, según advirtieron todas las asociaciones de jueces en un insólito pronunciamiento conjunto, ante la propuesta, contenida en los acuerdos de gobierno, de que comisiones parlamentarias revisen resoluciones judiciales, con eventuales sanciones a los magistrados.
"Queremos alentar un diálogo social entre todas las instituciones que cultive la escucha y evite posiciones inflexibles y excluyentes", prosiguen los obispos: "Los acuerdos deben respetar la dignidad de la persona, el bien común y los principios de subsidiariedad y de solidaridad. Estos principios han de realizarse en el marco del ordenamiento jurídico propio del Estado de Derecho que nos hemos dado los españoles en la Constitución de 1978, que culminó la Transición. Nuestra Carta Magna consagra la separación de poderes y la libertad e igualdad de todos los ciudadanos, al tiempo que garantiza la realización efectiva del principio de solidaridad, recogido en su art. 2, velando por el establecimiento de un equilibrio económico, adecuado y justo entre las diversas partes del territorio español".
Aunque no envuelven ninguna crítica directa, estas afirmaciones se refieren veladamente, por un lado, a dicha coacción del poder legislativo sobre el poder judicial; también a la ruptura de la igualdad entre los españoles con una ley de amnistía diseñada en beneficio de unos pocos; y, por último, a la ruptura de la solidaridad interterritorial al condonarse la deuda y otorgarse privilegios fiscales a unas comunidades autónomas y no a otras.
Medidas todas ellas que forman parte de los compromisos de Pedro Sánchez, y que sus socios le recordaron sin disimulo en la misma sesión de investidura como precio de sus votos.
Por la fraternidad
La "fraternidad" que supone "la Buena Noticia de Jesucristo" al hacernos a todos hijos del mismo Padre, concluyen los obispos, "nos compromete a todos a actuar en conciencia por la verdad y el bien del prójimo, a trabajar con esperanza en favor del encuentro en la convivencia pacífica y el respeto mutuo, excluyendo toda violencia, cultivando el perdón cristiano y la reconciliación, y estimulando el ejercicio de la caridad social y política".