Este 2019 se cumplen 25 años del genocidio que acabó en Ruanda con la vida de más de 800.000 personas. Uno de los supervivientes y testigos de aquella brutal matanza es hoy sacerdote y misionero en España, donde es párroco desde 2016 de San Pedro Pascual en Valencia.
Dominique Savio Tuyisenge, religioso de los Misioneros de los Sagrados Corazones tiene 43 años, y era un adolescente de 17 cuando se produjo el genocidio. Fue testigo directo de este episodio histórico de Ruanda, cuando cursaba la educación secundaria, y solo quiere recordar “la resurrección y que nos hemos levantado tras una caída”, explicó en una entrevista la semanario diocesano Paraula.
"Veías como la gente moría"
Según sus palabras, aquella experiencia “fue horrible porque te das cuenta de que el ser humano es capaz de cometer atrocidades”. Él vivía en Kigali, la capital, y vio como el país sufría una auténtica guerra, lo que le obligó a huir a El Congo, con su familia, donde permanecieron cerca de tres años.
“La guerra estaba en Ruanda, lo llenaba todo y veías como la gente moría”, ha comentado sobre aquellos días, en los que perdió a muchos familiares y amigos y en los que aprendió a “valorar cada instante de la vida y lo bueno que tiene”.
Sin embargo, el sacerdote ha destacado que en esa dura situación “la esperanza era Dios, que a pesar de tanto mal iba a sacar bien” porque “cuando el hombre falla solo puede solucionarlo Dios, es el único que puede cambiar el corazón del ser humano cuando se pervierte, por eso fueron días para apoyarse en Dios, era el único camino”.
El sacerdote ruandés también ha destacado la “gran labor que realizó la Iglesia aquellos días en Ruanda, cuando muchos misioneros arriesgaron su vida y los templos se convirtieron en refugio”. Además esa labor continuó después porque “la Iglesia ha sido pionera en la reconciliación y está haciendo mucho trabajo en las cárceles y con iniciativas para conseguir el perdón”.
"Perdonar es amar"
Al respecto, Dominique Savio ha apuntado que “perdonar es amar y hay que mirar para adelante y resucitar”.
La vocación de Dominique surgió gracias al ambiente cristiano con el que creció y por su participación en diferentes grupos de la Iglesia. “Yo quería entrar al Seminario desde pequeño pero mi padre no quiso”. Años después quedó cautivado por el testimonio de los Misioneros de los Sagrados Corazones “que anunciaban que Dios es amor”.
Hoy en día, 25 años después del genocidio, el sacerdote no duda en que Dios “siempre ha estado con Ruanda, nos ha bendecido con un país hermoso, conocido como el de las mil colinas y que, poco a poco, se va levantando con su ayuda”.