Este viernes 13 de marzo la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Española ha publicado, por la tarde una nueva lista de "orientaciones" ante la crisis sanitaria del coronavirus en España. Según las cifras de la tarde de este viernes , el país acumula 121 muertos y más de 4.500 infectados. Se ha decretado el Estado de Alerta y hay ciudades enteras (Igualada, Haro, costa de Murcia) puestas en aislamiento por la autoridad civil. La última lista de recomendaciones de la CEE, muy genérica, se publicó el viernes anterior, cuando había sólo 8 muertos y 374 casos.
El nuevo texto de los obispos incluye muy pocos mandatos y muchas 'recomendaciones'... y además contrasta con las normas que cada obispo decreta para su diócesis en el mismo día.
Lo que dice la nueva normativa de Conferencia Episcopal
La normativa de Conferencia Episcopal declara que aunque se mantiene la celebración de misas públicas "es aconsejable que las personas con enfermedades crónicas, ancianas, debilitadas o con riesgo potencial y quienes conviven con ellas, se abstengan de acudir a la celebración de la Eucaristía. A todos se nos está recomendando salir de casa lo menos posible".
La forma de comulgar es también una recomendación: "De manera extraordinaria, se recomienda recibir la comunión en la mano. Los celebrantes y quienes distribuyen la comunión y preparan los objetos litúrgicos deben extremar el cuidado en la desinfección de las manos".
Sobre el rito de la paz hay una elección: "Debe de omitirse el rito de la paz o expresarse en un gesto que evite el contacto físico".
Uno de los pocos mandatos directos se refiere a las procesiones, y es muy breve y poco elaborado: "Las procesiones de este tiempo han de suprimirse". Muy poco trabajado para un tema que mueve millones de personas y mucho trabajo, dinero e ilusión.
Las "orientaciones" las establece la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal, formada por:
- el cardenal Juan José Omella, de Barcelona
- el cardenal Carlos Osoro, de Madrid
- el arzobispo Jesús Sanz Montes, de Oviedo
- el obispo Ginés García Beltrán, de Getafe
- el obispo Mario Iceta Gavicagogeascoa, de Bilbao (que es el único doctor en Medicina)
- el obispo Jesús E. Catalá Ibáñez, de Málaga
- el obispo José María Gil Tamayo
- el obispo José Ángel Saiz Meneses, de Tarrasa
- Luis Javier Argüello García, obispo auxiliar de Valladolid y portavoz
De izquierda a derecha y de arriba a abajo: el cardenal Omella, el cardenal Osoro, el obispo portavoz Luis Argüello, Jesús Sanz (Oviedo), Ginés García Beltrán (Getafe), Mario Iceta (Bilbao), Jesús Catalá (Málaga), Gil-Tamayo (Ávila) y Saiz Meneses (Tarrasa)
Algunas recomendaciones de esta nota contrastan con las de algunos obispos emitidas para sus diócesis. Por ejemplo, mientras aquí se dice "se recomienda recibir la comunión en la mano", el arzobispo de Granada en sus normas también del día 13 establece: "la comunión, se dará a quienes la deseen, y los sacerdotes la depositarán en la mano o en la boca de los fieles según ellos lo expresen con su gesto en el momento de recibirla, ya que las posibilidades de contagio son similares en ambos casos".
A modo de contraste, en Asturias, en la misma fecha, el arzobispo Sanz Montes decreta con firmeza (no como mera recomendación): "la sagrada comunión se recibirá extraordinariamente sólo en la mano, con todo el respeto y la misma dignidad que tiene recibirla en la boca".
Las Hermandades de Ceuta, de Alicante y Orihuela han anunciado que suspenden sus procesiones de Semana Santa... muchos obispos son reticentes a requerirlo, y parecen esperar a que sea el poder civil el que lo establezca
Y respecto a las procesiones, en la nota de Granada el arzobispo Javier Martínez escribe: "No emito, queridos hermanos, en este momento, ninguna norma particular sobre las celebraciones de la Semana Santa, aunque estén relativamente próximas. Lo haré en su momento, cuando sepamos más de la evolución del virus y de acuerdo con las normas que para entonces hayan dado a todos las autoridades civiles".
En Asturias, la normativa del arzobispo Sanz no encaja tampoco con el breve mandato de la Conferencia Episcopal ("las procesiones de este tiempo han de suprimirse"). "Ante lo impredecible del problema del Covid19 y su evolución en nuestra región de Asturias, no podemos precisar ninguna indicación en torno a las manifestaciones religiosas que se tendrán con motivo de las procesiones de la Semana Santa y los Viacrucis en las calles durante la cuaresma", escribe.
También contrastan las diferencias en las dispensas sobre el precepto dominical. Mientras en Madrid el arzobispo Osoro concede dispensa a todo el mundo (y así hacen otras muchas diócesis), en Granada el arzobispo Javier Martínez la concede sólo a "las personas mayores de 65 años, así como todas las que crean, en conciencia, que tienen, por cualquier motivo, un riesgo especial".
En Asturias "se sugiere a los fieles no acudir masivamente a las mismas [misas], pudiendo hacerlo también a través de los medios extraordinarios de televisión y otros canales informáticos. Cada fiel deberá ponderar la conveniencia de un modo o de otro, pero las personas en riesgo han de evitar absolutamente su participación presencial".
(El concepto de "personas en riesgo" es, como poco, difuso: las personas ancianas y enfermas están en riesgo de morir, pero el resto está en riesgo de contagiarse e infectar a otros).
Es curioso revisar las normas para Bilbao del obispo Mario Iceta, el único con un título de medicina: son muy breves y en un lenguaje poco contundente y deja sin tratar temas médicos, como las prácticas litúrgicas que pueden causar contagio.
Así, explica, "es aconsejable que las personas enfermas, ancianas, debilitadas o con riesgo potencial, y a quienes conviven con ellas o las cuidan, se abstengan en lo posible de acudir", "los espacios de culto pueden permanecer abiertos para la oración", "pospónganse en la medida de lo posible las demás celebraciones"... y no menciona específicamente procesiones ni nada sobre la forma de comulgar, ¡ni siquiera sobre el gesto de la paz!
Así, este 13 de marzo cada obispo ha ido estableciendo sus propias normas, que pueden ser bastante distintas de las que establece la Conferencia Episcopal.
Orientaciones ante la situación actual (de la Conferencia Episcopal Española)
13 de marzo (aquí en la web de la CEE)
“Animo, soy yo, no tengáis miedo” (Mt 14, 27)
En tiempos de tribulación el Señor sigue presente y nos acompaña con palabras de ánimo al mismo tiempo que nos envía a cuidar y alentar a quienes nos rodean. Constantemente nos saluda: “paz a vosotros”.
1.- Preocupación y responsabilidad
La emergencia sanitaria que estamos sufriendo con el coronavirus Covid-19, pone en primer plano la preocupación máxima por la gravedad de la situación creada en todos los lugares y actividades, que sigue experimentando un crecimiento exponencial.
Junto a esta razonable preocupación, deseamos indicar las medidas necesarias, algunas de carácter extraordinario, siguiendo los consejos y las decisiones que desde el Gobierno, el ministerio de Sanidad y las comunidades autonómicas se están indicando. Agradecemos la entrega generosa de tantas personas que están ayudando en esta crisis, cada cual desde su responsabilidad.
Como cristianos, queremos vivir estos momentos con toda nuestra responsabilidad ciudadana, con la solidaridad fraterna hacia las personas afectadas, y con la confianza en el Señor que en tiempos de prueba nunca nos deja de su mano, sino que sostiene nuestra esperanza y nos invita a la conversión.
Esta situación global es signo también de los vínculos que nos unen y que fundan la llamada a la solidaridad en el cuidado a las personas más débiles y necesitadas de ayuda, enfermos mayores y solos.
También hemos de disponernos a un nuevo y exigente ejercicio de fraterna solidaridad ante las consecuencias económicas y sociales que se temen como consecuencia de este problema global. Este momento de gran necesidad puede ser, esperamos, ocasión para fortalecer, entre todos, la solidaridad y el trabajo en favor de un objetivo común.
2.- Caridad activa para no exponernos al contagio ni ser cauce del contagio a otros.
Las medidas que hemos de estar dispuestos a poner en práctica han de ayudarnos a no contraer la enfermedad y así no ser la causa de que otros cercanos a nosotros se contagien. Por ello estamos llamados a realizar esfuerzos y renuncias aunque resulten dolorosas. Especialmente los jóvenes están llamados a colaborar y dar testimonio de fraternidad.
Por ello, hacemos un llamamiento a seguir las indicaciones de los responsables de la salud para evitar el avance acelerado de la enfermedad con las medidas higiénicas y evitando contactos que faciliten el contagio. Estas recomendaciones estarán vigentes hasta que lo determinen las autoridades sanitarias y se pueden resumir en:
“Aplicar medidas higiénicas como el lavado de manos frecuente con agua y jabón o con solución hidro alcohólica, taparse al toser con pañuelo desechable inmediatamente o en el pliegue del codo, así como la limpieza de superficies que hubieran podido ser salpicadas con tos o estornudos.
En cualquier caso, se recomienda evitar lugares concurridos en los que no sea posible mantener la distancia de seguridad interpersonal de, al menos, un metro.
Se recomienda salir de casa lo menos posible.
3.- Medidas en relación a la catequesis, actividades formativas y celebración de la Iglesia
Se deben suspender las catequesis presenciales. Es importante animar a continuar la catequesis en familia para lo cual las parroquias han de ofrecer orientaciones y recursos. También se suspenden las charlas, encuentros formativos, actos de devoción, conciertos, conferencias o eventos de carácter similar en templos y dependencias diocesanas.
Mientras dure esta situación de emergencia recomendamos seguir la celebración de la Eucaristía en familia por los medios de comunicación. Debido a su vulnerabilidad, es aconsejable que las personas con enfermedades crónicas, ancianas, debilitadas o con riesgo potencial, y quienes conviven con ellas, se abstengan de acudir a la celebración de la Eucaristía. A todos se nos está recomendando salir de casa lo menos posible.
Las celebraciones habituales de la Eucaristía pueden mantenerse con la sola presencia del sacerdote y un posible pequeño grupo convocado por el celebrante. En caso de celebraciones abiertas al pueblo recomendamos evitar la concentración de personas, siguiendo las instrucciones citadas en el apartado 2. Durante este tiempo cada Obispo puede dispensar del precepto dominical a quienes no participen presencialmente en la Eucaristía por estos motivos.
Con respecto a la celebración de funerales y exequias, se recomienda que participen únicamente los familiares y personas más allegadas manteniendo las mismas prevenciones que en los apartados anteriores. Pospónganse en la medida de lo posible las demás celebraciones. Las procesiones de este tiempo han de suprimirse.
De manera extraordinaria, se recomienda recibir la comunión en la mano. Los celebrantes y quienes distribuyen la comunión y preparan los objetos litúrgicos deben extremar el cuidado en la desinfección de las manos. Debe de omitirse el rito de la paz o expresarse en un gesto que evite el contacto físico.
El sacramento del perdón podría celebrarse en espacios o ámbitos que aseguren la intimidad y la distancia de seguridad recomendada por las autoridades sanitarias. Los presbíteros estamos llamados a ofrecer medios para preparar la celebración en casa, tiempo y espacios adecuados para ofrecer la Misericordia a quien la solicite en este singular tiempo cuaresmal.
4.- Unidos en la oración. Tiempo de creatividad espiritual y pastoral
Más que nunca hemos de abrirnos a contemplar el Misterio desvelado en la Cruz gloriosa de Jesucristo. Las medidas presentes y futuras nos obligan a mantener distancias. Cultivemos la cercanía de la oración. Oremos unos por otros, por quienes están padeciendo la enfermedad, por sus familiares y amigos, por el personal sanitario, así como por quienes trabajan por la contención en la propagación del virus.
Esta situación nos convoca a una creatividad pastoral para ayudarnos unos a otros a vivir la Cuaresma y la Semana Santa de una manera nueva. Los pastores somos especialmente convocados a una nueva entrega y creatividad en la manera de acompañar al Pueblo de Dios.
En este itinerario cuaresmal, carente de algunos signos litúrgicos comunitarios y de las expresiones de la devoción popular en la calle, estamos llamados a un camino aún más arraigado en lo que sostiene la vida espiritual: la oración, el ayuno y la caridad. Que los esfuerzos realizados para contener la propagación del coronavirus se acompañen del compromiso de cada fiel para el bien mayor: el cuidado de la vida, la derrota del miedo, el triunfo de la esperanza.
Los templos pueden permanecer abiertos para la oración personal e invocar al Señor los dones de la sabiduría y fortaleza para vivir este momento.
5.- Colaboración y revisión de criterios
Mostramos nuestra disposición a colaborar responsablemente en todo lo necesario para el control de esta pandemia atendiendo a las indicaciones de las autoridades sanitarias, especialmente la concreción del estado de alarma, por lo que estos criterios podrán ser actualizados en la medida en que evolucionen los acontecimientos y surjan nuevas medidas por parte de las Administraciones públicas.
Esta es una circunstancia en la que elevar nuestra mirada al Señor desde la fragilidad del nuestra humana condición recordada el Miércoles de ceniza. En este inesperado desierto que atravesamos, se despertará una mirada a Dios y una mayor acogida y solicitud por los hermanos, especialmente por los enfermos y los más faltos de alegría y confianza.
En la oración de Laudes y Vísperas, así como en las preces de la Santa Misa, se eleven oraciones al Señor y al cuidado de la Santísima Virgen, para que nos sostengan en la esperanza a todos, alivien a los que sufren las consecuencias de este virus, mientras encomendamos al buen Dios a los fallecidos, pidiendo para ellos el eterno descanso.
Hagamos nuestra la oración que el Papa Francisco nos invita a rezar en estos momentos:
“Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos con la voluntad del Padre y a hacer lo que nos diga Jesús, quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado nuestros dolores para conducirnos, a través de la cruz, a la alegría de la resurrección. Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No desoigas nuestras súplicas, que estamos en la prueba, y líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita”.
Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Española
Madrid, 13 de marzo, viernes de Cuaresma de 2020