El obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla, ha celebrado la Misa del Buen Pastor en la catedral de Alcalá este domingo 3 de mayo, recordando especialmente a las víctimas y fallecidos en la pandemia del coronavirus.
"Hoy, en esta Eucaristía, queremos recoger todo el sufrimiento de nuestras familias y todas las lágrimas derramadas por los difuntos para presentarlas al Padre, junto con el cáliz de la Sangre de su Hijo, que es el precio de nuestra redención", ha declarado en la homilía.
Ha puesto el ejemplo de religiosas oblatas que han muerto con paz y confiadas en Cristo. "El sufrimiento de las Hermanas Oblatas ha sido un sufrimiento que, como nos decían, «nos ha sobrecogido y hace que tengamos el corazón acongojado». Es el mismo sufrimiento de tantas personas y familias que no han podido despedir a sus seres queridos ni han podido escuchar una sola palabra de sus labios. Es más, ni siquiera los han podido ver. Son temas tremendos que nos tienen que cuestionar profundamente. Enterrar a los muertos es un signo de civilización; sufrir con ellos y consolarles es un criterio de humanidad y además «orar por los vivos y difuntos» y «enterrar a los muertos» son dos obras de misericordia".
Poner en pie a España
En su homilía ha animado a los cristianos a acudir a Cristo para reconstruir el país tras la crisis actual.
"Sobre la roca que es Cristo, se puede poner en pie a España. Para ello es necesario reconstruir nuestra casa desde la verdadera libertad que se enriquece con los bienes fundamentales de la persona:
- el respeto de la dignidad de toda vida humana desde su concepción a la muerte natural;
- la libertad para la educación integral de la persona sin ningún tipo de reduccionismo antropológico;
- recuperar la centralidad de la persona en el mundo del trabajo y la actividad humana;
- favorecer el deber y el derecho al trabajo, el reconocimiento de la familia como sujeto social y «sociedad soberana»;
- procurar el cuidado de los débiles, vulnerables y empobrecidos".
Y añadió: "Del mismo modo hay que promover el respeto exquisito de la libertad religiosa y de culto, cuidando esmeradamente los derechos y deberes de la conciencia moral, el ejercicio de la caridad política y la búsqueda del bien común. En definitiva, se trata de recuperar los grandes principios y criterios de la moral social o la llamada Doctrina Social de la Iglesia".
El obispo de Alcalá también reflexionó acerca de la victoria de Cristo sobre la muerte.
"Para cualquier persona no hay cañada más oscura que la muerte, pero ésta ha sido derrotada definitivamente. Nuestro pastor, Cristo el Señor, nos acompaña a todos en la hora de la muerte. No nos deja solos y es el único que nos regala la victoria de la resurrección. Tanto es esto así que San Francisco hablaba de la «hermana muerte» como tránsito obligatorio para encontrarnos con la Vida y entrar allí donde no habrá llanto, ni luto, ni dolor»".
"Dios no se complace en la muerte de nadie"
Después ha recordado: "El Señor no se complace, queridos hermanos, en la muerte de nadie. La muerte ha entrado en el mundo por el pecado, pero Cristo, como hemos escuchado en el Evangelio, «ha venido para que tengamos vida, y la tengamos abundante». Esta vida es la gracia de la filiación divina que nos hace herederos de Cristo y nos destina a la gloria del cielo. Es más, esta vida, que consiste en conocer el Amor de Dios, ya comienza en este mundo porque, como nos enseña Jesús, «el que cree en mí tiene vida eterna»".
Lea la homilía completa del obispo Reig aquí
Vídeo de la misa, con homilía en el minuto 27:50