Carmena siempre acude a estos festejos religiosos populares de Madrid, como San Isidro y la Almudena, al contrario que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, también de izquierda populista, que nunca acude a los de la Virgen de la Merced o Santa Eulalia.
La prensa local de Madrid destaca que la presidenta Cifuentes asistió a la misa "portando la Medalla de Honor de la Cofradía de la Real e Ilustre Esclavitud y Santo Rosario de Santa María la Real de la Almudena que le fue impuesta en septiembre de 2015 por el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro".
Ninguna de las dos dirigentes va a misa habitualmente. Pero sí destacaron el pasado 1 de julio bailando (aquí el vídeo) en la "conga" del Orgullo Gay con todos los líderes de asociaciones LGTB. Cifuentes, además, se declaró entusiasta de la ideología del orgullo (en este vídeo de la Comunidad). También dedicó esfuerzos e inspectores a investigar y a multar a un colegio cristiano porque su director escribió una carta a los padres criticando las nuevas leyes de privilegios LGTB que ella apoya.
Cifuentes, al llegar a la Plaza Mayor, explicó a los periodistas que todos los años pide empleo pero en esta ocasión, "por las circunstancias especiales que se viven en España", debe pedir por la "unidad de todos los españoles". También pide concordia para recuperar entre todos sentido común para que "en Cataluña y en España las cosas vuelvan a funcionar". Además ha pedido "unidad entre todos para salir adelante para que en Cataluña se vuelva a recuperar el empleo y se cierre la brecha social creada".
Por su parte, como es tradición, la alcaldesa de Madrid ha renovado el Voto de la Villa en la fiesta de Santa María la Real de la Almudena. Manuela Carmena ha señalado que «vivimos momentos convulsos» y, citando al Papa Francisco, ha apelado a "la esperanza y el compromiso de promover la cultura del encuentro, evitando el encasillamiento que polariza y excluye y que puede conducir a la fractura social".
(El Papa en diversas ocasiones ha hablado del "virus de la polarización" y la "cultura del encuentro" es una de sus expresiones más habituales).
La alcaldesa también habló de la Iglesia y su exigencia de acogida: "Cuando la Iglesia se define como católica, lo hace precisamente porque en su identidad está la universalidad, porque exige que todas las personas sean bienvenidas, con independencia de su origen, de sus opiniones o de su manera de entender la vida".
El tema de la acogida podía ser una alusión a la inmigración o los refugiados... o al mismo Orgullo Gay del pasado verano, que costó a las arcas municipales 3,5 millones de euros de los contribuyentes (Hacienda estos días ha anunciado que interviene las cuentas municipales por su gasto excesivo) y que intentó justificarse con unas cifras fantasiosas (analizadas aquí en ReL).
Por su parte, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, quizá influido por el centenario de la Revolución Rusa, predicó que «el gran error de las tendencias dominantes en este siglo pasado fue falsificar la existencia, haciendo una amputación de la realidad fundante y decisiva que es Dios».
En la «época que se fragua ya» –añadió– es necesario conocer a un Dios que no es «pensado o hipotético», sino «el Dios de rostro humano», «el Dios del amor hasta la Cruz» que «nos dijo que somos hijos de Dios y, por eso mismo, hermanos de todos los hombres». «Bien sabe Ella [la Virgen] que, cuando el discípulo acoge en su vida a este Dios que no es una idea, sino una Persona que nos “ama hasta el extremo”, no podemos dejar de responder si no es con un amor semejante y decir: “Te seguiré adonde vayas”», ha aseverado.
La Iglesia –ha subrayado el arzobispo de Madrid– tiene que mostrar este rostro de Dios en el mundo y «buscar siempre las condiciones más humanas, fomentando una cultura de la vida, de su respeto desde el inicio hasta la muerte; la cultura del encuentro entre los hombres, la eliminación de toda forma de violencia, la creación de condiciones para vivir la fraternidad en el respeto, en la entrega de unos a otros».
Insistió en que «solamente desde un encuentro radical con Dios podemos salir, mirar, acercarnos, curar, vendar, prestar nuestra vida a todos los hombres sin excepción, y no desentendernos de nadie», ha explicado.
Luego el cardenal se ha fijado en las manos de la Virgen, que tocan los pies y el corazón de su Hijo. Como agarra sus pies con la mano derecha, «abraza nuestros pies para que caminemos, para que no dejemos de estar con todos los hombres, por el camino que sea». Y al tocar el corazón de Jesús con su mano izquierda pide que «tengamos la osadía y el atrevimiento de dejar que nuestro corazón palpite al unísono con el de Cristo».
«Santa María de la Almudena, danos tu mirada, abraza nuestros pies y toca nuestro corazón. Haz que los que creemos en tu Hijo caminemos como Él. Y que quienes, por los motivos que fuere, no creen, viendo a tus hijos se pregunten: ¿por qué nos miran como hermanos? ¿Por qué entran en todos los caminos? ¿Por qué tiene un corazón en el que caben todos los hombres? ¿Por qué?», ha concluido.
Junto al cardenal arzobispo de Madrid han concelebrado el arzobispo emérito de Madrid, cardenal Antonio María Rouco Varela; el nuncio de Su Santidad en España, monseñor Renzo Fratini; el arzobispo castrense, monseñor Juan del Río; el obispo auxiliar de Madrid, monseñor Juan Antonio Martínez Camino; el obispo auxiliar de Getafe, monseñor José Rico Pavés; los vicarios generales de Madrid, Getafe y Alcalá; vicarios episcopales, y numerosos presbíteros.
Además de la alcaldesa y la presidenta de la Comunidad de Madrid, han participado en la Eucaristía la presidenta de la Asamblea, Paloma Adrados; miembros de la Corporación municipal y de la Cámara autonómica; autoridades militares; representaciones diplomáticas, y numerosos miembros de las congregaciones de la Almudena, hermandades y cofradías. Cifuentes ha acudido acompañada por los consejeros de Transportes, Vivienda e Infraestructuras, Rosalía Gonzalo, y de Cultura, Turismo y Deportes, Jaime de los Santos.
Proclamado por la alcaldesa Manuela Carmena
Como alcaldesa de la ciudad, de todas las personas que habitan nuestro querido Madrid, es para mí un honor renovar en esta celebración, un año más, el Voto de la Villa.
Vivimos momentos convulsos en nuestro entorno, realmente nada fáciles. Momentos que necesitan elevar la mirada y acoger aportaciones como las del Papa Francisco, quien casi hace un año inició un nuevo ciclo de reflexiones con el tema central de la esperanza.
Desde ese principio esperanza hoy queremos expresar, tanto creyentes como no creyentes, nuestro voto, nuestro compromiso ante Ti,
La esperanza y el compromiso de acoger al que piensa de otro modo como alguien digno, merecedor de reconocimiento y respeto. Porque queremos seguir mirando con ojos de hermano y de conciudadano a todos los hombres y mujeres, mientras tejemos desde el orden de los valores una fraternidad universal.
La esperanza y el compromiso de promover la cultura del encuentro y la cultura de la paz, evitando el encasillamiento que polariza y excluye y que puede conducir a la fractura social.
La esperanza, asimismo, de poner energías para que no se agote nunca el compromiso de buscar y encontrar una gestión de los conflictos auténticamente pacífica, respetuosa y dialogante.
Cuando la Iglesia se define como católica, lo hace precisamente porque en su identidad está la universalidad, porque exige que todas las personas sean bienvenidas, con independencia de su origen, de sus opiniones o de su manera de entender la vida.
Que esa acogida universal, de reconocimiento fraterno, la sigamos teniendo en nuestra Villa con los que buscan refugio y protección, o con los que piensan de manera distinta. Y que eso pueda llegar a ser una seña de identidad de nuestra hermosa ciudad.
Queremos seguir construyendo y soñando con una ciudad que respire concordia y amistad, que cuide con primor del medio ambiente y defienda a los más vulnerables, que apueste por la ecología integral, la inclusión social y la convivencia en paz. Esa es nuestra esperanza. ¡Que así sea!