En cierto edificio de la calle Carlos III de Ibiza están empadronadas docenas y docenas de personas. No es que vivan allí, pero dan esa dirección al Ayuntamiento cuando pide datos para el padrón. El lugar en cuestión es un centro de Cáritas Diocesana, todo el mundo lo sabe y tiene su sentido. Cáritas Diocesana de Ibiza empadronó en 2018 a un total de 135 personas (81 más que en el año anterior) en su centro de día.
Lo explica en el Diario de Ibiza un reportaje de Laura Riera. Recoge informaciones de Maite Barchín, la trabajadora social de Cáritas Ibiza. Explica que desde julio de 2016 empadronan a usuarios en su centro de día «por el grave problema de la vivienda en Ibiza».
Cuando estás de alquiler... pero tu casero no quiere que se sepa
Entre los usuarios a los que Cáritas de Ibiza permite dar el domicilio de su centro de día destacan aquellos que alquilan una vivienda o una habitación, pero los propietarios no les dejan dar esa dirección al ayuntamiento para darse de alta en el padrón. «Tenemos a una familia con hijos que vive en la habitación de un piso cuyo propietario no declaraba el alquiler a Hacienda y no quería tener a nadie empadronado», critica esta profesional.
Otros casos que recuerda la trabajadora social de Cáritas son el de una embarazada que carecía de tarjeta sanitaria porque no se había podido empadronar y pudieron inscribirla de urgencia, el de un hombre que tenía una infección en la boca y no podía ir al dentista por el mismo motivo, y el de un trabajador que no podía comprar un coche porque en el permiso de circulación debe incluir una dirección.
En noviembre, con motivo de la Jornada por la Vivienda Digna, varios usuarios de Cáritas contaban su situación en el mismo diario.
Jornada Nadie sin Hogar en Ibiza, de Cáritas
Dejó las drogas, vive en una tienda de campaña
Un ibicenco de 46 años explicaba que trabajó «toda la vida», por lo que nunca se imaginó que terminaría durmiendo en una tienda de campaña que le regalaron. Intentó alquilar una habitación en un "chalet patera": le pedían 350 euros de fianza y otros 350 mensuales por una pequeña habitación. No podía pagarlo. El dueño de un solar le permite instalarse gratis en su terreno con su tienda de campaña.
«Tuve problemas con las drogas, pero me rehabilité y, al empezar de cero, es cuando me encuentro sin vivienda porque no puedo pagar un alquiler con mi sueldo». Participa en el taller del reciclaje textil y de reinserción laboral de Cáritas. Explica que lo peor no es dormir en la calle, sino la falta de apoyo. "El rechazo me duele más que dormir en una tienda de campaña", expresa.
Camarero en paro con 70 años, en el albergue
El origen del problema de Miguel Burgos, dice, es que tiene 70 años. «Es absurdo que a uno le digan que ya no vale por la edad. Me quedé hace tres meses sin trabajo de camarero porque los nuevos propietarios no me quisieron renovar y tuve que dejar el piso que compartía con otros compañeros», explica. Desde hace tres meses duerme en el albergue de Cáritas. «Me tratan muy bien. Estoy muy a gusto allí».
Dos cartones frente a Cáritas
Iñaki Jiménez, madrileño de 59 años, vive desde 2003 en Ibiza, pero desde hace cuatro años su cama son dos cartones que coloca «cuando oscurece» frente a la puerta de Cáritas Ibiza y su techo, el cielo. Percibe una paga no contributiva de 430 euros, pero insiste en que no son suficientes para pagar un piso. Y el problema de alquilar una habitación es que le echan en marzo o abril. «Trabajaba en un restaurante de Cala d'Hort [en Sant Josep] pero al quedarme sin empleo me quedé en la calle. Dicen que hay gente que se acostumbra a ello, yo no, ¿pero qué puedo hacer?», lamenta Jiménez, que añade que tiene un piso en Madrid donde viven sus hijos. «No quiero echarles a ellos para entrar yo», afirma.
Trabajó 11 años, duerme en su coche
Liliana Amagdi, de Rumanía, lleva 15 años en la isla. Ha trabajado once años como camarera de piso hasta que decidieron no renovarle el contrato. Desde entonces vive en su coche al no poder pagar un alquiler. «Siempre he trabajado, nunca pensé que me quedaría sin casa», confiesa Amagdi. En la actualidad, es usuaria de Cáritas y de Cruz Roja, donde acude al servicio de duchas. «Aquí no tengo familia que me pueda ayudar y volver a mi país sin dinero no tiene sentido». Fue la encargada de pronunciar el manifiesto de Cáritas en el Día de las personas sin hogar en Ibiza.
Todo el mundo es empadronable
Una norma estatal del 16 de marzo de 2015 sostiene que «de la misma manera que la inscripción padronal es completamente independiente de las controversias jurídico-privadas sobre la titularidad de la vivienda, lo es también de las circunstancias físicas, higiénico-sanitarias o de otra índole que afecten al domicilio».
«El empadronamiento es una obligación de los ciudadanos, por lo que los ayuntamientos deben inscribir en su padrón a todos los vecinos», recuerda Barchín, que agrega que es un trámite imprescindible para acceder a recursos tan básicos como la atención sanitaria, escolarizar a menores, obtener o renovar documentos y/o solicitar ayudas sociales.
A continuación, establece que, «en consecuencia, las infraviviendas (chabolas, caravanas, cuevas, etcétera e incluso ausencia total de techo) pueden y deben figurar como domicilios válidos en el padrón». «La ley es muy clara al respecto y hay un apartado específico para los casos de personas sin domicilio, por lo que si alguien duerme de forma habitual en una tienda de campaña instalada, por ejemplo, debajo de un puente, se registra esa localización», apunta Barchín.
Los extranjeros, por su parte, deben estar empadronados para tramitar permisos de residencia y trabajo y la nacionalidad, así como canjear el permiso de conducir si existe convenio con el país de procedencia del afectado.