Según explica en SalamancaRTValdia, la vocación le surgió con 21 años, en la congregación de las Dominicas del Rosario. Pasó por Pamplona, hizo votos perpetuos en Madrid y luego la enviaron ya a Bolivia.
Al principio trabajó como enfermera en una colonia de hijos de mineros. La colonia se cerró y pasó a trabajar en El Alto de La Paz (que posteriormente fue dividido en El Alto y La Paz), realizando tareas educativas con niños pequeños.
En torno al país en el que ha pasado más de la mitad de su vida, Andrea Alfageme explica que “Bolivia tiene mucha pobreza”, pero “no es pobre”, resaltando que tiene una riqueza minera grande, incluido oro (“pero no se queda, se lo llevan”) y litio. Según añade “el país ha mejorado, porque los países progresan”. Ya proliferan también el uso de los móviles e Internet. Eso sí, también tienen carencias, por ejemplo en materia hospitalaria, generalizando que “lo particular está bien atendido, lo estatal no”.
Respecto a lo que ve en Ciudad Rodrigo, Andrea Alfageme nota que “cada vez tiene menos gente, está más despoblado, con falta de industrias”. En torno a la ciudad en sí indica que “morriña no tengo, pero sí me gusta venir”, resaltando que está “enamorada de mi pueblo”.
Por último, en materia religiosa, explica que “allí hay más practicantes” y más juventud, “aquí hay menos, y mucha gente mayor”. Como causa de esto, cree que los jóvenes tienen un “bombardeo de ofertas fáciles” de entretenimiento.
Ciudad Rodrigo es una diócesis diminuta en Castilla, con apenas 38.000 habitantes, 60 sacerdotes y unas 100 religiosas. Sin embargo, cuenta con 46 misioneros repartidos por 22 países (un número desproporcionado para su población). El 80% son mujeres misioneras, el 77% son religiosas y el 75% sirve al Evangelio en América, como Andrea Alfageme. En las colectas de Obras Misionales la diócesis recaudó el año pasado 26.000 euros para las misiones.
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El vídeo del Domund 2017 insiste en el concepto de "valentía" para salir