Del 22 al 24 de julio se celebró la III Peregrinación de Nuestra Señora de la Cristiandad, 95 km campo a través desde la catedral de Oviedo, donde fue recibida la bendición del arzobispo de la diócesis, Jesús Sanz Montes, hasta el santuario de Covadonga, cuna de la Reconquista.
"Todo el que haya peregrinado es consciente del profundo valor que pueden tener estas marchas en el fortalecimiento de la fe familiar y para estrechar lazos con buenas familias y amigos, asentando un entorno fiable para nuestros hijos", explicó José María Carrera, redactor en ReL y participante en la marcha, a Javier Navascués en Infocatólica.
En el espíritu de la Cristiandad
Un evento cuyo espíritu se resume en una intención, "la restauración del espíritu de la Cristiandad y el orden social cristiano a través de la oración, la penitencia y el usus antiquior del rito romano o misa tradicional", añadió Carrera, destacando el "patriotismo" junto a la "misión apostólica" como características de la peregrinación.
Nuestro compañero José María Carrera con su familia, en la peregrinación de Nuestra Señora de la Cristiandad.
José María, quien junto con su esposa y sus dos hijas pequeñas integró el creciente número de inscritos (mil doscientos este año), frecuenta dicho rito litúrgico desde 2011: "Las decenas de jóvenes con los que he tenido ocasión de hablar -y entre los que me incluyo- coincidimos en ser 'neófitos' en este sentido. Por lo general, la hemos descubierto por invitación, con nuestras familias, por casualidad, por estudio o incluso por una actitud contracultural… pero todos coincidimos en lo mismo: la reverencia, el silencio, la sacralidad, el sentido real de universalidad y comunidad, la belleza, el deseo y posibilidad de rezar y adorar como lo hicieron la mayoría de santos de la Iglesia, la práctica inexistencia de abusos litúrgicos... Todo eso llama, es difícil resistirse, y desde luego, marca".
"En este rito", añade, "uno se da cuenta de que no son necesarias recreaciones, explicaciones, agregados litúrgicos, traductores simultáneos o apasionantes sermones para atraer al fiel. Seguir el misal basta".
Punto de encuentro
La peregrinación es además un punto de encuentro de "múltiples iniciativas apostólicas que están dando sus frutos especialmente en el ámbito familiar, en la formación matrimonial o en el surgimiento de nuevas amistades con la fe como argamasa".
Amistades nacionales e internacionales, pues a medida que se consolida esta cita anual se van sumando capítulos de otros países: "La misa celebrada en Covadonga el 24 de julio fue prácticamente idéntica a la que se podría estar celebrando en Argentina, Japón o París el mismo día… o hace siglos. Y creo que ese es otro gran factor de atracción de este rito sobre la población joven: en un mundo cada vez más carente de sentido, de trascendencia e inmutabilidad, la misa tradicional nos ofrece a las 'víctimas' de las nuevas generaciones la sacralidad por excelencia, la roca firme que no pasa ni cambia, la seguridad de que la Verdad y el Sacrificio pueden ser contemplados en su máximo esplendor. No ofrece 'un sentido' de la existencia, sino 'el sentido' y el porqué de la misma".
"Esta no es una peregrinación de ángeles", concluye, "sino de hombres conscientes de nuestras faltas que miramos con sana envidia la realidad expresada por el padre Raúl Olazábal en su homilía de cierre: 'España nunca se salvó por un puñado de votos, sino por un puñado de santos'. Serlo es nuestra vocación, y para eso caminamos. Para que la Santina nos ayude".
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