El pueblo figura en el Libro Guinness de los Récords por una peculiaridad: no hay ningún pueblo en el mundo que sea tan pequeño y que tenga dos semáforos. Están en su calle principal, en un túnel, para ordenar el paso de los vehículos, desde hace 17 años.
El alcalde desde hace diez años es Mariano Sanjuán Clemente, socialista: un voto en cada elección le basta para ser elegido. Cuenta lo de los semáforos en El Heraldo de Aragón: "los vecinos las pasaban canutas para circular. Como podrás ver, la calle donde están es muy estrecha, si se encuentran dos vehículos no caben a lo ancho. Es el pueblo más pequeño del mundo con semáforo; normalmente, se ponen en sitios con miles de personas, incluso en ciudades pequeños se apañan con señales".
Al pueblo llegan de vez en cuando amigos de la caza, de la naturaleza, parientes y buscadores de fósiles, especialmente de trilobites, que atraen especialistas de distintos países. En 2011 se encontró en la localidad el mayor yacimiento del mundo de fósiles de trilobites enrollados.En el restaurante local, Casa Amadeo, se les recuerda con fotos.
También llega gente que quiere hablar con el ermitaño, el padre Francisco Barrionuevo, que llegó hace unos diez años, obtuvo el permiso del obispo Demetrio (hoy en Córdoba) y ahora va a renovar el permiso con el actual obispo de Tarazona, Eusebio Hernández Sola.
El alcalde Mariano, buen amigo del sacerdote, habla del ermitaño en El Heraldo. "Es muy buena persona, siempre está sonriendo. Hace dos o tres años se fue a Jerusalén andando con sus sandalias. Tardó seis meses; el Papa le mandó a la vuelta en avión. Sus antiguos feligreses de Getafe vienen de vez en cuando a verlo y hablar con él; también acude a otros pueblos, y a veces viaja hasta Toledo y Madrid. Yo le guardo el correo cuando no está, y si tarda un tiempo en volver lleno varias bolsas con cartas del mundo entero".
La Virgen de Constantín es una talla románica
Francisco vive en una cueva adaptada, junto a la ermita de la Virgen de Constantín. Parte de la ermita se construyó en el siglo XII y la talla de la Virgen que se venera allí es románica. Dice la leyenda que el Emperador Constantino el Grande visitó el pueblo, cosa del todo imposible, pero ahí queda el nombre.
El padre Francisco también habla con los periodistas de El Heraldo. "Lo primero que me suelen preguntar es la razón de haber escogido esta vida de meditación y soledad, y siempre aclaro que es una cuestión vocacional, me trajo la Providencia; es algo que llevaba en mi corazón desde muchos años antes de empezar a vivir de este modo. Ya lo probé tres años en Francia".
Oración en la ermita con la Virgen de Constantín; ayuda al padre Francisco el párroco de Talamantes, P. Cervando Bedoya
De Francia recaló en Getafe. "Aquello era demasiado populoso, y me puse a buscar un lugar para llevar vida de eremita. De eso hace algo más de diez años. Conocía al obispo de Tarazona de entonces, don Demetrio; le contacté y le expresé mi deseo de encontrar un sitio. Él llevaba poco tiempo en Tarazona y le habían hablado de Purujosa, así que me acompañó. Llegué el 9 de febrero de 2007, con un frío tremendo. Nos encontramos a Mariano en la calle y nos habló de este lugar: lo vi perfecto. Mariano no era alcalde aún, subió al cargo tres meses después, pero su antecesor me aceptó... y aquí sigo".
¿Y a qué se dedica? "Abro mi puerta a quien la toca: mucha gente viene por curiosidad o, simplemente, a charlar, a buscar una palabra de luz. Yo soy un pobre torpe, pero hago lo que puedo".
Purujosa recibe visitas pero según el blog Desconectados en Aragón es uno de lo tres pueblos más desconectados de la región (junto con Fanlo y Fombuena): no hay farmacia ni tienda de alimentos y hay que conducir 30 minutos en coche para poder llegar a una parada de autobús. Los habitantes dicen que nunca se aburren, que siempre tienen cosas que hacer y temas para comentar.
Un detalle en este pueblecito - foto de Tania Hirstch en Desconectados en Aragón
El alcalde está construyendo un nuevo albergue, capaz de alojar a grupos de 50 personas. El primer fin de semana de junio pueden llegar hasta cien personas a las fiestas del pueblo y a venerar a la Virgen. Meriendan junto al río, cortan un chopo de 10 metros, lo instalan en medio de la plaza y bailan hasta el amanecer.
Quien quiera hablar o confesarse con un sacerdote ermitaño muy remoto y muy aislado, sin salir de España, que sepa que en Purujosa está dispuesto el padre Francisco.