Es lo que hizo, por ejemplo, el sacerdote barcelonés Dámaso Ruiz. El atentado en Las Ramblas ha dejado un poso de gran dolor y miedo entre los muchos vecinos y comerciantes que presenciaron esta brutalidad cometida por Estado Islámico, por lo que este religioso acudió al lugar para consolar, confesar, bendecir y ayudar a todo el que lo necesitase. A través de Facebook ha contado su experiencia de aquel día.
“Tras el atentado del día 17 necesitaba hacer algo. Como sacerdote vi que era un momento que llevaba a la reflexión. El 23 me dirigí a Las Ramblas”, cuenta este sacerdote.
Fue recorriendo los lugares por donde se fue produciendo el atropello masivo y así fue como entró “en una óptica donde dos empleados socorrieron a numerosas víctimas. Encontré a uno y lo felicité. Pese a lo visto ‘volvería a hacerlo’. Le bendije”.
En Canaletas, uno de los lugares más céntricos de Barcelona, cuenta el padre Dámaso, “recé el Padrenuestro ante las velas. Muchos lo siguieron y se escuchaban lágrimas. Algunos me dieron las gracias. Esta escena se repitió en diversos memoriales instalados”.
En ese momento, ocurrió algo llamativo cuando un guardia urbano (policía municipal) “me pidió la bendición para él y sus compañeros. Luego me informaron de que intentó salvar a Xavier, el niño de tres años. Al pasar por el lugar donde falleció recé en silencio ante su foto”.
A partir de ese momento, este joven cura decidió dar un paso más y se colocó una estola morada y se sentó en una parada de autobús. Tal y como el mismo Dámaso cuenta en su Facebook, “un joven me pidió que bendijera el lugar ‘para que no vuelva el mal’. Así lo hice”.
Pero además, le invitó a confesarse y el joven accedió. “En la absolución le cambió la cara y aseguró que cambiaría de camino. Le di un Rosario entregado por una voluntaria en rehabilitación de indigentes que conocí cuando ponía su vela”, agrega.
El contacto con las personas también le llevó a otra experiencia, en este caso con una persona pobre, que tras su conversación renunció “a un negocio de drogas que le proponían, recordando a su abuela: ‘trafican con la muerte’.
Ya al final del recorrido mortal de la furgoneta, en Liceo, se sentó. Y entonces una señora inglesa luterana le abrazó emocionada, a lo que este sacerdote le respondió con un “God bless you (Dios te bendiga).
De vuelta a Canaletas todavía le esperaban nuevas sorpresas en esta corta pero intensa experiencia que emprendió. Allí un grupo de profesores se acercó a él y le confiaron su propósito de esforzarse aún más en la educación tras escribir en el suelo: “Como maestra seguiré luchando por una sociedad donde el amor triunfe”.
Antes de volver a casa, concluye el padre Dámaso, rezó "el último responso. Han sido dos horas de las que regreso lleno, con la experiencia de que Dios actúa en medio del dolor”.
El padre Dámaso Ruiz es más conocido en Barcelona como Dámaso Perico, debido a su gran afición al equipo de fútbol del Espanyol de Barcelona. Era un personaje muy conocido en el españolismo puesto que desde muy joven era uno de los mayores animadores en el antiguo estadio de Sarriá, donde con un bombo en la mano recorría todo el estadio animando a su equipo.
Finalmente, un día dejó el bombo para ir al seminario y fue ordenado en Barcelona en 2007. “En Sarrià me teníais como animador de la grada. En esta nueva etapa me tenéis como animador de almas", dijo a los cientos de aficionados del Espanyol que acudieron a su ordenación sacerdotal.