En la misa matinal de este domingo a las diez en la hermosísima Sagrada Familia de Barcelona, el cardenal Omella contempló a los asistentes, vio políticos españolistas e independentistas, vio que unos hacían la señal de la cruz antes del Evangelio (como Oriol Junqueras, el líder de ERC) y otros no (como la alcaldesa Ada Colau), vio autoridades musulmanas y personas sin religión y de otros países europeos, y proclamó las siguientes palabras de Jesucristo: "Que todos sean uno, Padre, como tú y yo somos uno".
Añadió entonces en su homilía, ante las autoridades y en una misa retransmitida en directo por La 1 de RTVE y por TV3: "La unión nos hace fuertes, la división nos corroe y nos destruye".
Son palabras que resonaron en una Barcelona que se recupera tras los atentados del jueves que han dejado 15 víctimas mortales, entre ellas cinco españoles (si se incluye al joven de Vilafranca del Penedés asesinado en su coche) y diez extranjeros.
Un mensaje del Papa en el móvil del cardenal Omella
El cardenal explicó ante los 1.800 asistentes (el aforo del templo) que además de un mensaje oficial firmado por el cardenal Parolin desde Roma asegurando la oración del Papa y condenando la violencia ciega, que es una ofensa gravísima al Creador", el mismo Papa Francisco le habbía dejado un mensaje en su teléfono móvil el sábado por la tarde.
"Ayer por la tarde, el Papa me dejó un mensaje en el móvil: "Cardenal Omella, además, del mensaje del cardenal Parolin, quiero personalmente hacerme cercano a usted y acompañarlo en la misa que va a celebrar. Estoy cerca de ustedes en este momento doloroso. Les acompaño mucho. Que Dios les bendiga. Rezo por ustedes y ustedes recen por mí", leyó Omella.
Reparar por los pecados en un templo expiatorio
Recordó además que la Sagrada Familia fue creada por el arquitecto Gaudí como un templo para reparar por los pecados, "¿y no es un pecado gravísimo atentar contra la vida de unos inocentes?", dijo.
Comentó el evangelio del día, sobre la mujer cananea o sirofenicia que pedía a Jesús que liberase a su hijo endemoniado. "Jesús propone como modelo de fe a la cananea, que no practicaba la fe como los israelitas", quiso detallar.
En ese contexto, explicó que también hoy podemos "decirle al Señor que cure a quienes han quedado heridos o destrozados por estos atentados". También quiso recordar a las víctimas de las guerras en otros países. Y añadió: "La paz es el mejor alimento de nuestras vidas". "Que todos seamos constructores y artesanos de paz", insistió. Y agradeció el trabajo de policías y sanitarios en su servicio de estos días.
En la oración de los fieles, se pidió por el alma de los fallecidos, la recuperación de los heridos, el consuelo de los que sufren y las transformación de los terroristas para que se alejen de la violencia y se conviertan en instrumentos de bien y paz. En la plegaria eucarística el cardenal Omella recordó a Cristo como Aquél que venció a la violencia con su sangre. La misa finalizó con el canto del Virolai, el himno de la Virgen de Montserrat, "de los catalanes, princesa; de los españoles, estrella del Oriente".
Los obispos de Cataluña y las autoridades civiles
Concelebraron con el cardenal Omella su predecesor, el arzobispo emérito de Barcelona, el cardenal Lluis Martínez Sistach, y el obispo auxiliar Sebastià Taltavull. Estaban presentes también todos los obispos de las diócesis con sede en Cataluña.
Entre las autoridades civiles presentes estaban el Rey Felipe VI y la Reina Letizia, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría; el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. También estaban en lugar destacado el primer ministro y el presidente de Portugal, Antonio Costa y Marcelo Rebello de Sousa, respectivamente. Dos de las 15 víctimas mortales eran portuguesas.
También están presentes en la misa la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena; el vicepresidente del Gobierno de Cataluña, Oriol Junqueras; la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, y la alcaldesa de Cambrils, Carmí Mendoza, entre otras personalidades.
La misa se celebró entre fuertes medidas de seguridad, con la basílica rodeada de vallas de seguridad y patrullas de los Mossos d'Esquadra y de la Guardia Urbana de Barcelona en los alrededores del templo.