Durante las últimas semanas, el sacerdote de la Archidiócesis de Barcelona, Custodio Ballester, ha sido víctima de una dura campaña en su contra por una homilía en la que afirmaba que las prácticas homosexuales eran pecado. La Generalitat de Cataluña, aplicando la ley LGTB, le abrió expediente, aunque la semana pasada fue archivado porque no había ningún tipo de delito en sus palabras.
Desde hace tiempo es también acosado por los sectores más nacionalistas por albergar en Semana Santa una procesión en la que exlegionarios escoltan a Cristo. Tanto el lobby LGTB como los nacionalistas más radicales estaban intensificando su presión contra él por lo que el cardenal Omella ha decidido protegerlo y le ha permitido tener un año sabático.
Ante las afirmaciones de un posible castigo del obispo, el propio Custodio Ballester ha explicado a través de un comunicado la situación real y cómo ha sido él mismo el que pidió a Omella este tiempo para poder cuidar de su madre y concluir su tesis.
Hace unos días me entrevisté con D. Juan José Omella. El Sr. Cardenal me ofreció completar mis estudios teológicos en el Instituto Bíblico de Jerusalén, el más prestigioso del mundo en esta materia, o en el Instituto Católico de Lyon, más cercano. Creo que D. Juan José me ha querido preservar de las posibles dificultades suscitadas por las diversas tensiones sociopolíticas y también pastorales que se viven en la Archidiócesis y que podrían afectar a mi ministerio sacerdotal. Ese periodo de estudios ciertamente podía repercutir pasivamente en mi preparación intelectual y ministerial.
He sido yo mismo el que le he pedido este año sabático para completar mi tesis doctoral en Teología Fundamental y poder atender a la vez a mi anciana madre. Sólo poderosos motivos familiares me han impedido aceptar el ofrecimiento de mi Arzobispo. Lo primero es el sacerdocio y la esencial obediencia a las indicaciones del legítimo pastor.
Por ello, os pido que nadie juzgue las intenciones de D. Juan José. Sólo Dios puede hacerlo. Yo acepto su decisión. Os pido que lo hagáis también vosotros, no tanto por mí, sino pensando en las necesidades de mi madre. Muchos de vosotros también la tenéis y podréis comprenderme.
El Sr. Cardenal puede equivocarse, pero yo no me equivocaré obedeciéndole. Soy sacerdote y debo ser agradecido por el don de una vocación que he recibido del Señor Jesús sin mérito propio. Es Dios quien me llamó y me ungió sacerdote eterno por manos del cardenal Ricardo Mª Carles al que tanto aprecié. Estoy seguro que desde el Cielo pide que nuestra Iglesia de Barcelona se dirija unida y con paso firme hacia ese Reino de Justicia y Paz que el Señor promete a los que le son fieles.
Que nadie entristezca a la Santa Iglesia católica con un espectáculo de maledicencia, difamación y juicios temerarios. Si sois amigos míos y amáis a la Iglesia de Cristo aceptad mi nueva situación. La pedí yo mismo a D. Juan José como un favor personal y el accedió gustosamente.
No hagáis juicios de valor y ayudad a que nuestro Arzobispo pueda ser, con la ayuda de Dios y la vuestra, el pastor de todos.
Custodio Ballester Bielsa, pbro.