Quizá la crisis está remontando algo y se crean más empleos, pero al menos por ahora suelen ser empleos temporales con sueldos muy bajos. Eso explicaron los responsables de Cáritas Diocesana de Barcelona al presentar este jueves su informe de mediados de año, destacando que una de cada seis personas atendidas tiene algún trabajo, pero que no le basta para cubrir las necesidades básicas de su familia. 

Salvador Busquets, director de Cáritas Barcelona, señala que el 60% de los contratos temporales son de menos de seis meses y que «la economía sumergida ha repuntado». Un 23% de las personas atendidas en Cáritas Barcelona trabajan sin contrato.


Aunque en términos absolutos, en 2016 se atendió a 22.435 personas, un 6% menos, la cifra engaña porque en los primeros meses de 2017 crecen las personas que vuelven a pedir ayuda tras encontrar trabajo y constatar que no llegan a final de mes. «Nos llegan cada vez más personas que trabajan 5 o 6 horas diarias sin contrato», advierte Mercè Darnell, responsable de Programas y Servicios de la entidad eclesiástica. 

El ejemplo que dan en Cáritas es Marc, el padre de familia que protagoniza la campaña «Atrapados en la precariedad». Es un hombre a quien la crisis hizo trizas su empresa familiar, dejó sin trabajo y sin ahorros, y ahora que vuelve a tener un empleo, necesita la ayuda de Cáritas para llegar a fin de mes. Los llamados trabajadores pobres aumentaron un 14% en 2016 respecto a 2015.

Los datos del Banco de España son tremendos, el 25% de los hogares más pobres, que en 2008, antes de la crisis, tenía unos ahorros de 14.800 euros, ahora tiene una deuda de 1.300 euros.


Otro perfil común que acude a Cáritas es el de la mujer sola que intenta criar a sus hijos. El año pasado, se acompañó a 397 mujeres en la crianza y se dio refuerzo escolar a 550 niños. La "familia monoparental", la madre sola con niños, es una fábrica de precariedad y pobreza. 

Un tercer perfil de usuario son los refugiados e inmigrantes que llegan con historias de violencia de Venezuela, El Salvador, Nigeria u Honduras. Cáritas Barcelona, que en 2015 no atendió a ningún hondureño, atendió a 350 en 2016. «Vienen con relatos de miedo, violencia e inseguridad», cuenta Darnell. Aumenta un 43% las personas sin permiso de residencia que piden ayuda.



Preocupa también que el 45% tiene un techo (alojamiento más o menos temporal y precario) pero no un hogar. En 2017, crecen un 22% los realquilados y un 30% las personas sin vivienda. Busquets pidió a las tres administraciones que colaboren en la lucha de una pobreza que ya es estructural. Lanzó un SOS para que se aplique la Renta Garantizada de Ciudadanía tal y como se acordó a partir de septiembre.


El arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, al presentar estas realidades citó a San Ambrosio, obispo de Milán del siglo IV acostumbrado a enfrentarse con los poderosos y exortar a los ricos. «Delante de la puerta de tu casa, grita quien no tiene vestido para cubrirse y tú lo desprecias (...) En tus manos está el destino de muchas personas. Podrías salvarlo de la muerte y te niegas a hacerlo». Omella, presentando la Memoria 2016 de Cáritas Barcelona, pide reflexionar a políticos, ciudadanos y empresarios, "a ver si entre todos es posible sacar de la pobreza a ese tercio de la población que la crisis ha dejado en la cuneta".