"Tras los congresos del partido a nivel nacional en febrero, donde enmiendas sobre la defensa de la vida o sobre los vientres de alquiler no se dejaron votar, y a nivel regional en marzo, cuyo congreso está en los tribunales por irregularidades en el proceso del mismo, y tras una larga reflexión debido a que no me siento cómodo ante el cambio ideológico del partido, he decidido darme de baja", explica en el blog.
Sus razones son similares, por lo tanto, a las explicadas por la ex-senadora Margarita Durán hace unos meses cuando también ella abandonó el Partido Popular.
En noviembre de 2014 Javier Puente hacía campaña intensa a favor de una ley que defendiese al no nacido, con artículos en la prensa, y en los debates políticos. En enero de 2014 había acudido a la Marcha por la Vida en París con otros activistas provida españoles.
Cuando finalmente Rajoy renunció a hacer una verdadera reforma del aborto y mantuvo la ley abortista de Zapatero de aborto sin causa, con retoques mínimos, fue uno de los cuatro diputados que se ausentó para no votar según le ordenaba el PP (con José Eugenio Azpiroz, Lourdes Méndez y Antonio Gutiérrez Molina; además, la diputada Eva Durán se quedó para votar en contra). El PP les amenazó con multas y expedientes por su postura provida.
Javier Puente era uno de los firmantes de una carta contundente con la que los diputados provida explicaban su postura, con argumentos políticos, al resto de compañeros de bancada, menos exigentes en temas de valores.
Javier Puente ha retomado su trabajo como director comercial en Ambar Telecomunicaciones, en Santander. Desde su blog escribe: "Han pasado 17 años desde que fui por primera vez en las listas del Partido Popular del Ayuntamiento de Ribamontán al Mar (playa, mar, naturaleza, unos vecinos fantásticos….un paraíso, tenéis que conocerlo). Mucho tiempo y muchas buenas experiencias. 17 años defendiendo unas ideas, unos principios, unos valores".
Como ha pedido el voto para el PP muchas veces, sabe que necesita explicar por qué abandona ahora esta formación. "Me afilié al partido porque compartía su proyecto político, me sentía comprometido con sus principios y sus valores, me sentía identificado con los mismos. Sin embargo, hace cerca de 3 años, ya mostré mi desacuerdo con el giro ideológico que empezaba a tener el partido, tanto con opiniones particulares en las redes sociales, como con hechos, votando en contra del Partido Popular, como diputado en el Congreso, de la reforma de ley que consolidaba el aborto como un derecho".
"Creo que ninguna sociedad avanza renunciando a sus principios en función de unas modas que se nos intenta imponer, las sociedades avanzan manteniendo los principios que de verdad importan", añade.
"Como siempre, allí donde esté, seguiré defendiendo los valores, principios e ideas en los que siempre he creído, y por los que he trabajado: apoyo a la maternidad y defensa de la vida desde su concepción hasta su muerte natural, extendida también a quien nada puede hacer por reclamar dicho derecho; protección de la familia como el gran núcleo vertebrador de nuestra sociedad; defensa de la dignidad de la mujer y la no compraventa de seres humanos frente a los vientres de alquiler; libertad de los padres para decidir qué educación desean para sus hijos; apuesta por la economía libre de mercado y reducción de impuestos; defensa de la unidad de España y su inserción efectiva en el ámbito de la Unión Europea; y con Cantabria y Ribamontán al Mar siempre presentes".
Javier Puente, segundo desde la izquierda, con otros diputados y senadores provida del PP, en noviembre de 2014
En noviembre de 2014, Javier Puente escribía así sobre su postura provida en Religión Confidencial.
»Con el máximo respeto expongo lo que en conciencia creo. Como ya publiqué en una columna de opinión en El Mundo, el Gobierno de la nación debe aspirar a crear el máximo consenso posible, pero siempre desde la perspectiva de una sociedad solidaria y sensible, que no puede mostrarse indiferente al dolor ajeno ni a la indefensión de los más vulnerables.
»Nada puede ser más digno y más progresista que defender la vida del más indefenso, del más débil, del más desamparado. Me niego a pensar que el nasciturus sea considerado como un objeto material, como una cosa que merece un nivel de protección inferior al que se otorga a las plantas o a las especies animales.
»Estamos hablando de un ser humano, de una vida desamparada a la espera de alguien que la proteja; estamos aludiendo a un niño que quiere nacer para sonreírnos, para decirnos «papá, mamá, gracias por darme la vida», que a lo largo de su vida se relacionará con otros niños como él, con los que jugará y estudiará; y estamos refiriéndonos a alguien que, en el medio y largo plazo, se planteará tener su propia familia, sus propios hijos. Estamos refiriéndonos a alguien que podría cambiar nuestro mundo.
»Vuelvo a reiterarlo: desde el máximo respeto, ¿qué tipo de sociedad estamos creando si no somos capaces de defender a los más débiles?; ¿es posible mirar hacia otro lado y soslayar un problema de colosales dimensiones sociales, morales y humanas?; ¿sobre qué columna vertebral aspiramos a consolidar el Estado social de Derecho expuesto en el artículo primero de nuestra actual Constitución?
»En definitiva, cuando nos situamos ya a mediados del primer tercio del siglo XXI, me resulta incomprensible estar hablando de la necesidad de defender la vida. Creo que ha llegado el momento definitivo para subrayar que el aborto no es una cuestión que se identifique con un pensamiento ideológico determinado: ni hay una posición de izquierdas o de derechas ante este tema ni es un aspecto relacionado con ser conservador o ser progresista (una vez más insisto en que nada puede ser más progresista que la defensa de la vida y de la mujer embarazada).
»No podemos trivializar con un asunto que afecta tan hondamente a los seres humanos. Por eso, su tratamiento responsable y su adecuada resolución nos compete a todos porque incide en la ética y moralidad del conjunto de nuestra sociedad.”