Este pasado fin de semana el cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia, ordenó en la catedral a ocho nuevos diáconos permanentes, todos hombres casados y padres, que ofrecen así su servicio a la Iglesia en esta archidiócesis.
Se trata de Francisco Javier Aznar, de 48 años, casado, padre de dos hijos y profesor de Religión; José García Jiménez, de 67 años, padre de cuatro hijos y catedrático jubilado; Vicente-Agustín Cloquell, de 50 años, casado, padre de dos hijos y profesor universitario; Miguel Gimeno, de 60 años, casado y agente comercial; Rodrigo Ferre, de 52 años, casado, padre de dos hijos y profesor de Religión; José Antonio Morales, de 60 años, casado, padre de once hijos y médico; Jesús Sánchez, de 48 años, casado, padre de siete hijos y profesor de Secundaria; y Alberto Villalba, de 53 años, casado, padre de dos hijos y técnico electricista.
"Un tiempo favorable"
Según recoge la propia diócesis en su web, el Arzobispo ha explicado en una carta que estamos en “un tiempo favorable y oportuno para reanudar estas ordenaciones, a la luz de la buena experiencia que durante años tenemos del diaconado permanente desde su instauración en nuestra diócesis, atendiendo a la voz de Dios y al bien de la Iglesia que así se ve enriquecida”.
El diaconado Permanente “es una conveniencia grande y un bien para la diócesis, no es una mera asistencia a sacerdotes porque los diáconos, como ministros ordenados, tienen una misión propia en la Iglesia que la enriquece en su dimensión sacramental”, destaca el Cardenal.
Los diáconos permanentes -agrega Cañizares- son ordenados “para ser, con el auxilio de la gracia, transparencia del rostro misericordioso de Jesús, el único que salva, tendrán que reflejar los mismos sentimientos de Jesús dando siempre testimonio de una inmensa y sincera caridad pastoral, y son ordenados como ministros de la Palabra, servidores del Evangelio de Jesucristo, proclamadores en obras y palabras de la Buena Nueva que salva”.
Años de preparación
Durante dos años, los aspirantes al Diaconado Permanente han estado preparándose, asistidos por el delegado para la formación de los Diáconos Permanentes, Miguel Navarro, y durante este tiempo de discernimiento y formación han contado con el apoyo y ánimo de sus esposas e hijos y de sus párrocos.
En el rito de ordenación, el arzobispo llamó a los aspirantes a diáconos permanentes después de preguntar a la comunidad si el candidato es digno. Los candidatos se postraron en el suelo durante la oración de los fieles. Después, Cañizares impuso las manos sobre la cabeza de cada candidato, y así le confierió autoridad y capacidad para ejercer la función de diácono, entregándole el Evangelio como signo de enseñar y proclamar la Buena Noticia, y se le impuso la estola cruzada.
Una vez revestido con la dalmática, los diáconos fueron recibidos por el arzobispo a quien previamente juraron obediencia, y también fueron recibidos por los diáconos presentes con el signo y el abrazo de la paz entra a formar parte del cuerpo diaconal.
Matrimonios, bautismos, celebraciones exequiales...
Con esta ordenación, los nuevos diáconos permanentes reciben el encargo, además, de distribuir la Comunión como ministro ordinario, de presidir celebraciones exequiales y administrar los sacramentos del Matrimonio y Bautismo en las parroquias de la diócesis que les son destinadas por el Arzobispo.
El Concilio Vaticano II restableció el ministerio del Diaconado Permanente que en los últimos años se ha implantado en las diócesis españolas. En la diócesis de Valencia, el cardenal arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, firmó el Decreto de Instauración del Diaconado Permanente en febrero de 2005.