Los obispos catalanes han pedido a gobernantes y agentes sociales "gestos valientes y generosos a favor del diálogo y la concordia" para superar la situación política, y han reclamado que "sean escuchadas las legítimas aspiraciones del pueblo catalán" y llaman a erradicar la corrupción.
En una nota conjunta aprobada en la reunión de la Conferencia Episcopal de Tarragona, que congrega los obispos de las diez diócesis catalanas y que se ha celebrado al santuario de Nuestra Señora de Loreto de Tarragona, los obispos han abogado porque "sea estimada y valorada la singularidad nacional, especialmente la lengua propia y la cultura" de Cataluña, y han apelado al "espíritu de pacto y de entendimiento que conforma nuestro talante más característico".
También han afirmado sentirse "dolidos y avergonzados" porque "la corrupción se haya podido convertir en una cosa natural" en los contratos públicos y las finanzas.
Los prelados catalanes expresan también su opinión sobre "el momento que está viviendo nuestro país y los planteamientos de futuro que se están debatiendo, con respeto por las diversas sensibilidades que se van expresando".
Y piden que "se fomente y promueva la cultura del diálogo", han insistido los obispos, que han recordado que el papa Francesc siempre insiste que haya "diálogo".
"Pensamos que es un momento importante porque los gobernantes y los agentes sociales hagan gestos valientes y generosos a favor del diálogo y la concordia", han añadido los obispos, que se han comprometido a "buscar la comunión y el respeto mutuo" y que creen que "es el que los podemos pedir en todos".
Los prelados se sienten "herederos de la larga tradición de nuestros predecesores, que los trajo a afirmar la realidad nacional de Cataluña, y al mismo tiempo nos sentimos urgidos a reclamar de todos los ciudadanos el espíritu de pacto y de entendimiento que conforma nuestro talante más característico", han añadido.
"Por eso creemos humildemente que conviene que sean escuchadas las legítimas aspiraciones del pueblo catalán, porque sea estimada y valorada su singularidad nacional, especialmente su lengua propia y su cultura, y que se promueva realmente todo aquello que trae un crecimiento y un progreso al conjunto de la sociedad, sobre todo en el campo de la sanidad, la enseñanza, los servicios sociales y las infraestructuras", argumentan.
Los obispos de Cataluña han exigido también "la erradicación" de la corrupción. "Es absolutamente prioritario y justo que en todos los ámbitos públicos del conjunto del Estado se combata la corrupción, que tanto mal hace a la sociedad. Nos hace daño y nos avergüenza que la corrupción se haya podido convertir en una cosa natural hasta el punto de llegar a constituir una práctica habitual en las transacciones comerciales y financieras, en los contratos públicos o en muchas negociaciones que implican agentes de las administraciones públicas", denuncian.
"Es necesario —añaden— que se produzca una verdadera regeneración moral a nivel personal y social y, como consecuencia, un mayor aprecio por el bien común, que sea verdadero apoyo para la solidaridad con los más pobres y favorezca la auténtica cohesión social".
Finalmente, los obispos piden "a los católicos de todas las opciones políticas que sean instrumentos de paz y concordia en medio de la sociedad catalana, y no dejen de rezar al buen Dios por una paz cristiana y perpetua de nuestro pueblo".
«Ser pastores significa caminar delante, en medio y detrás del rebaño» (Papa Francisco)
«Los Obispos de Cataluña, en el momento que está viviendo nuestro país y en los planteamientos de futuro que se están debatiendo, con respeto por las diversas sensibilidades que se van expresando, pedimos que se fomente y promueva la cultura del diálogo. «Hay una palabra -dice el Papa Francisco- que nunca debemos cansarnos de repetir y sobre todo de dar testimonio: diálogo». Pensamos que es un momento importante para que los gobernantes y los agentes sociales hagan gestos valientes y generosos en favor del diálogo y la concordia.
»Como Obispos siempre estaremos comprometidos en buscar la comunión y el respeto mutuo, y creemos que es lo que podemos pedir a todos. Nos sentimos herederos de la larga tradición de nuestros predecesores, que les llevó a afirmar la realidad nacional de Cataluña, y al mismo tiempo nos sentimos urgidos a reclamar de todos los ciudadanos el espíritu de pacto y de entendimiento que conforma nuestro talante más característico.
»Queremos recordar una vez más que «defendemos la legitimidad moral de todas las opciones políticas que se basen en el respeto de la dignidad inalienable de las personas y de los pueblos, y que busquen con paciencia la paz y la justicia. Y animamos el camino del diálogo y el entendimiento entre todas las partes interesadas a fin de lograr soluciones justas y estables, que fomenten la solidaridad y la fraternidad. El futuro de la sociedad catalana está íntimamente vinculado a su capacidad para integrar la diversidad que la configura» («Al servicio de nuestro pueblo», 2011, nº 5). Por eso creemos humildemente que conviene que sean escuchadas las legítimas aspiraciones del pueblo catalán, para que sea estimada y valorada su singularidad nacional, especialmente su lengua propia y su cultura, y que se promueva realmente todo lo que lleva un crecimiento y un progreso al conjunto de la sociedad, sobre todo en el campo de la sanidad, la enseñanza, los servicios sociales y las infraestructuras.
»El verdadero progreso de los pueblos exige también la erradicación de la corrupción. Es absolutamente prioritario y justo que en todos los ámbitos públicos del conjunto del Estado se combata la corrupción, que tanto daño hace a la sociedad. Nos duele y nos avergüenza que la corrupción se haya podido convertir en algo natural -como afirma el papa Francisco- hasta el punto de llegar a constituir una práctica habitual en las transacciones comerciales y financieras, en los contratos públicos o en muchas negociaciones que implican agentes de las administraciones públicas. Es necesario un esfuerzo decidido por cambiar esta forma de actuar.
»Tal como se dice en el documento «Iglesia, servidora de los pobres» (2015, nº 11), «es necesario que se produzca una verdadera regeneración moral a nivel personal y social y, como consecuencia, un mayor aprecio por el bien común, que sea verdadero soporte para la solidaridad con los más pobres y favorezca la auténtica cohesión social. Dicha regeneración nace de las virtudes morales y sociales, se fortalece con la fe en Dios y la visión trascendente de la existencia, y conduce a un irrenunciable compromiso social por amor al prójimo».
»Finalmente, pedimos a los católicos de todas las opciones políticas que sean instrumentos de paz y concordia en medio de la sociedad catalana, y no dejen de rezar al buen Dios por «una paz cristiana y perpetua» de nuestro pueblo».