El feminismo se está mostrando cada vez más claramente contra los vientres de alquiler, lo que le podría hacer entrar en confrontación con un lobby LGTB, dividido ante estas prácticas. Este lunes se anunció la creación de la Red Estatal contra el Alquiler de Vientres, integrada por cincuenta asociaciones de las cuales la gran mayoría son de corte feminista pero en la que hay también algunas LGTB.

“No somos incubadoras, ni vasijas ni úteros o vientres de alquiler: somos mujeres, vidas humanas con las que pretenden montar un nuevo negocio que lucrará  al más fuerte y someterá a las más débiles”, afirma la carta de presentación de esta red.

Sonia Lamas, una de las representantes de esta agrupación, afirma que “nuestra misión es dar a conocer a toda la sociedad española lo que se esconde tras esta práctica ilegal, servirse del cuerpo de las mujeres como si fuéramos tanques criogénicos, auténtico ganado para satisfacer a unos pocos”.


El primer gran acto que llevará a cabo la Red Estatal contra el Alquiler de Vientres será una concentración contra la celebración de la feria Surrofair, una feria con distintos stand para promocionar y gestionar los vientres de alquiler. Se celebrará en un hotel de Madrid los próximos 6 y 7 de mayo.

“Sería como permitir una feria sobre narcotráfico”, asegura Lamas a ABC.  Y es que esta feminista añade que “no es una técnica de reproducción asistida. No es una infertilidad, ni se facilitará la reproducción a quienes tienen dificultades, sino a quienes no pueden quedarse embarazados nunca. Se trata del uso del cuerpo de la mujer”.


Por ello, Alicia Miyares, portavoz de No somos Vasijas, afirma en El País que “las administraciones públicas deberían prohibir con la ley en mano la posibilidad de que la feria se realice”.

Incluso, Elena Rábade, del Partido Feminista, va más allá y considera que los vientres de alquiler están “muy cerca de las redes de trata de seres humanos”. “¿Por qué no es ético el tráfico de órganos y sí el alquiler de vientres?”, se pregunta.