La Semana Santa agita toda España, con procesiones y hermandades volcadas en pasos y procesiones, y las parroquias avivadas en la devoción por la Pasión y Pascua de Cristo. El diario ABC ha acompañado las horas de preparación de una hermandad en Madrid y de otra en Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Rodrigo Muñoz Beltrán recoge la emoción de los devotos.
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Apenas alcanza la vista para ver el final de la cola. Cientos de devotos al Jesús de Medinaceli siguen, pacientes, la interminable fila para poder besar el pie derecho de una de las imágenes más representativas para los madrileños.
Son las ocho de la tarde y la Basílica está repleta para presenciar la misa. Eso sí, no es una más. En un lugar tan icónico de la capital se respira un aire especial, vientos que auguran la proximidad de la sacra semana en la que su Jesús, el de Medinaceli, volverá a mostrar su imagen a la ciudad.
En la parte derecha del templo están los fieles que ya aguardan a unos pasos de la pulcra imagen del Medinaceli. «Hay que subir al camarín de la Basílica, verlo de cerca y…», y se queda sin palabras el Hermano Mayor de la Archicofradía de Jesús de Medinaceli, Ricardo Manuel Torrijos.
Ciertamente, cuando intenta explicar a ABC lo que siente por su imagen predilecta, no acaba las frases. No puede. «Son sentimientos no soy capaz describir con palabras», asegura al borde de la lágrima.
Ese respeto por el Medinaceli se siente en cada una de las personas que, en silencio, suben por las estrechas escaleras hasta llegar al citado camarín, ahí se muestra el Señor de Madrid. De púrpura, con su rostro moreno contempla como besan su pie después de horas de espera.
«Conseguir que todo salga como esperan los madrileños requiere semanas de preparación. Hay que contratar las bandas, pedir los permisos y, por supuesto, preparar la imagen…», explica Torrijos, al que vuelven a invadir los sentimientos. Para él no es trabajo, es una obligación, una necesidad. «Tanto esfuerzo merece la pena cuando ves su imagen subir por la Carrera de San Jerónimo, a la altura de las Cortes, es algo tan grande para mi…», añade con una sonrisa que no le cabe en el rostro.
Durante semanas, también tienen que preparar la delicada imagen, protegerla y cuidar cada centímetro de los 173 que tiene el Jesús de Medinaceli. Dos días antes de la procesión se pondrán los claveles, cortados cada uno a una medida exacta para completar el manto rojo que se mece junto a la imagen. «Requiere mucha dedicación, pero es la misma de la que tienen en cualquier hermandad, pequeña o grande, del resto de España», ultima.
En la puntualidad se nota que se acerca la fecha. Costal y faja en mano hacen acto de presencia los que acunarán la imagen de la María Santísima de la Salud de Alcázar de San Juan (Ciudad Real).
Llevan entrenando todos los domingos desde principio de año para que nada falle en las seis horas que dura la procesión. Eso sí, los quince días previos al Domingo de Ramos, los integrantes de la hermandad trabajan sin descanso para colocar el manto de la virgen, los faroles de cola, los cirios… cada detalle se mima, cada centímetro es pura devoción.
Es el último ensayo antes de la procesión que partirá de la alcazareña parroquia de Santa María la Mayor, famosa porque los vecinos aseguran que, en su interior, se guarda la verdadera partida bautismal del escritor universal Miguel de Cervantes Saavedra.
En este último examen, los costaleros realizan el denominado retranqueo, varias alzadas fuertes del paso para ver si todo está colocado correctamente y si está protegida la imagen.
«No podemos ensayar mucho más, tenemos que hacer lo justo para prevenir lesiones, todos hacen falta para llevar a la Salud como quieren sus vecinos», explica ilusionado
David Sánchez-Mateos, secretario de la Hermandad.
Atenazados algunos de los novatos costaleros que se enfrentan a su primera gran procesión. Las vértebras de los que repiten ya están curtidas en horas soportando, con devoción, la imagen de su Madre. «Hemos clavado los cuatro ensayos previos y el retranqueo ha salido según lo esperado… esperemos que todo Alcázar pueda ver a la Virgen de la Salud en todo su esplendor», certifica Sánchez-Mateos.
Tras hora y media de pruebas se retiran animados a descansar puesto que, al día siguiente, seguirán terminando de preparar el paso.
Tras conocer una de las imágenes más representativos de la capital y otra que apenas tiene tradición en un pequeño municipio, uno se da cuenta de que la pasión, el amor y la fe no entienden de números.