Para Benigno Blanco, el PP ha asumido progresivamente “la agenda política de ZP en materias como aborto, familia, imposición de la ideología de género, memoria histórica, etcétera”.
Da una lista de otros ejemplos de lo que considera el cambio del PP:
- el desarrollo por el primer gobierno de Rajoy de unas políticas fiscales y de endeudamiento público de corte socialdemocráta;
- el abandono práctico en sus programas y acción de gobierno de toda idea inspirada en el humanismo cristiano;
- la desconexión con las preocupaciones de la juventud y la insensibilidad lacerante hacia los dramas sociales que conmueven a la sociedad española en materias como paro juvenil, becas, dependencia o inmigración;
- la renuncia a la formulación y defensa de un proyecto ilusionante de nación, reduciéndola a un juridicismo constitucionalista sin alma ni pasión…
Su conclusión es que después del congreso del 1112 de febrero, el PP ya es una cosa muy distinta a lo que fue en las décadas anteriores.
Y formula un vaticinio, que ya había formulado en años anteriores desde el estrado en manifestaciones en las calles contra el aborto: “Esta mutación del PP que abandona todo perfil ideológico para convertirse en una mera máquina de conservación del poder sin principios ni lealtades, crea un vacío inmenso en la vida política parlamentaria española que habrá de llenarse”.
Benigno Blanco hace una lista de votantes que quedan huérfanos y que tienen ahora “la obligación de crear instrumentos para que nuestra voz no quede definitivamente excluida del parlamento y del gobierno”. Esos ciudadanos son:
-“ Quienes seguimos creyendo que la sociedad española será más justa y rica si se reducen los impuestos y el endeudamiento público para generar más libertad económica y social”;
- “Quienes seguimos pensando que proteger la familia y al no nacido y la mujer embarazada hará de nuestro país una comunidad más humana y acogedora por la que merece la pena trabajar”;
- “quienes no queremos acostumbrarnos a una generación de jóvenes abandonados al desempleo y la inestabilidad laboral sin esperanza”;
- “quienes creemos que más libertad en materia de educación ayudará a mejorar la calidad de nuestro sistema educativo”;
- “quienes no renunciamos a la regeneración democrática de nuestras instituciones y a la reforma de nuestro sector público para hacerlo más eficiente y menos costoso”;
- “quienes creemos en una democracia no secuestrada por el partidismo que agosta y enturbia la vida pública ni rendida a ideologías antihumanistas impuestas desde los poderes públicos…”
Benigno Blanco lanza una propuesta: “Creo que hay, desde la sociedad civil, que impulsar plataformas que devuelvan esa voz a las instituciones. En toda Europa y en Estados Unidos se está viviendo este mismo fenómeno: surgen partidos y líderes nuevos para dar voz a aquellos que ya no se sienten representados por unas formaciones políticas que se enquistan en planteamientos viejos, cómodos, autorreferenciales y políticamente correctos, pero ajenos a las nuevas sensibilidades y a la necesidad de no tirar por la borda lo mejor de nuestra tradición cultural y ética”.
Insiste en señalar la necesidad de “voces nuevas” en la política, que han de tener estas características:
- que no se sientan atadas al mantenimiento del status quo de la actual clase política y no rindan sus ideales a la defensa de posiciones de poder consolidadas;
- que no tengan miedo de proponer y defender principios humanistas sin rendirse ante la imposición de tópicos de moda;
- que defiendan una sociedad más libre en materia económica;
- que propongan sistemas de gestión de las políticas sociales más óptimos y eficientes y por tanto viables;
- que no intenten arreglar todos los problemas subiendo los impuestos;
- que se ilusionen con regenerar Europa para sacarla de su anquilosamiento actual;
- que no renuncien a hacer política con mayúsculas y por tanto no abandonen el discurso emotivo e ilusionante en manos de los populistas.
Benigno Blanco finaliza su artículo recordando aspectos positivos de los españoles de hoy (familias, jóvenes, etc…) y concluye dando ánimos: “No hay razones para la desesperanza política si se abre la vida parlamentaria a la buena gente que se ha quedado sin voz y representación”.
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