La Jornada de la Sagrada Familia abarrotó este viernes la catedral de Santa María la Real de la Almudena con cientos de familias con niños, para una misa presidida por el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, con quien concelebraron el cardenal Carlos Amigo, arzobispo emérito de Sevilla, el nuncio de Su Santidad, monseñor Renzo Fratini, y el obispo emérito de Ciudad Real, monseñor Antonio Algora, junto a numerosos sacerdotes. A la ceremonia asistieron también Pedro Rollán, consejero de Transportes, Vivienda e Infraestructuras de la Comunidad de Madrid, y Rosana Mariñas, jefa del Servicio de Infancia y Adolescencia de la Oficina del Menor de la Comunidad de Madrid.
Organizada por la Delegación Episcopal de Familia y Vida, en la liturgia participaron numerosas familias. Así, un grupo de niños formó parte de la procesión de entrada; una familia dirigió unas palabras de saludo y agradecimiento al prelado; otros pequeños portaron unas flores para obsequiar con ellas al Niño Jesús en el altar, y jóvenes, acompañados por su familia, se encargaron de las lecturas.
En su homilía, el prelado hizo alusión al Evangelio proclamado, que narraba la huida de la Sagrada Familia a Egipto, asegurando que con esa petición del Señor a José de marchar para poner a salvo a la familia «quiere mostrar que la familia es la belleza más grande que se ha creado en este mundo». Con la afirmación del ángel a José, «no temas», le «quita los miedos». Porque los miedos dividen, rompen, no nos dejan libertad. «José asume la misión que Dios le entrega de mostrar esa familia al mundo. En esa familia se muestra la belleza más grande».
Al hilo de las lecturas, el cardenal invitó a los presentes a hacer verdad «con nuestra vida el honrar a tu padre y a tu madre, sintiendo devoción por aquellos que hicieron posible que hayamos tenido rostro humano, que nos cuidaron, que guardaron nuestra vida, que sintieron predilección por la vida y no nos abandonaron».
También animó a revestirse «con la vestimenta que hemos escuchado en la carta de San Pablo: la de la misericordia, la de mirar a los demás con el amor de Dios, con la bondad, la humildad, la comprensión». En este sentido, aseguró que el perdón cura siempre. «Dios nos da siempre la gracia de que podamos acoger su amor, regalar humildad, dulzura, comprensión, perdón». Por eso, insistió en la necesidad de vestir ese uniforme que Dios nos regala. Para ello, dijo, «basta con que dejemos entrar al Señor en nuestra vida y en nuestro corazón».
Y recordó que el primer milagro que hizo Jesús en la tierra, en las bodas de Caná, muestra la importancia que el Señor da al matrimonio y a la familia. Una situación, la que vivían los novios de Caná, que representa muchas situaciones que estamos viviendo ahora en este mundo. Para el prelado, el Papa Francisco, en la Amoris laetitia, «nos invita a entrar en las situaciones reales y a hacer verdad lo que hizo Cristo en las bodas de Caná». «Cristo entregó la belleza que tiene que estar presente en el corazón del hombre para tener fiesta».
«Qué maravilla dejar entrar a Jesús para que regale la alegría del Evangelio»
Evocando a tantas familias que están en situación de necesidad, sin trabajo, en situaciones difíciles, viviendo incomprensiones... manifestó: «Qué maravilla dejar entrar a Jesús para que regale la alegría del Evangelio», ya que «la fuerza renovadora que hace posible que este mundo tenga la belleza de la institución más hermosa hecha por Dios mismo es la familia». Una institución «que recuerda los primeros momentos de la creación, cuando Dios hace al hombre y a la mujer y les entrega todo lo creado».
«Construyamos familias cristianas verdaderas iglesias domésticas, comunidades de vida y de amor». Cristo «nos alienta a vivir y a construir siempre la familia cristiana». Él, «que se va a hacer presente aquí, estuvo en las bodas de Caná. Y nos habla al corazón. Nos dice dónde está la fuerza de la familia cristiana, del matrimonio: en descubrir dónde está la belleza y la alegría de la familia». Por eso, insistió en la necesidad de proclamar «la belleza de la familia en nuestra Iglesia diocesana, en los lugares donde estamos» para «hacer ver en nuestro mundo la belleza que tiene el matrimonio y la familia cristiana».
Antes de concluir la misa, el cardenal impartió la bendición a varias parejas de novios en representación de todas las parejas que en la diócesis se preparan para recibir el sacramento del matrimonio.
Fotos: Miguel Hernández Santos / Arzobispado de Madrid