El 20 de enero, Antonio Gómez Cantero será consagrado obispo y tomará posesión de la Diócesis de Teruel y Albarracín. Explcia en una entrevista con El Norte de Castilla que se lleva consigo a su gato Chispa. Antes pasará un par de días en casa de su hermano, en Galicia, y otros de ejercicios espirituales en la Trapa de Dueñas.
Explica que se lleva muchos libros, aunque no vaya a leerlos todos. En Teruel ya hay mucha gente que tieen su teléfono y le escribe, le llama, le envía mensajes. "Cuando entro en la página web de la Diócesis de Teruel, me doy cuenta de lo bien organizada que está. Es una diócesis pequeñita, sencilla, pero muy bien organizada", explica.
–A mí me parece que está en una buena etapa. La Iglesia no ha estado tan bien como ahora en su historia. Ahora la Iglesia tiende a ser humilde y pobre, y como eso es lo que apoya el mundo, creo que vamos por buen camino.
–Ha sido maravillosa, ha habido momentos difíciles, como en todos los sitios. He conocido más la realidad de la Diócesis. Muchas veces, cuando uno vive inmerso en la vida parroquial, no se da cuenta de otras realidades. No es que no las conozca, pero no las conoce a fondo. He intentado estar con la gente. He estado detrás, en silencio muchas veces, pero no he dejado de actuar ni de consultar ni de hablar con la gente, y sin hacer polvo, como digo siempre. Al principio empecé con bastantes temores, pero después los propios sacerdotes me han echado una mano y me han ayudado, me he sentido muy acompañado.
–Cuando uno es vicario general, es el vicario del obispo. Más que vicario, es el cireneo del obispo, porque es el que le ayuda a llevar la cruz. Los éxitos son todos para el señor obispo. Los fracasos los compartimos entre el consejo de gobierno y el obispo. Es más, un vicario general intenta que el obispo no sufra mucho ni ponga su cara. La tiene que poner el vicario para resguardarle de todas las cosas negativas. Me he sentido muy bien y muy querido por los obispos.
–Don José Ignacio Munilla es un surfista de los medios. Es un hombre muy apasionado, con ganas de cambiar todo, de mover todo. Don Esteban Escudero es un hombre bueno y metódico, que quería llevar todo a la norma para que todos fuésemos iguales. Él decía que el Derecho es lo que nos iguala a todos. Don Manuel Herrero es un hombre ejecutivo y cercano, muy hermano, muy compañero, que está donde hay que estar siempre, con una sonrisa y una palabra de ánimo.
–Me dijo que me divierta mucho siendo obispo. Y yo le pregunté: ¿Y cuándo lleguen los problemas, Santidad? Él me contestó: ‘Entonces, poco a poco, con soda’, que es una expresión que quiere decir gaseosa. Me preguntó cuándo me iba a ordenar, si estaba contento… Fue un minuto, pero te da la sensación de que le conoces de toda la vida y que eres su amigo de toda la vida. Es un hombre tan cercano, tan positivo…
–Que yo sepa, no. Estoy aprendiendo. Estuve con el colegio de consultores tres días. Me acogieron de maravilla. Es gente muy buena, se les ve, muy noble..., muy noble. Yo iré sobre el día 12 o 14, pero ya lo están preparando todo. Están muy preocupados para que la gente de Palencia se sienta bien. Son muy acogedores. Como la catedral de Teruel es pequeña, instalarán una carpa en el exterior para acoger a más fieles.
–Voy a estar del día 2 al 7 de enero por la mañana, antes de acudir a la catedral a despedirme de la Diócesis. Voy a hacer los ejercicios ‘preepiscopales’. Quiero estar en silencio y en soledad esos días. Voy a hacer vida con los monjes. En la Trapa yo siempre me he sentido muy bien. En esos días me dedicaré a escribir las distintas homilías que voy a leer: la de la ordenación, la de la toma de posesión de Albarracín y la fiesta de Santa Emerenciana.
–He estado con el colegio de consultores y han ido a verme los que llevan el grupo de jóvenes. Hay un grupo de jóvenes potente. El anterior obispo les regaló un monasterio de clausura en un pueblo que se quedó vacío de clarisas. Van todos los sábados allí. Se reúnen de cuarenta a setenta jóvenes. Por la mañana restauran el edificio y por la tarde tienen formación y oración. Lo llaman Casa de Emaús, y esto me ha tocado la fibra. Cuando les dije que mi lema será ‘Bajo el signo de Emaús’, se emocionaron.
–Entro todos los días en su página web y veo la cantidad de cosas que hacen y publicitan. Son muy de medios..., y muy solidarios.
–Servir… Entregar la vida… No puedo hacer ahora planes de episcopado. Voy a una Diócesis que no conozco, que lleva siglos funcionando. Yo estaré con ellos y se me ocurrirán cosas porque soy muy creativo, pero yo entregará la vida, eso lo llevo claro. Mi frase es entregar la vida. Me acercaré a ellos.
–Creo que Dios siempre llama, pero no se le escucha o no se quiere acceder a ser sacerdote o religioso. No sé si se invertirá, no en el número de antiguamente, porque ya no hay tantos hijos, y proporcionalmente las vocaciones responden al número de hijos en una familia. En Teruel hay cuatro seminaristas y los cuatro son colombianos, uno ya es diácono y el resto está en el último curso. La Diócesis tiene un acuerdo con otra de Camerún; vienen temporalmente jóvenes de allí y estudian en Valencia. Parece ser que uno de ellos se quiere quedar.
(La entrevista completa aquí en El Norte de Castilla)