La Gran Vigilia de la Inmaculada se celebró este año en la diócesis de Madrid en tres escenarios, la catedral de Santa María la Real de la Almudena, la basílica Hispanoamericana de la Merced y la basílica de María Auxiliadora, presidiendo respectivamente las celebraciones el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, el cardenal arzobispo emérito, Antonio María Rouco Varela, y el obispo auxiliar, Juan Antonio Martínez Camino, SJ.

En los tres actos se comenzó con el rezo del rosario dirigido por distintos institutos de vida consagrada y congregaciones.
 
Acto seguido, varias familias dieron testimonio de la alegría del amor que viven en su seno, como subraya el lema de este año: Con María acogemos la alegría del amor en la familia.

En la catedral, Beatriz Fonseca y su marido, Amador Bañón, con sus hijos, Santiago, María y Carmen, contaron cómo intentan «forjar día a día su unidad», siempre «agradecidos a Dios». «Somos lo que somos hoy en día, en primer lugar, por la fe que nos transmitieron nuestros padres, y por la experiencia de fe compartida en la parroquia del Buen Suceso de Madrid», detallaron, para luego reconocer que su vida «no está exenta de dificultades».



Intentan disfrutar las cosas cotidianas y, por ejemplo, han «optado por compatibilizar el trabajo con tiempos para estar con los niños», como los partidos de baloncesto de Santiago, sus paseos todos juntos en bicicleta o sus ratos de oración en el coche.

La propuesta de vida de la Virgen
En su homilía en la posterior Eucaristía, el arzobispo de Madrid subrayó «qué importante es, hermanos, dejar que Dios entre en esta historia». «Lo mismo que contó con María, cuenta con nosotros», aseveró, incidiendo después en que la Virgen nos hace «una propuesta de vida» con tres partes: «Permiso, conversación y rostro».



Como relató después de subir a dos jóvenes al altar mayor, Dios pidió permiso a María para entrar en su vida y nos lo pide hoy a todos. «Nos da una libertad que nadie nos da en este mundo, [...] hasta nos permite negarlo», señaló. Cuando se le deja entrar, conversamos con Él y vemos, como la Virgen, que «nada hay imposible para Dios». Pidió a María que le diera rostro y hoy vuelve a preguntárnoslo a nosotros: «¿Estamos dispuestos?». «Demos rostro al Señor, Madrid será diferente», añadió.

Mensaje del Papa
Al concluir la celebración, el purpurado leyó una bendición del Papa Francisco, quien anima a «aprender» de la Virgen «las actitudes que favorecen el plan divino sobre la vida de los hombres, reconociendo ante todo la primacía de Dios». «Así, con la perspicacia que nace del amor a Dios sobre todas las cosas, apoyados en el don de la gracia divina, confiados en el corazón inmaculado de María, mujer fuerte, morada fiel del Espíritu Santo, podrán superar las ataduras de todo egoísmo. De esta forma estarán bien dispuestos a acompañar al prójimo con valentía y limpio corazón, llevando el consuelo, el aliento y la esperanza a un mundo que se debate entre el mal que acecha la tentación de sustituir al Creador y el bien que lo construye cuando se acepta, se respeta y custodia nuestra humanidad tal y como ha sido creada por Cristo y para Cristo como acontece en la persona de María».