Con motivo del 50º aniversario de la constitución de la Conferencia Episcopal Española, los Reyes de España han acudido a la sede del órgano de los obispos para conmemorar esta fecha y para alabar el papel que la Iglesia Católica ha tenido en estos años de crisis pero también en otros periodos de la historia muy complicados como la Transición.
Tras una presentación del cardenal Blázquez, presidente de la CEE, en la que pidió que Dios bendiga a toda la Familia Real, Felipe VI destacó la importante actividad de la iglesia española en el ámbito cultural, educativo y cultural.
“Su ayuda a la sociedad española ha sido una constante pero en la crisis ha sido aún más visible”, dijo el monarca, que añadió que “en estos años España ha sufrido grandes dificultades y la Iglesia Católica, bajo la coordinación de la Conferencia Episcopal, ha aumentado más de un 70% sus centros sociales en los que se hace presente la actividad asistencial”.
El Rey cita a los colectivos ayudados por la Iglesia
De este modo, el jefe del Estado citó a colectivos como los enfermos, excluidos, inmigrantes, drogodependientes, desempleados, menores o las mujeres, a los que la iglesia española ha cuidado a través de sus miles de centros. “Todas las organizaciones eclesiales de acción social han conseguido que más de cuatro millones de personas hayan podido beneficiarse de su labor”, agregó.
Por todo ello, Felipe VI agregó que “los españoles debemos reconocer la labor de la Iglesia”.
La importancia de la libertad religiosa
El monarca, en su discurso dirigido a los obispos, también habló de la importancia de la libertad religiosa. “La Conferencia Episcopal además de dirigir la vida interna de la Iglesia ha acompañado la vida de nuestro país en un tiempo en el que España pasó de ser confesional a ser un estado aconfensional”, agregó.
Y en ese proceso, añadía el Rey Felipe VI, los obispos reconocieron la "independencia de la Iglesia de la política” y fomentaron la “cooperación” entre ambas. “La cooperación es piedra angular sobre la que descansa la libertad religiosa”.
De este modo, el Rey pidió “mirar al futuro con esperanza porque esta institución nunca ha renunciado al diálogo”.
Para concluir, Felipe VI quiso añadir que “ante la proximidad del primer domingo de Adviento nos deseemos una buena preparación espiritual para la llegada de la Navidad”.
Discurso del Rey en la visita a la Conferencia Episcopal Española
A la Reina y a mí nos alegra poder visitar la sede de la Conferencia Episcopal Española y celebrar hoy con todos vosotros el 50º aniversario de esta institución canónica de carácter permanente. Se constituyó así en 1966 pero, ya desde tiempo antes, empezó a ser alumbrada por los obispos españoles bajo el impulso del Cardenal Plá y Deniel. Ha transcurrido, por tanto, más de medio siglo desde que, como consecuencia del Concilio Vaticano II, se estableció la necesidad de creación de esta institución y de que nuestra Conferencia Episcopal comenzase su andadura.
El transcurso de todo este tiempo nos ha mostrado que la Conferencia Episcopal, además de organizar y dirigir la vida interna de la Iglesia española, ha acompañado la vida de nuestro país. Un tiempo en el que España pasó de ser un Estado confesionalmente católico a declarar constitucionalmente su a confesionalidad.
En todo este proceso la Conferencia Episcopal demostró su pleno reconocimiento de la independencia de la Iglesia de la comunidad política, así como de la necesaria cooperación entre ambas para lograr la mayor eficacia en la consecución de sus fines comunes al servicio de la vocación social y personal del ser humano.
Las relaciones de cooperación entre el Estado y la Iglesia católica durante este tiempo, recogidos en los Acuerdos con la Santa Sede, permitieron dibujar un modelo de relaciones entre el Estado y las confesiones religiosas en las que el principio de cooperación se convirtió en piedra angular sobre la que descansa el ejercicio al derecho fundamental de libertad religiosa; un modelo sancionado constitucionalmente en el artículo 16.
El trabajo realizado por la Conferencia Episcopal durante todos estos años no se circunscribe al ámbito de las relaciones institucionales con el Estado.
La labor de instituciones como Cáritas o Manos Unidas, los centros sanitarios; o los dedicados a la formación y cultura; los centros para promover el trabajo o para mitigar la pobreza; los de atención a inmigrantes o de rehabilitación de drogodependientes; los de tutela de la infancia o los de promoción de la mujer y las víctimas de la violencia…
En definitiva, todas las organizaciones eclesiales de acción social y caritativa han conseguido que más de cuatro millones de personas que residen en nuestro país y fuera de nuestras fronteras hayan podido beneficiarse de su labor y de los proyectos que desarrollan. Y ha sido posible gracias a la labor de sus trabajadores y de los miles de voluntarios que desinteresadamente han querido ser solidarios y acompañar a los más desfavorecidos en la lucha por superar esa difícil situación en la que se encuentran
Aunque su función primordial ha estado dedicada a responder a las necesidades internas de la propia Iglesia en nuestro país, su actividad ha trascendido la pastoral, educativa o cultural y hoy hemos de reconocer el gran impacto que en nuestra sociedad tiene su actividad caritativa y asistencial.
Desde sus inicios, la vocación de servicio y ayuda a la sociedad española ha sido una constante a lo largo del tiempo, pero es en los momentos de crisis cuando dicha presencia se ha hecho más visible. Estos últimos años, nuestro país, dentro de un contexto de crisis económica mundial, ha sufrido grandes dificultades y la Iglesia católica, mediante el trabajo de coordinación y dirección de la Conferencia Episcopal y sus Comisiones Episcopales, ha aumentado en más de un 70% los centros sociales o asistenciales donde se hace presente una actividad asistencial que también ha aumentado en más de un 15%. De esta forma, la Iglesia sigue estando al lado de los enfermos, los excluidos, los inmigrantes y todos aquellos otros colectivos más vulnerables.
Los españoles debemos reconocer y agradecer a la Iglesia la intensa labor asistencial que desarrolla, el ejercicio de solidaridad que realiza y proyecta y que contribuye también la cohesión de una sociedad que, más allá de las creencias de individuos o grupos, ha de tender a vivir en paz procurando eliminar aquellas desigualdades que generan exclusión.
La Conferencia Episcopal, instrumento del espíritu colegial de los obispos españoles, ha defendido su independencia del poder civil y el derecho a la libertad religiosa de todos los individuos. Y desde el diálogo con los poderes públicos ha cumplido con el principio de cooperación reconocido constitucionalmente y que se ha convertido en herramienta imprescindible para hacer real y efectivo el derecho fundamental de libertad religiosa. Un derecho que entronca directamente con el concepto de dignidad humana, piedra angular sobre la que descansan los derechos fundamentales.
Todo ello nos invita a mirar al futuro con esperanza pues nos muestra una institución que nunca ha renunciado al diálogo con una sociedad y unos poderes públicos que reconocen la riqueza del pluralismo y el papel que la Iglesia católica ha tenido en la consolidación y el reconocimiento del mismo.
Muchas gracias.