La Iglesia busca cómo suscitar vocaciones en los jóvenes ante el acuciante problema del envejecimiento del clero. Es el caso de la Archidiócesis de Valencia, donde en los últimos siete años han sido ordenados 39 sacerdotes pero han fallecido 104.
Por tanto, por cada nuevo sacerdote fallecen 2,6 presbiteros. Y las cifras de Valencia no son malas comparadas con otras diócesis.
Sin embargo, la diócesis valenciana no quiere quedarse de brazos cruzados y tal y como recoge Paco Cerdá en Levante, acaba de emprender una nueva campaña para promocionar las vocaciones religiosas entre los niños y adolescentes de la Archidiócesis.
Para ello, el Centro de Orientación Vocacional del Arzobispado ha enviado una carta con un tríptico informativo a todos los colegios diocesanos y católicos invitando a los directores a que organicen excursiones con sus alumnos al seminario menor de Xátiva.
El plan consiste en pasar el día en la ciudad y luego visitar el seminario para vivir un día de convivencia y escuchar el testimonio vocacional de algunos seminaristas. Por otro lado, los centros que no pueden acudir al seminario pueden recibir la visita de los alumnos del Seminario.
Además, hay otra novedad este año puesto que el Arzobispado pondrá en marcha convivencias vocacionales para adolescentes que se plantean la posibilidad del sacerdocio o la vida consagrada. Así, durante varios fines de semana los jóvenes convivirán con los seminaristas y participarán en la vida del seminario.
Pese a las novedades introducidas, los tres pilares del Centro de Orientación Vocacional seguirán activas. En primer lugar las convivencias de monaguillos, en segundo el Grupo Samuel, que incorpora a chicos desde sexto de Primaria a Bachillerato para unirlos a los seminaristas y así estimular su vocación. Y en tercer lugar el Grupo Damasco, muy similar al punto anterior pero centrado en adolescentes.
Para el director del Centro de Orientación Vocacional, Pablo Valls, “no hay crisis de vocaciones, sino de respuestas: Dios no ha dejado de llamar, lo que pasa es que la gente no escucha, hay mucho ruido y no les acercan esa voz. De ahí la importancia de que los mediadores echemos las redes”.