Este sábado 29 de octubre la catedral de la Almudena de Madrid acoge la ceremonia de beatificación de cuatro monjes mártires que vivían en el priorato de Montserrat en Madrid y fueron asesinados en distintas fechas entre septiembre de 1936 y enero de 1937.

La celebración tiene lugar a las 11 horas, presidida por Angelo Amato, prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, que ya ha acudido en numerosas ocasiones a distintas ciudades de España a ceremonias similares, por la abundancia de mártires que causó la persecución de los años 30.

La ceremonia se retransmite en directo en Radio María y en 13TV. Se complementa además con unas vísperas el viernes 28 a las 19.30 en el priorato de Montserrat, en Madrid, una eucaristía de acción de gracias el domingo 30 en el mismo priorato a las 12 horas y el sábado 5 de noviembre una Eucaristía de acción de gracias en el monasterio de Silos, a las 12 horas.


La iglesia benedictina de Monserrat en Madrid, en la céntrica calle de San Bernardo, número 79, nace en 1640 cuando monjes benedictinos del santuario de Montserrat de Cataluña llegan a Madrid, expulsados por la Guerra de los Segadores. El rey Felipe IV encarga la construcción del edificio. Con el tiempo, el monasterio se convirtió en un priorato dependiente de la abadía de Santo Domingo de Silos (Burgos).

La tarde del 21 de julio de 1936, al iniciarse la Guerra Civil, unos revolucionarios prendieron fuego a la puerta de la iglesia. Según señalan algunos historiadores, la dirigente comunista Dolores Ibárruri, “la Pasionaria”, que ocupaba un local cercano desde hacía poco y tal vez temía también por su propia instalación, alejó a los violentos proclamando que “este edificio es del pueblo y es para el pueblo”. La iglesia se salvó de la destrucción total, pero fue saqueada, las imágenes profanadas y sus dependencias utilizadas como cárcel. 


  
Los siete monjes del priorato dejaron el edificio y se refugiaron en casas de amigos y parientes. Tres de ellos sobrevivirían, los otros cuatro alcanzaron el martirio. La web www.beatosdesilos.es recuerda sus figuras.


El prior, padre José Antón Gómez, natural de Hacinas (Burgos), disolvió la comunidad el 19 de julio de 1936 y buscó refugio en casa de algunos amigos y finalmente en una pensión. Era políglota, un fino intelectual, profesor de Humanidades, bibliotecario, consejero... Durante el mes de agosto arriesgaba su vida todos los días para acudir a la embajada de Rumanía, donde había muchos refugiados de la guerra, para celebrar con ellos la Eucaristía. Fue detenido el día 24 de septiembre, conducido a la checa de Fomento y fusilado en la Ciudad Universitaria, en la carretera de Andalucía, al día siguiente.


El padre Antolín Pablos, natural de Lerma (Burgos), era el subprior y tenía 69 años cuando lo asesinaron en el término de Soto de Aldovea, en Torrejón de Ardoz, el 8 de noviembre de 1936. Ya había vivido otra persecución, la de Carranza en México, de donde fue expulsado en 1919 como tantos otros misioneros extranjeros. Allí había fundado, en la capital, el monasterio de San Rafael. Pasó un tiempo refugiado en Cuba antes de volver a Madrid. Fue detenido en octubre de 1936.


El padre Rafael Alcocer era madrileño, licenciado en filosofía y letras, escritor y buen orador. Publicó libros sobre literatura árabe, y obras biográficas sobre Santo Domingo de Silos y Santa Teresa, amén de trabajos sobre el Año Litúrgico. Como orador y conferenciante, fueron famosas sus conferencias en la Universidad de Madrid y en el Ateneo de Valladolid. En la persecución buscó refugio en casa de un amigo librero de la calle Alberto Aguilera, pero fue descubierto el 30 de septiembre por milicianos de la CNT y llevado al Ateneo Libertario de la calle Ferraz. Coincidió allí con el párroco de Horche (Guadalajara), Antonio Cortés Moral. Se confesaron mutuamente y fueron fusilados juntos el 4 de octubre en el barrio de la Elipa.


El padre Luis Vidaurrázaga fue fusilado en la cuesta de la Elipa el 31 de diciembre de 1936, con 35 años. Era de Bilbao, el más joven de la comunidad, y el último en abandonar la iglesia. El 20 de junio, ante las acusaciones absurdas de que el templo era usado por francotiradores, y estando rodeado de milicianos, colocó ante todos una bandera blanca en la torre para expresar su carácter de edificio civil, no combatiente. Fue el día antes del asalto al templo. Aunque se le liberó tras una primera detención, la segunda ya condujo a su ejecución.

Estos cuatro mártires se unen a los casi 60 hermanos de la Orden de San Benito que también dieron su vida en la persecución religiosa de los años 30 en España: 20 del monasterio de Montserrat en Cataluña, 18 del monasterio de Barbastro, 19 del monasterio de Viaceli (Cantabria) y dos monjas del Císter de Algemesí (Valencia).


Los monjes de Montserrat de Madrid reparten estos días su libreto para la beatificación con esta enseñanza: «San Benito, en el capítulo IV de su Regla, recuerda al monje que ha de “amar a los enemigos” y “sufrir persecución por causa de la justicia”. Es más, el monje, como el cristiano, ha de “orar por los enemigos en el amor a Cristo”. Los padres José, Antolín, Rafael y Luis sabían de memoria la Santa Regla e intentaban llevar a la práctica estos consejos en su vida diaria. Quizá nunca pensaron que la fidelidad al Evangelio y a la norma monástica les llevarían un día a entregar su vida por amor a Cristo y a su Iglesia. Cuando este momento llegó, no vacilaron».


 Es posible aprender más de los nuevos beatos con una serie de libros publicados por los benedictinos aquí: 
losmartiresdesilos.magix.net/public/libros.htm