Monseñor Juan José Omella cumple ocho meses como arzobispo metropolitano de Barcelona, una diócesis de alta complejidad -hasta que se dividió en varias, era en tamaño la tercera del mundo, después de Milán y Chicago- que está ya empezando a conocer bien con sus conversaciones con las personas implicadas en la dinamización de la vida cristiana del territorio.
Conversamos en su zona de trabajo del obispado de Barcelona sobre diversas cuestiones. En las conversaciones con empresarios y políticos, y conmigo ahora, cita a Papa Francisco, a San Agustín, a San Juan de la Cruz e incluso a Antoine de Saint-Exupéry.
-En el tiempo que lleva en Barcelona usted ha hablado dos veces delante de los empresarios y políticos, tanto en un encuentro con antiguos diputados en el Parlament de Catalunya como en un almuerzo de Tribuna Barcelona; y les habló sobre el bien común, sobre la necesidad de dar testimonio, de escuchar, de no tener miedo para construir la ciudad del hombre, para colocar a la persona en el centro de la economía; y esto viene de San Agustín. Después incluso citó a San Juan de la Cruz. O lo que es lo mismo, que les citó a un campeón de la apologética desde la razón y a un místico. Estableció como un trípode de la ética con su alegato en favor de la Verdad, el Amor y el Diálogo como herramientas de convivencia y progreso humano. Mi comentario es: ¡usted cree en Dios!
-Parece que sí.
-¿Ve usted una corriente de secularismo agresivo en Cataluña, una separación entre fe religiosa y vida?
-En el mundo siempre encontramos gente que acepta el mensaje de Jesús y otros que no lo entienden. Ya era así en tiempos de Jesucristo; entre los primeros encontramos a aquellos que comprendían los razonamientos que hacía Jesús, su manera de vivir: eran los amigos, los discípulos de Jesús. Entre los segundos encontramos a otros que eran agresivos porque estas enseñanzas les comportaban un poco de inestabilidad: principalmente los fariseos y los saduceos, y la clase gobernante.
»Este es un modelo que siempre hemos visto a lo largo de la historia, y si bajamos a nuestro momento particular en Cataluña te diré que no he visto todavía, pienso, una actitud muy agresiva. Si existe, no la veo. Creo que tenemos que poner los fundamentos de un diálogo entre fe y cultura. En esto incide ya de manera muy significativa Benedicto XVI, también el Papa Francisco desde una postura no tanto de razonamiento, más práctica.
»Así estableceremos este camino de diálogo, de acogida entre todos, y especialmente de colaboración en paliar la pobreza, el sufrimiento de las personas. Esto a la gente les supone como un bálsamo que les reconforta y a la vez les prepara para acoger el mensaje de Jesús. Así que creo que este es el testimonio que tenemos que dar. Personalmente estoy convencido, y lo digo no porque tenga que decirlo por mi condición de obispo, de que el mensaje de Jesús es un mensaje liberador, sanador, y de salvación plena. Y no hay otro Camino. Pero tenemos que caminar mano a mano con las otras religiones. Y poco a poco, si podemos, conducirlos al encuentro con Jesús, Salvador del mundo.
-¿Usted cree que hay gente, especialmente la que no es muy religiosa, que intenta separar al Papa Francisco con su popularidad, de la Iglesia con su fama de normativismo corporativista? En algunos ambientes incluso se opone Iglesia jerárquica con santidad, al Papa Francisco con la Curia. Se habla en ocasiones de “el pobre Papa Francisco, con las presiones que tiene hace lo que puede"...
-Siempre hay interpretaciones distintas de las mismas verdades: una misma noticia, un periódico la enfocará de una manera y otro periódico la presentará de otra. La escucharás en la radio y parecerá incluso otra, en ocasiones. Tenemos que ir a ver lo que hace el Papa, que eso es lo importante. Yo pienso que él es muy fiel a la tradición de la Iglesia. Pero También es un hombre que tiene un corazón de misericordia. Y busca especialmente lo que es la persona. Yo veo en él este ejemplo que vemos en el evangelio de Mateo, cuando se llamaba Leví y era recaudador de impuestos y le llamó, y comieron juntos. Y la gente comentaba: “¡Si son todos pecadores!”; a lo que Jesús replicaba que no había venido para los santos sino para los enfermos. Ante esta búsqueda de la persona, para ofrecerle la salvación, algunos se quedan escandalizados. Pero Jesús lo que hace es mostrar el rostro del Padre. Se acerca a los pecadores, y unos quedan escandalizados y los pecadores quedan salvados.
»Por lo tanto yo pienso que el Papa está siendo fiel a la Iglesia, y muy cercano a los pecadores, a la gente que sufre. Gente que tal vez está alejada de la Iglesia. Pero él quiere abrazarlos a todos para traerlos al redil de las ovejas de Cristo. Yo creo que esto es muy importante, pero mucha gente no acaba de interpretarlo bien. Tenemos que mirar más al mensaje que el Papa quiere dar, no a los otros. También algunas veces entre personas que sí son religiosas, se pueden decir “¡es muy moderno!”, y lo queremos separar del Magisterio de la Iglesia, y eso no es verdad. Es un hombre profundamente creyente y vinculado al Magisterio de la Iglesia de siempre.
-¿Cuál es la importancia de la comunicación dentro mismo de la Iglesia: del Papa a los obispos, de los obispos a sus sacerdotes y de los sacerdotes a sus feligreses?
-Pienso que la comunicación es un terreno muy importante y tenemos que hacer dos cosas, a mi entender. Incluso puede que tres.
»Una es conocer bien la técnica porque comunicar es un arte. Es la palabra que llega al corazón a través de las oídos del otro y se puede ver distorsionada. Saint-Exupéry ya venía a decir que las palabras son una fuente de malentendidos: yo digo unas palabras y el otro entiende otra cosa. No sólo por la vía de comunicación sino tal vez porque yo esté en otro momento, esté en tensión, o esté pensando otra cosa: tal como esté, tal lo entenderé. La comunicación por tanto es un arte llegar al corazón de la gente mirándole a la cara, pronunciando mensajes cortos que lleguen al corazón. Todo esto lo sabéis muy bien los que sois especialistas en este mundo y los sacerdotes y los obispos tenemos, como te diría yo, la responsabilidad de la palabra que tenemos que comunicar, del mensaje que debemos transmitir. Se requiere por tanto, importante, una buena formación técnica.
Monseñor Omella recurre con frecuencia en entrevistas y conferencias a citas de El Principito.
»En segundo lugar, no guiarse por el “he quedado bien, me han entendido bien, la gente me aplaude…” Entonces lo que pasará es que he pensado que soy yo lo más importante. Hay que destacar la importancia de la humildad. Esto mismo lo decía también San Agustín al hablar de San Juan Bautista. Juan el Bautista decía: “Yo no soy la Palabra, yo soy en la voz que transmite la Palabra". Y a veces los periodistas y los sacerdotes podemos creernos el centro. Y no nos reconocemos como medio para que pase la Palabra de Dios. Por ello es muy importante, insisto, la humildad.
»Y en tercer lugar, buscar siempre la Verdad. Guste o no guste, pero debe decirse siempre y con valentía. Solo que con mucha humildad y respeto. Yo pienso que en esto está un poco el secreto de la buena comunicación. Esto vale tanto para un periodista como para un obispo, que tiene también tiene una plataforma de comunicación muy importante como es la homilía, las charlas, las confidencias con las personas. Por tanto creo que si cuidamos esto podremos ser buenos instrumentos de evangelización y de comunicación: del buen mensaje de Jesús al mundo.
-En el YouCat de la Delegación de Juventud una joven le invitó a una Adoración Nocturna. ¿Se ha realizado ese propósito?
-Toda una adoración nocturna no, pero en una oración con los jóvenes por la noche sí, ciertamente que sí.
-Hablando ahora de los jóvenes, ¿cuál es la importancia de la formación?
-Para invertir el futuro de la Iglesia y de la sociedad se necesita trabajar con los jóvenes. Y creo que en la iglesia tenemos que hacer un esfuerzo aquí para trabajar con los jóvenes. En cuanto a la formación, quiero matizar que no debe consistir en exclusiva en forzar ideas en la mente, aunque es muy importante conocer el Catecismo de la Iglesia, porque si no tenemos unas razones para entender lo que creemos, ¿que podremos creer? No podremos creer ni transmitir nada.
»Pero sobre todo la formación consistirá en la experiencia de Dios. Pienso que esto es muy importante y los jóvenes lo agradecen, cuando ven que los encuentros que tenemos les dan la posibilidad de encontrarse con Dios. Da sentido a su vida y lo agradecen. Y entonces se enganchan, no solamente a entrar dentro de la Iglesia sino a ser ellos mismos transmisores de lo que han vivido. Y con el voluntariado, con Dios y con aquellos en los que Dios está presente, con los pobres. Cuando los visitan, sea en el Cotolengo sea en otros sitios, encuentran gozo.
-¿Qué frutos espera de la JMJ que han vivido en Cracovia para los jóvenes de Barcelona y de Cataluña?
-Yo espero que los jóvenes que han venido de la experiencia de la JMJ como don de Dios con ellos crecerán principalmente en comunión. Habrán conocido otros carismas, otros jóvenes que vienen de otra realidad, con experiencias de otros movimientos. Sin embargo, todos son una misma familia y todos tienen el mismo entusiasmo y la misma ilusión de seguir a Cristo y esto les da este sentido de universalidad, más allá del peligro de un espíritu cerrado en mi grupo. Esto es muy importante.
»Y después, muchos de ellos descubrirán el valor de anunciar a los demás lo que han visto. Se convierten así en misioneros, como matrimonio, como familia; otros desearán seguir una vocación religiosa. Ese es uno de los frutos que da siempre la JMJ Y yo lo deseo para nuestra diócesis. Es que han visto allí que es posible ser un matrimonio cristiano, un hombre, una mujer cristianos y construir una familia cristiana; y evangelizar a través de la familia. Los otros dirán: “Yo puedo evangelizar a través de una vocación religiosa”, sea sacerdotal, sea contemplativa, en una orden religiosa como monje, o monja, por ejemplo. Y así nace una vocación misionera.
-El cristianismo tiene una dimensión martirial. Sin embargo, algunos quieren dar a entender que existe un cristianismo en el que la exigencia es más suave (como para ir tirando, por decirlo de alguna manera), y otro en el que vivir las virtudes plenamente sería solo para héroes.
-Cuando uno ha encontrado realmente a Cristo y está enamorado, y se ha dejado enamorar por Cristo, los sufrimientos son menos sufrimiento. Es como en la familia: cuando el hombre y la mujer se quieren entre sí y quieren de verdad a sus hijos, los sufrimientos son menos y uno da la vida por su mujer, por su marido, si hace falta. En peligro de muerte incluso, para salvar al hombre, para salvar a su mujer, a sus hijos, da un órgano de su cuerpo para que el otro siga viviendo.
»Pues volviendo a lo que preguntas, cuando uno se ha encontrado con Cristo los sufrimientos que le pueden venir de una sociedad que no le hace caso, o incluso que le persigue, no le dan ningún miedo, pues tiene la fuerza que le viene de Dios. El miedo viene siempre antes… Te preguntas: “¿Podré soportar esto?” Y cuando llega el momento, el que está enamorado y ha encontrado a Cristo supera eso con creces. Yo esto lo veo con los testimonios preciosos que tenemos en Irak, o en Nigeria. Incluso aquí tenemos cristianos que son maltratados públicamente, pero ellos aguantan. Y continúan porque la fuerza les viene de Dios y no de sus ideas.
»Pienso que tenemos que estar preparados siempre. Unas veces será una falsa acusación. Otras veces será una “zancadilla”. Y otras veces será que vienen a tomar tu vida. Pero bueno, si tú estás centrado y enamorado de Cristo… En la vida lo más importante es encontrarte con Cristo por siempre en el cielo. Y así ha sido el testimonio de los mártires.
»Podría contarte ejemplos impresionantes de martirio de seminaristas claretianos, que conozco por mi tiempo de obispo en Barbastro-Monzón. Fue un testimonio precioso. ¡Y eran muy jóvenes!, pero es que estaban enamorados de Cristo. Hay que decir que estaban preparados por su director espiritual para vivir el martirio: él lo vio, vio que venía un momento difícil en España y los preparó en el camino de este enamoramiento y de dar la vida si fuese necesario. Ellos estaban preparados.
-¿Qué se llevaría usted a una isla solitaria?
-La Biblia sobre todo, y el sagrario. Sin sagrario no podría estar en una isla solitaria.
-Dígame un libro que esté leyendo o haya leído.
Pues te diré El Principito de Antoine de Saint-Exupéry. Y otro sería La sabiduría de un pobre de Éloi Leclerc. Es precioso y muy corto.
Sabiduría de un pobre ha sido editado por Ediciones Encuentro.
-Un personaje de ficción y un personaje real que le inspiren.
-Tintín es un personaje de ficción que he leído mucho: de joven lo leía a todas horas, incluso ahora lo llevo en mi iPad y de vez en cuando lo leo y lo re leo. En cuanto a un personaje real… podría decir muchos: Tomás Moro, por ejemplo. Era un hombre de un gran valor, de una gran entrega a la verdad, la Verdad en mayúscula.
-¿Usted tiene devoción al Ángel de la Guarda?
-Cuando voy en el auto siempre me encomiendo a mi Ángel de la Guarda.