Pese a que es difícil de precisar el número de mujeres que ejercen la prostitución en Vitoria (España), diversas asociaciones que luchan contra este fenómeno reconocen que se cuentan por cientos. Del total, se calcula que un 30% son víctimas de la trata de personas. Por eso es especialmente relevante la labor de Berakah, una organización asociada a dos parroquias de la ciudad que desde hace más de 15 años moviliza a decenas de voluntarios para rescatar a estas mujeres: "Es difícil salir, pero se puede", reconoce su coordinador Fidel Molina.
En conversación con el canal de YouTube de la Conferencia Episcopal Española, el diácono permanente de 52 años ha relatado que Berakah surge hace15 años de la mano de José Ángel López Lacalle, un sacerdote con una marcada dedicación a las personas más marginadas y empobrecidas.
La organización tiene 250 voluntarios y su trabajo trasciende la lucha contra la trata, como muestra el programa "13 casas" para dotar de viviendas a personas sin recursos, los hogares de Acogida Belén y Ain Karem o el Centro de Escucha.
La ayuda para salir de la prostitución es una de sus principales dedicaciones, y la prestan sobre cuatro ruedas.
"Trabajamos con una unidad móvil que desde hace 15 años sale a las rotondas de la ciudad donde se está ejerciendo la prostitución", explica.
Una vez localizadas, los voluntarios se acercan a las mujeres y comienzan a hablar con ellas y escuchar sus historias mientras les ofrecen un café y comida.
Molina y decenas de personas tratan con ellas a pie de calle, buscando establecer una relación de confianza y cercanía que permita derivar a las mujeres a centros como el hogar Ain Karem, donde dan "un techo a estas mujeres que dan el paso para salir de la prostitución" y que les permite acompañarlas en su proceso de inserción y normalización".
Un servicio que, a juicio del coordinador, es "muy necesario", dada la ausencia de otras organizaciones en la ciudad dedicadas a esta labor.
A lo largo de estos 15 años, desde Berakah han podido confirmar que esta inserción "es complicada" y que la vida en la trata "es muy difícil de aparcar y abandonar".
Sin embargo, aseguran que "es posible", y son testigos de cómo "muchísimas mujeres han podido cambiar de vida y hoy tienen su trabajo, sus papeles y su vida normal dentro de nuestra ciudad".
"Merece la pena dar pasos, acercarse a la iglesia, dejarse acompañar, ser acogidos, confiar. Es difícil cuando uno vive en el mundo de la trata, pero para eso estamos, para hacerlo posible", explica.
Fidel Molina es el coordinador del proyecto Berakah, que recientemente ha cumplido 15 años al servicio de "las más pobres entre las pobres".
Algo peor que la prostitución… y que la favorece
A lo largo de estos años, Molina ha comprobado que existe una pobreza mucho más peligrosa y dañina que la que puedan sufrir otras personas sin recursos a las que atienden: "un mundo con una importante carencia de valores".
"Trabajar con las mujeres que están ejerciendo la prostitución te hace no perder de vista el mundo que tenemos, que no es justo. Las mujeres que se prostituyen [lo hacen] porque hay clientes que utilizan ese servicio y eso es una pobreza que también hay que eliminar, porque genera destrucción y más pobreza", explica.
Pese a que su dedicación pueda mostrar lo peor de la condición humana, Molina se muestra convencido de que "esto merece la pena": "Muchísimos casos nos ponen las pilas, nos resetean, nos hacen entender la vida de una forma diferente. El compromiso con las mujeres que han podido dejar la trata, que han podido salir, te ayuda y te anima indudablemente a seguir adelante".
"Es un auténtico regalo poder formar parte y ser cómplices de su vida, de su historia. Son las más pobres entre las pobres y para nosotros son nuestras principales privilegiadas y por las que intentamos humildemente dejarnos la vida por servirles", concluye.