“Nunca es mérito de uno, sino una gracia y un regalo de Dios”, insiste con modestia el prelado nacido en Alicante hace 71 años. “Se trata de un misterio de gracia y libertad y debemos confiar siempre, porque las vocaciones no se logran, sino que se reciben”, afirma. Pero el caso es que su seminario ha pasado de ocupar los últimos puestos en número de aspirantes al sacerdocio en España a colocarse entre los del grupo de cabeza.
Aunque el obispo Vilaplana asegura que “no hay una varita mágica para conseguir vocaciones”, porque “a veces, trabajando lo mismo en unas diócesis que en otras, no se obtienen los mismos resultados”, sí que enumera cinco claves a tener en cuenta y que han funcionado en la diócesis andaluza para triplicar el número de seminaristas. Las explicó en el programa “La voz de los obispos” que se emite cada domingo, a las 21:00 horas, en Radio María, y son las siguientes:
“En mis visitas a parroquias y colegios, estoy atento a chavales con cualidades”, señala. “Siempre llevo una libreta donde apunto los datos y el teléfono, si me lo quiere dar, del chico, para después invitarle a encuentros retiros y demás. Mis sacerdotes y seminaristas se ríen cada vez que me ven apuntando en la libreta, pero es la manera de tener una relación personal del obispo con el joven con inquietudes”, explica.
José Vilaplana en una misa diocesana
Toda la diócesis debe tener una actitud orante, con su obispo a la cabeza, para pedirle al Señor que envíe vocaciones.
“Los seminaristas tienen que ir a las parroquias; acudir a los encuentros de jóvenes. Este verano, por ejemplo, van a acompañarlos a la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia (Polonia)”, señala.
Monseñor Vilaplana afirma que, en los últimos años, “de modo sorprendente nos han dejado ir a colegios públicos e institutos para que nuestros seminaristas den el testimonio de su vocación”.
“En ocasiones, incluso el rector del seminario y los sacerdotes que trabajan en él van a las parroquias y a los colegios para que los chicos les conozcan”, añade.
Los seminaristas de Huelva visitando parroquias de la diócesis
Monseñor Vilaplana suele hacer una peregrinación anual con sus seminaristas a la que invitan a jóvenes con inquietudes. La presencia de la Virgen María en la pastoral vocacional se vuelve indispensable.
Algunos de los estudiantes del Seminario de Huelva
“En el encuentro de monaguillos, por ejemplo, les llevamos al seminario, para que se familiaricen con él”, explica. También, en Semana Santa, monseñor Vilaplana celebra los oficios con los candidatos al sacerdocio de los primeros cursos en la catedral, y después acuden al seminario. “Allí invitamos a varios jóvenes para que vivan esos días con nosotros, y vemos cómo se les quitan muchos de los prejuicios con los que vienen”, asegura.
Los seminaristas de Huelva con el grupo Loyola de scouts
José Vilaplana es obispo de Huelva, adonde llegó en 2006 tras 15 años pastoreando la diócesis de Santander. Previamente, entre 1984 y 1991 había sido obispo auxiliar de Valencia, archidiócesis a la que pertenece el pueblo alicantino que le vio nacer hace 71 años, Benimarfull. Sacerdote desde 1972, entre los años 1980 y 1981 realizó estudios de teología espiritual la Universidad Gregoriana de Roma.
Siempre desempeñó su labor sacerdotal en numerosas parroquias de Valencia donde, los que le conocen, dicen de él que “la atención a los más humildes y el cultivo de la amistad siempre han sido sus preocupaciones principales”.
Llegó a ser el rector del seminario menor de Játiva, y la preocupación por las vocaciones siempre ha sido una de sus prioridades allá donde le ha tocado desempeñar su labor sacerdotal.