Hace 3 años llegaron dos monjes polacos de la Orden de San Pablo Primer Eremita (www.paulini.pl) a repoblar el monasterio extremeño de Yuste, donde pasó sus últimos días el Emperador Carlos V (y probablemente murió de la malaria que transmitían los mosquitos de la zona en esa época, dicen los historiadores modernos).

Carlos V se ha hecho popular por la serie de RTVE, y han aumentado mucho las visitas al monasterio. Hoy ya son 4 los monjes polacos en Yuste, han recuperado la misa solemne con órgano y empiezan a recibir visitas de jóvenes que exploran una posible vocación monacal y que a veces les conocen por su web paulinosdeyuste.es . Antonio Armero cuenta esta historia en El Ideal
 
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Pawel mete la mano debajo del hábito blanco y de algún bolsillo invisible saca una tarjeta de visita.‘Pablo Stepkowski, OSPPE (Orden de San Pablo Primer Eremita). Superior, representante legítimo en España. Real Monasterio de San Jerónimo de Yuste, 10430 Cuacos de Yuste, Cáceres’. En el reverso podría concretar que tiene 45 años, ojos azules, planta de deportista y un humor estupendo. Y que es el único de los cuatro monjes polacos de Yuste que habla con la prensa, que mide uno ochenta, que le gusta hacer senderismo y que las dos primeras palabras que aprendió en español fueron chimenea e interruptor.
 
En realidad, las posibles dudas sobre la españolización del superior de Yuste las ha disipado hace diez minutos uno de los guardas de seguridad del Monasterio. «Pawel no, Pablo», aclara con autoridad a la segunda vez que le mencionan al monje por su nombre original. Al hombre no le falta trabajo. 

Desde que TVE emitió la serie ‘Carlos V’, el turismo se ha multiplicado: 87.143 visitantes el año pasado, casi un 10% más que el año anterior. Y 21.274 en el primer trimestre de este año, una subida del 75% respecto a 2015, en gran medida porque la Semana Santa ha caído en marzo. La culpa es de la televisión, sí. Y antes aún del emperador, que tenía medio mundo para elegir el sitio de sus últimos días y decidió viajar hasta este rincón del norte de Extremadura donde hay mil veces más árboles que casas, y donde el verano se matiza tres o cuatro grados.
 
De hecho, hace fresco en el salón que Pablo enseña con orgullo. Cuando él y Rafal Zawada llegaron aquí para quedarse –fue el Miércoles de Ceniza de 2013, tras pasar quince meses en Plasencia aprendiendo el idioma–, esta estancia no existía. Ni esta ni otras. Todo un contraste para dos jóvenes que venían de uno de los monasterios más importantes de Polonia, el de Jasna Gora, donde está la virgen negra de Czestochowa. Solo Fátima (Portugal)y Lourdes (Francia) suman más devotos que ella.
Los monjes con visitantes peregrinos del Movimiento Scout Católico 
 
Pawel y Rafal cambiaron eso por un lugar deshabitado desde hacía tres años, cuando se marcharon los últimos jerónimos, la orden que ha ocupado el lugar durante la mayor parte de su historia. Las gestiones de los responsables de la diócesis de Plasencia consiguieron lo que tanta gente en la zona estaba deseando: que en Yuste volvieran a vivir monjes. Tres años después de su llegada, ya no dos, sino cuatro. 
 
Pablo es el superior. Rafa (41 años) ejerce como párroco de Cuacos de Yuste (865 habitantes y una plaza que merece la visita). Krzysztof Andrzej Kielczyk (el padre Cristóbal, 35) llegó a finales de 2013 y entre otros asuntos, se encarga de alimentar la página de Facebook y la web de la comunidad (paulinosdeyuste.es). Y el año pasado se incorporó fray Adam Kielkiewicz (el hermano Adán, 37), que ahora está en Salamanca haciendo un curso de español en la Universidad Pontificia, y que, entre otros cometidos, se ocupa de surtir la mesa de la comunidad. 
 
«Es el mejor cocinero de los cuatro», admite Pablo mientras pasea cerca del estanque donde la Historia cuenta que el emperador pescaba truchas y tencas. Quizás pasee hoy por aquí el Rey Felipe VI, que asiste a la ceremonia de entrega del premio Carlos V, que concede la Fundación Academia Europea de Yuste y que este año recogerá Sofía Corradi, la fundadora del programa Erasmus.
 
A Pablo, Rafa, Cristóbal y Adán, este tipo de citas no les cambia la rutina. Ellos vienen de un lugar –de un país, podría ampliarse– más silencioso, pero el superior no se queja. «Comprendemos el jaleo –admite Stepkowski–, que nos incomoda, pero no pasa nada, todos estamos todavía organizándonos, y nosotros llevamos poco tiempo aquí».



El suficiente como para que hayan cambiado algunas cosas: ha regresado la Resurrección de la eucaristía del domingo, que se celebra con música de órgano y cantos gregorianos. «Al principio, cuando llegamos, venían tres personas, y ahora hay siempre treinta o cuarenta, cincuenta algunos días», cuenta Pablo, igualmente satisfecho del otro gran logro de la comunidad en el tiempo que llevan en Extremadura.

«Poco después de que la prensa contara que estábamos aquí, que habíamos recuperado la vida monacal en Yuste –relata–, empezaron a llamarnos jóvenes de España y de América Latina, algo que no esperábamos que ocurriera tan pronto».
 
Esa reacción fue una sorpresa y una alegría en toda regla, estando como están las vocaciones. De ellas depende que puedan seguir atendiendo sus 67 monasterios, de los que 45 están fuera de Polonia y solo uno, el de Yuste, en España, detalla el padre Pablo, que a lo largo de la conversación deja una frase que es casi un eslogan. La pronuncia cuando se le pregunta si usan móvil, internet, televisión... «Cuida de tu alma, esa es la única limitación», proclama el superior de los paulinos de Yuste, la comunidad que le ha devuelto la vida al Monasterio donde murió Carlos V.

En el vídeo, los últimos días de Carlos V en Yuste, con San Francisco de Borja, en la serie de RTVE sobre Carlos Rey Emperador 
El emperador pasa sus últimos días en Yuste