Curtido como misionero durante trece años en las calles del Bronx, en la Calcuta de la Madre Teresa, o entre los esclavos de la caña de azúcar de la República Dominicana, donde vivía amenazado de muerte, el misionero español Christopher Hartley desarrolla ahora su misión evangelizadora en una de las zonas más pobres y conflictivas de Etiopía, junto a la frontera de Somalia.
Es un lugar desolador: piedras, arena, miseria, y peligro. Pero también allí hay esperanza.
En junio de 2008, el padre Christopher decidió asentarse en el pueblo de Gode, en mitad del desierto y epicentro de innumerables guerras entre Etiopía y Somalia. Era la primera vez que la Iglesia católica llegaba a esa zona donde la población es musulmana. Partiendo de la donación de 6 hectáreas de terreno arenoso, aunque fértil, y 200 metros del río Wabe Shebele, lleno de cocodrilos, el proyecto del padre Christopher es ayudar a esas gentes, en su dignidad, en su formación, en su calidad de vida.
La Madre Teresa de Calcuta solía decir: "Si no damos a Dios, damos demasiado poco". Pero el P. Christopher no es un gestor de recursos. Este misionero se ha adentrado en el desierto de Etiopía para llevar a Cristo a esos pobrísimos etíopes, y a ellos a Cristo. “He venido para servirles, para revelarles el Amor de Dios no con palabras, sino con mi entrega, con mi amistad, con mis actos".
Empezó a celebrar la Misa él solo, siendo el único sacerdote católico en cientos de kilómetros, en medio de una población exclusivamente musulmana.
El padre Cristopher celebraba su Misa para glorificar a Dios y hacerle presente entre aquellos pobres, sólo aparentemente abandonados de la mano de Dios, mucho menos desde que él está con ellos.
"Ellos, por su religión, no pueden recibir la Eucaristía, pero sí su fruto, que es darse a los demás”. Por medio de su entrega misionera, de su amor, de su amistad, y de su servicio a ellos, estos etíopes pueden ver a Dios, presente en él.
Nació en 1960, de padre inglés y madre española. Ingresó en el seminario a los 15 años y se doctoró en teología en Roma. De familia acomodada y brillante inteligencia, podía haber tenido una prometedora carrera.
Sin embargo, durante los trece primeros años como sacerdote sirvió a los más pobres de la comunidad hispana en el Bronx de Nueva York.
Continuó su servicio sacerdotal con los pobres de Calcuta, junto a la Santa Madre Teresa de Calcuta. “Ama hasta que te duela. Si te duele es buena señal”, decía la Madre Teresa. Una lección que el padre Christopher aprendió (y practicó) a su lado, en los años que compartió con ella en Calcuta. Allí conoció la más profunda miseria, y también el más profundo amor; y lo aprendió directamente de quien mejor lo conocía y de quien mejor lo ejercitaba: la Madre Teresa.
“Ella fue para mí, sobre todo, una madre; madre de mi vocación. Me enseñó a amar con un amor que yo jamás había conocido. Madre Teresa me enseñó que el amor es terco y tenaz. Me enseñó a reconocer el rostro del crucificado en cada pobre. Que la vida es don, y por eso sólo tiene sentido cuando se entrega. Me enseñó, por último, que la vida es una maravillosa aventura y que sólo de nosotros depende vivirla apasionadamente o conformarnos con existencias irrelevantes.”
Vídeo en YouTube de Jesús García y Christopher Hartley sobre su trabajo misionero y humanizador en República Dominica, entre los trabajadores semi-esclavos del azúcar
Le siguió su servicio a los braceros haitianos en estado de casi esclavitud de las plantaciones de azúcar de la República Dominicana, que malvivían trabajando jornadas interminables por unos céntimos, hacinados en barracones sin luz ni agua, ni camas, ni dignidad.
El padre Christopher luchó por ellos y por sus derechos, se enfrentó a los dueños de las plantaciones y logró llevar luz y agua a sesenta poblados, crear comedores para los niños y, por primera vez en la historia, un contrato que establecía un día de descanso a la semana, una cama por trabajador y un sueldo de 2,4 euros por cada jornada.
Además, levantó un centro educativo, un taller de costura, una unidad de atención primaria y un hospital de cien camas especializado en atención materno-infantil. Y también les llevó a Dios, recorriendo cada día los campamentos en su maltrecha furgoneta, para recordarles que Él está siempre con los más pobres.
El padre Hartley explicó su trabajo misionero
en República Dominicana al periodista Jesús García
en "Esclavos en el paraíso" (adquiéralo aquí)
Sus logros en la República Dominicana no cayeron bien entre muchos dominicanos, que vieron en el misionero una amenaza para la imagen de su país; pero, sobre todo, entre los magnates del azúcar, que vieron en él una amenaza para su negocio y su poder.
En 2006, tras recibir numerosas amenazas de muerte, la propia Iglesia lo apartó de del peligro, y lo llevó de vuelta a Europa. Él no dejó de defender los derechos de su grey en la miseria: regresó meses después con una delegación de congresistas de EEUU para mostrarles las condiciones de vida en los bateyes; protagonizó el documental "The Prize of Sugar"; y ya en Francia, organizó en varias ciudades la exposición de fotografía “Esclavos en el paraíso”.
Después de su batalla dominicana, buscó el rincón más pobre, miserable y peligroso de África en el que pudiera continuar su labor misionera, y lo encontró en Gode, en el corazón del desierto de Etiopía. Terrorismo, guerras, niños soldados, hambre, enfermedades, desierto, olvido…, el lugar perfecto para comenzar una misión al servicio de los olvidados y descartados del mundo. Una oportunidad de llevar un mensaje de esperanza en medio de la desolación, y en medio de ninguna parte: “El cura más próximo está a tal distancia que para confesarme tengo que coger un focker”.
El padre Christopher es el primer sacerdote católico que llega a esa región, de mayoría musulmana. Y ahora casi el único occidental, después de la expulsión de todas las ONG. El P. Christopher tiene muy claro por qué está ahí: “Estoy allí porque soy sacerdote. No pretendo disimular la misión que Cristo me ha encomendado y no disimulo para ser más simpático o recibir más ayudas o estar más seguro. Yo estoy allí para que pueda estar Él. Y para entregarme a toda esta gente, tan necesitados también de calor humano. El Amor de Dios ha llegado a este rincón de África”.
El P. Christopher compartirá su testimonio en la Parroquia Ntra. Sra. de la Asunción, de Colmenar del Arroyo, el próximo sábado 6 de febrero, en su mensual Vigilia de testimonio, adoración y alabanza, Asalto al Cielo, en el marco del Año de la Misericordia, dedicado a anunciar, testimoniar, celebrar, y acoger la Misericordia de Dios, Año, también de la misión, en la diócesis de Getafe.
Será una gozosa proclamación del Dios de la Misericordia, que a través del amor de sus misioneros se da a conocer, dignifica a los hombres, y les abre caminos de vida allí donde reina la desolación, la miseria más grande, y la ausencia de esperanza.
17h. Rosario;
18h. Testimonio;
19h. Adoración
20h. Misa.
Habrá música de adoración y alabanza.
[Para llegar desde Madrid a Colmenar del Arroyo: Tomar la carretera M501 dirección San Martín de Valdeiglesias, y continuar por ella hasta la salida 37, dirección Chapinería, Colmenar del Arroyo y Valdemorillo. Tomar el desvío hacia Colmenar del Arroyo, y seguir recto hasta la Pza de España, s/n, donde está la Parroquia. La zona de aparcamiento está detrás de la parroquia. En autobús desde Madrid, tomar el nº 642 en el Intercambiador de Moncloa].
Para cualquier aclaración o información:
asalto.al.cielo.colmenar@gmail.com
Para conocer más sobre la labor del padre Christopher Hartley en Etiopía, en una zona muy pobre y prácticamente sin cristianos, visite www.missionmercy.org