Este lunes ha ingresado en la prisión abulense de Brieva Iñaki Urdangarin, esposo de la infanta Cristina, la hermana mayor del rey Felipe VI. En ella cumplirá la pena de cinco años interpuesta por el Tribunal Suprema.
En la prisión de Brieva, el que fuera duque de Palma conocerá a la religiosa adoratriz Sor Carmen Blázquez, encargada de visitar a los presos y que lleva 22 años realizando esta labor. Es una prisión de mujeres, pero donde han estado por motivos de seguridad otros reclusos varones como el que fuera director general de la Guardia Civil, Luis Roldán.
Auxi Rueda, responsable de comunicación de la Diócesis de Ávila, entrevistó a esta religiosa que ayuda en la pastoral de esta pequeña y tranquila prisión. La agencia SIC publica ahora esta entrevista tras saltar Brieva a la primera línea mediática.
"No hay que juzgar a nadie"
Allí Urdangarin podrá encontrar el consuelo de la fe. Sor Carmen afirma que “siempre he sido muy feliz. Y en todos estos años he aprendido mucho más de lo que yo he podido dar. Visitar a los presos te adentra en el misterio de la vida de Dios. Eso lo tengo yo muy claro”.
Esta religiosa tiene claro que en prisión “no hay que juzgar a nadie. A ninguna. Más bien hay que mirarlas, escucharlas y quererlas”.
El régimen en el que estará interno Urdangarin hará que prácticamente esté solo aunque podrá participar en las actividades de pastoral, sí así lo pidiese.
"Esta gente también necesita misericordia"
Así es la pastoral de esta prisión, según sor Carmen: “Preparamos la Misa, organizamos algunas catequesis, incluso rezo el Rosario con ellas. Por ejemplo, te diría que la Semana Santa allí la celebramos de una manera muy recogida: preparamos el Monumento para el Jueves Santo, rezamos el Viacrucis el Viernes Santo, tenemos los Oficios… La lectura de la Pasión es algo extraordinario, porque son personas que tienen una gran sensibilidad religiosa. Principalmente las sudamericanas, porque las españolas están muy deterioradas, un tanto alejadas de la fe”.
Sobre la llegada de Urdangarin, que era una posibilidad cuando se produjo la entrevista, la monja afirma que “aquí estamos con los brazos abiertos, y se le acogería como a otro cualquiera. Que también esta gente necesita de misericordia”.
Su labor de asistencia espiritual en la cárcel le vino del encargo del entonces obispo de Ávila, el ahora cardenal Antonio Cañizares. “Nos dijo que quería formar un equipo de asistencia religiosa en la prisión. Se hicieron todos los trámites y permisos para entrar, que hubo que pedirlos a Madrid. Fue algo impresionante. Yo al principio no tenía ni idea, todo me impresionaba y estaba muy a la expectativa de lo que pasaba allí".