El próximo 12 de octubre, el mes misionero, tendrá lugar en Córdoba la solemne sesión de apertura de la causa de beatificación y canonización del hermano Pedro Manuel Salado de Alba. Este misionero del Hogar de Nazaret murió en el año 2012, de forma heroica, después de llevar hasta la orilla a 7 niños que estaban atrapados en el mar.
El 5 de febrero, la comunidad misionera se había ido con los niños y niñas que tienen acogidos a una playa cercana a la misión. Cuando los niños estaban jugando en el agua cerca de la orilla una ola se llevó a siete hacia dentro.
Una vida entregada a los niños
El hermano Pedro, a pesar del respeto que solía tener al mar, no dudó en lanzarse al agua y los fue sacando uno por uno. Tras sacar a los dos últimos niños (Selena y Alberto), fallecía en la orilla exhausto. Al conocer la noticia, el obispo de Esmeraldas afirmaba que "el hermano Pedro murió como vivió" entregado a Dios y a los niños.
Era miembro consagrado del Hogar de Nazaret. Se consagró al Señor en el año 1990 y hasta 1998 vivió en el Hogar de Nazaret de Córdoba, cuando fue destinado a la misión de Quinindé, Ecuador. Allí dirigió un Hogar y la Escuela-Colegio Sagrada Familia de Nazaret, con una entrega reconocida por aquellos que lo conocían. Falleció el 5 de febrero de 2012, en una playa de Atacames, exhausto, al salvar a siete niños de morir ahogados en un mar embravecido.
La apertura del proceso tendrá lugar en la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, con la asistencia del obispo de la diócesis, Monseñor Demetrio Fernández, y la Familia Eclesial Hogar de Nazaret.
Natural de Chiclana de la Frontera, Cádiz, el mismo año de su fallecimiento, fue galardonado a título póstumo con la Medalla de Oro de la ciudad, ocasión en la que se le reconoció como un verdadero héroe, por su dedicación a los demás.
"¡Ahora lucha tú!"
El hermano Manuel, compañero de este heroico misionero contaba en esRadio en aquel momento cómo se produjo el suceso. "No dudó en lanzarse a rescatarlos". Fue el único que lo hizo. Según relataba este religioso, "había un socorrista y un surfero, pero el único que tuvo el arrojo de lanzarse al mar fue Pedro Manuel. No lo dudó; dijo: ‘Tengo que salvar a mis niños’".
El rescate fue muy costoso. "Los fue sacando uno a uno. Se los acercaba al socorrista, que le esperaba a unos 15 o 20 metros atrás con la tabla de surf". Y milagroso también, pues todos se salvaron; incluso una "niña de ocho años que no sabemos cómo sobrevivió porque no sabía nadar. Estuvo pataleando como podía para mantenerse a flote. Pero (después) nos dijo que ella estaba tranquila porque su papi venía; pero, claro, Pedro Manuel iba perdiendo fuerzas", ha manifestado el padre Manuel.
"Cuando ya tuvo a los dos últimos, una última ola se los volvió a arrancar. Hizo su último esfuerzo por sacarlos, pero ya estaba medio ahogado", ha contado, pero aun así "los sacó y él ya pues no pudo más. El surfista tuvo que sacarlo y ya en la orilla de la playa fallecía nuestro hermano Pedro".
En la orilla, exhausto, le gritaban "¡Pedro Manuel, los has salvado a todos, ahora lucha tú, lucha tú!", pero "ya no podía, estaba falleciendo y falleció allí mismo".