El cardenal Lluis Martínez Sistach, en uno de sus últimos actos como administrador de Barcelona, y el vicario general y ministro de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, fray Mauro Jöhri, concelebraron la ceremonia de estos mártires, asesinados en distintos momentos y lugares de Cataluña entre 1936 y 1937.
Catalunya Cristiana, semanario de la diócesis de Barcelona, ha publicado una separata especial de 8 páginas sobre los 26 nuevos beatos capuchinos.
En ella, el provincial capuchino de Cataluña y Baleares, fray Gil Parés Casellas, recuerda que "estos frailes en los días de la persecución no renegaron de su fe y murieron perdonando como Cristo en la cruz".
"Celebramos que en medio de una situación de injusticia y de dolor mantuvieron su corazón en Dios y no se dejaron llevar por los sentimientos del mundo: juicio, venganza y desprecio..."
Parés recuerda que, por ejemplo, "fray Frederic de Berga, pese a la situación de persecución, sentía el deber de llevar la eucaristía a muchos cristianos que vivían su fe en las catacumbas barcelonesas; que fray Eloi de Bianya, en los días vividos en clandestinidad, no perdió la sonrisa ni la bondad y no quiso juzgar a las personas que quemaban los conventos y asesinaban a otros religiosos; que el joven fray Ángel de Ferreries no quiso dejar sólo a fray Modesto de Mieres, hermano anciano y enfermo... que fray Marçal de Vilafranca, con solo 19 años de edad afrontó la muerte serenamente, consolando a sus familiares".
Fray Ángel de Ferreries, natural de Menorca,
fue detenido porque se había quedado a cuidar
a fray Modesto, que estaba enfermo
Los frailes mártires vivieron también una dimensión misionera. Fray Remigi de Papiol fue misionero y popular como confesor en Manila, en Nicaragua y en Costa Rica. Fray Frederic de Berga también fue misionero en Costa Rica. Fray Anselmo de Olot y fray Benigno Canet lo fueron en Colombia. Fray Zacarías de Llorenç fue ordenado en Bogotá.
De los 26 beatificados, 17 murieron al empezar las matanzas de clérigos, entre julio y agosto de 1936. Fray Frederic de Berga fue asesinado el 16 de febrero de 1937, el último de este grupo. Declaró que había repartido unas 1.200 comuniones en la clandestinidad, de casa en casa.
Aunque la actividad religiosa fue clandestina en la Barcelona republicana hasta acabar la guerra, a partir de mayo de 1937 ya hubo pocos asesinatos por causa de la fe en la ciudad (no así en muchos otros sitios de Cataluña y de toda España).
Las familias que acogieron y escondieron a estos frailes tuvieron la fortuna de salir bastante bien paradas: algunas personas fueron encarceladas varios días pero liberadas poco después. A los niños de estas familias les decían que acogían un "abuelo" o "tío".
Un caso curioso es el de Fray Zacarías de Llorenç, que trabajaba en la cocina del Hotel Continental bajo la protección de un sindicalista de la CNT. Por desgracia, en el hotel se alojaba un famoso asesino miliciano, el llamado "Cojo de Málaga", que fue quien lo hizo ejecutar.
Fray Vicente de Besalú vivía al raso, mendicante,
como un franciscano de la primera generación...
lo confundieron con un mendigo cuando lo detuvieron
Distinto fue el caso de Fray Vicente de Besalú, que se ocultó un tiempo en una cabaña cerca de la Fageda d´en Jordà, un famoso bosque de hayas en la comarca de la Garrocha, y luego pasó su última semana durmiendo al raso y mendigando por los pueblos, comiendo pan seco mojado en una fuente. Lo detuvieron pensando que era mendigo, descubrieron que era fraile y lo mataron.
Varios de los mártires fueron brutalmente golpeados antes de ser asesinados. Por lo general eran detenidos por milicianos anarquistas de la FAI, sindicalistas de la UGT o comunistas de distintas milicias, se los llevaban "para interrogar" y sus cuerpos aparecían tiroteados al cabo de unos días en distintas calles de Barcelona y su periferia.
La lista completa de los 26 mártires, en el orden en que fueron asesinados, es la siguiente:
Fray Prudencio de Pomar de Cinca, cocinero, que murió en Arenys de Munt el 28 de julio de 1936.
Fray Eloi de Bianya, portero del convento de Sarrià, con fama de santidad ya en vida, que murió en Barcelona el 28 de julio de 1936, junto con fray Ciprià de Terrassa, limosnero, y los estudiantes fray Miguel de Bianya y fray Jorge de Santa Pau.
Fray Modest de Mieres, profesor de teología, que murió junto con el menorquín fray Ángel de Ferreries, hermano laico, en Barcelona el 28 de julio de 1936.
Fray Rafael de Mataró, que había sido secretario provincial, fallecido en Barcelona el 1 de agosto de 1936.
Fray Feliu de Tortosa, limosnero, muerto en Tordera el 1 de agosto de 1936.
fray Agustín de Montclar, literato, fallecido en Barcelona el 12 de agosto de 1936.
Fray Anselm de Olot, que había sido misionero y confesor, fallecido en Barcelona el 15 de agosto de 1936.
Fray Benigno de Canet de Mar, misionero en la Amazonía durante diecisiete años y guardián de Sarrià, fallecido en Barcelona el 19 de agosto de 1936.
Fray Tarsicio de Miralcamp, sacerdote de veinte y cuatro años de edad, muerto en Lleida el 20 de agosto de 1936.
Fray Marçal de Vilafranca, estudiante de diecinueve años de edad, muerto en Barcelona el 20 de agosto de 1936.
Fray Vicente de Besalú, predicador, muerto en Les Planes d´Hostoles el 23 de agosto de 1936.
Fray Zacarías de Llorenç del Penedès, sacerdote, muerto en Barcelona el 25 de agosto de 1936.
Fray Buenaventura de Arroyo Cerezo, estudiante, muerto en Barcelona el 25 de agosto de 1936.
Fray José de Calella, sacerdote, muerto en Barcelona el 9 de septiembre de 1936.
Fray Timoteo de Palafrugell, predicador, muerto en Olot el 31 de octubre de 1936.
Fray Eudald de Igualada, estudiante (el más joven de los mártires, de dieciocho años), muerto en la Pobla de Claramunt el 1 de noviembre de 1936.
Fray Alejandro de Barcelona, dedicado sobre todo a la catequesis, muerto en Barcelona el 23 de noviembre de 1936.
Fray Martín de Barcelona, historiador de renombre, y fray Doroteo de Vilalba, sacerdote, muertos en Moncada el 19 de diciembre de 1936.
Fray Remigio de Papiol, ex-misionero y escritor, y fray Pacià María de Barcelona, estudiante, muertos en Cerdanyola en enero de 1937.
Fray Federic de Berga, que había sido provincial y como religioso más antiguo encabeza la lista oficial de los mártires, fallecido en Barcelona el 16 de febrero de 1937.